La Tercera Copa de Europa, jugada en el estadio Heysel de Bruselas el 28 de mayo de 1958, fue la primera que yo gané sobre el campo. En la Final de la Segunda, que se disputó en el Bernabéu, yo ya estaba fichado, pero tuve que asistir al partido en la grada porque mi inscripción no llegó a tiempo.
Teníamos un gran equipo que había jugado bien todo el año. Era como digo mi primer año y me había adaptado bien a mis compañeros. Teníamos confianza.
Hay una anécdota que siempre recordaré. En el Milan jugaba un uruguayo, Schiaffino, un centrocampista muy fino que fue de hecho el autor del gol con el que ellos se adelantaron en el marcador. Había sido jugador de Peñarol, mi rival deportivo en Uruguay, dado que yo por supuesto jugué en Nacional de Montevideo. Terminó el partido con nuestra victoria y le busqué para saludarle como a los demás. Al fin y al cabo, y aunque rivales deportivos en Uruguay, éramos también compañeros de selección. Pero no lo encontré. Se había ido del campo. Disgustado por la derrota, no había sido capaz de esperar para darnos un abrazo. De manera que disfruté doblemente: por el triunfo y porque la anécdota demostraba que la diferencia de categoría entre un club y otro había vuelto a quedar patente, esta vez en Europa.
El partido fue bonito y muy parejo, con muchas alternativas en el marcador. Al final nos impusimos en la prórroga, por esas cosas de la confianza ciega en la victoria que caracterizan al Madrid. Antes de la prórroga, los goles se sucedieron de manera muy rápida y a partir del minuto sesenta. Se adelantan, empata Di Stéfano, se vuelven a adelantar, empata Rial. Rial fue un jugador excepcional, además de una excelente persona. Sus pases eran prodigiosos. Fue el que mejor supo aprovechar la velocidad de Gento, que en nuestro juego era una variable esencial. El gol en la prórroga, de hecho, lo marca el propio Gento.
Rial había sido compañero mío en Nacional. Había jugado en Colombia también, donde había adquirido su enorme calidad técnica. Jugaba siempre con la cabeza levantada.
Paco Gento tuvo una trayectoria maravillosa en el Madrid. Un hombre muy callado, muy prudente, con unas condiciones increíbles para el juego. Sus carreras destrozaban las defensas contrarias.
En la Final de Bruselas triunfó nuestro sistema de juego, que era claro y definido. Procurábamos que el rival nos tirara muy pocas veces a puerta. Aprovechábamos la velocidad de Gento (junto al trabajo de Alfredo y los pases de Rial) para lanzar contragolpes mortales. La velocidad siempre fue un elemento crucial en nuestro juego. Agotábamos al contrario.
Además conformábamos un buen grupo humano. El ambiente en el vestuario es muy importante. Todo el criticismo que hubiera entre nosotros era siempre constructivo. Éramos una piña. Estábamos constantemente animando al compañero, ayudándolo para que pudiera cumplir con su misión y pudiéramos hacer algo grande por el club, como así fue.
Yo, desde la parte de atrás, hablaba mucho a mis compañeros. Los orientaba, los dirigía. En el medio campo empezó Muñoz y después Santisteban, futbolistas con estilos diferentes. Arriba, a los ya mencionados Gento, Di Stéfano y Rial se unían Kopa y Mateos, aportación al equipo de la cantera y de la ciudad de Madrid y dotado de un gran oportunismo goleador. A la gente, hoy, le puede chocar que jugáramos con cinco delanteros, pero hay que recalcar que todos defendían, empezando con Alfredo. Ahí nadie estaba quieto nunca, no parábamos. Todos nos ayudábamos constantemente.
La celebración de la Tercera fue maravillosa. Hablando de celebraciones, recuerdo que en la Quinta quisimos salir a celebrarlo por Glasgow pero Bernabéu no nos dejó, porque había que estar absolutamente presentables al día siguiente para ofrecer la Copa a los madrileños en el clásico desfile por las calles de la ciudad. Nos tuvimos que quedar en el hotel, como ya contó Canário en esta misma sección. ¿Y qué hicimos? Hablamos con dos vigilantes para ver qué nos podían traer. Aparecieron con jugo de naranja y galletas María.
Fueron años fantásticos. Aquellas Copas de Europa no eran solo para mayor gloria del Real Madrid, sino en nombre de España también.
Así viví la Primera: Paco Gento
Así viví la Segunda: Andrés Amorós
Así viví la Tercera: José Emilio Santamaría
Así viví la Cuarta: José Emilio Santamaría
Así viví la Quinta: Luis Miguel Beneyto
Así viví la Sexta: “Pirri”
Así viví la Sexta: José Araquistain
Así viví la Séptima: Pedja Mijatovic
Así viví la Octava: Steve McManaman
Así viví la Novena: Roberto Carlos
Así viví la Novena: Luís Alberto de Cuenca
Así viví la Décima: Juanma Rodríguez
Así viví la Décima: Vicente Ruiz
Así viví la Undécima: Álvaro Arbeloa
Así viví la Duodécima: Antonio Esteva
Así viví la Decimotercera: Jesús Bengoechea
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Emocionante. Gracias por el relato. Qué grandeza!!!!!
Lo suscribo. Es un lujo poder leer el testimonio de una leyenda como el señor Santamaría.
Gracias.
José Santamaría un señor del fútbol y orgullo de los uruguayos.
Si senor todo un caballero, no solo del futbol sino en la vida, gracias por tu pequena historia de la trecera copa. HALA MADRID.
Y yo la viví por la radio con 10 años y lloré de alegría.
Gracias por el relato y siempre Hala Madrid!!
Excelente persona y aún más excelente futbolista. Siempre en nuestro corazón. Don José Emilio Santamaría.