Nos pasamos la vida hablando de la grandeza del Madrid. Y no nos damos cuenta. La mayor parte de las veces no nos damos cuenta ni siquiera los que sentimos esa grandeza como un orgullo. Tampoco se dan cuenta los que atacan al Madrid por costumbre. Sí, quizá, se dan cuenta los que lo hacen para ganarse el pan. Casi todo gira en torno al Madrid, y por supuesto también gira en torno al Madrid el Barcelona.
El Barcelona no existiría sin el Madrid (qué decir del Atlético, ese huésped revoltoso), pero el Madrid sí existiría sin el Barcelona. Eso lo sabe bien el culé más recalcitrante. No en vano se ha intentado cambiar el curso natural de las cosas. Se ha intentado (y logrado) artificialmente que salga la luna al amanecer durante los últimos diez años y más allá, pero al final siempre sale el sol.
Hemos vuelto a hablar de la grandeza del Madrid tras la desgraciada lesión de Asensio. Y no nos hemos dado cuenta. Mi vecino del Atleti (yo creo que todo el mundo tiene el mismo vecino del Atleti: ese individuo insistente con las cantinelas más atávicas, el vecino que te ve y no puede resistir lanzarte el dardo más inofensivo por recurrente), recién llegado de fuera, no sabía de la noticia y cuando se lo he dicho ha abierto la boca y se ha llevado las manos a la cabeza antes de mirar en derredor desolado.
Yo digo que se lesiona Koke del mismo modo y, después de algún mohín afectado, todavía sigue lanzándome algún dardo de esos flojillos, como si lo otro no fuera tan importante. Pero el Madrid es siempre otra cosa. Mi vecino es uno de esos antimadridistas que no paran de cantar, sin saberlo, la grandeza del Madrid.
Son como bardos secretos y anónimos para sí mismos. Todos somos bardos secretos y anónimos que cantan la grandeza del Madrid, sobre todo cuando no queremos serlo. Ese que se dice madridista y que sin embargo ve siempre mal todo lo que ocurre en el Madrid, en realidad es un poeta universal. Sería interesante ver el momento justo en que ese madridista en negativo se da cuenta de que es un poeta, pero eso no sucederá.
Ese madridista vivirá toda la vida, igual que todos los demás madridistas y antimadridistas, sin saber que es un poeta llamado a las mas altas cumbres de la lírica. Hasta allí llega el Madrid.
Hasta hace dos días Asensio era Ausencio. Yo diría que ya era más Ausencio que Asensio para la mayoría. Asensio era un descarte popular, un desahuciado para la afición, ya superadas y caducadas aquellas breves exhibiciones que anunciaron milagros.
Asensio volvió ayer de repente por esos fueros lejanos y luego se partió por la mitad, y en realidad es como si nos hubiéramos partido todos por la mitad, incluso los que ya sólo le gritaban Ausencio. Y no es por piedad humana esa partición sino por amor.
Todos hemos descubierto, en la desdicha, que queríamos, que queremos, a Asensio y que Ausencio no era más que el nombre de nuestro despecho. El nombre oscuro del amor. Todos esos nombres oscuros del amor que se usan para referirse al Madrid son como versos introspectivos de gran calado, de imponente hondura.
Nos habíamos olvidado de que Asensio es el Madrid y de que el Madrid es Asensio recuperado para el madridismo que lo quiere como lo lleva queriendo desde que supimos que fue a buscarlo Florentino igual que el pescador de Hemingway al pez espada.
Creíamos haber llegado a tierra con el esqueleto del pez, con Ausencio, pero nos hemos dado cuenta de que Asensio estaba fresco y brillante amarrado a ese bote y ahora nos lo han quitado y nos duele porque le queríamos, porque le queremos, porque queremos al Madrid, como todo el mundo, y no podemos dejar nunca de cantar su grandeza sin quererlo, sin buscarlo. Y sobre todo sin saberlo.
Fantástico, Mario. Aún así, a mi particularmente me sigue haciendo daño (rabia, dolor, ira) que le llamen Ausencio, maldita tiene la gracia. Pero tienes razón, muchos no saben que en realidad son madridistas (frustrados, tal vez?).
Mucho ánimo Marco, hala Madrid cabrones!
"Todos hemos descubierto, en la desdicha, que queríamos, que queremos, a Asensio y que Ausencio no era más que el nombre de nuestro despecho."
Una gran verdad para un gran texto. Una pena lo de Marco.
Muy bonito. Se agradece leer algo tan bien escrito a estas horas de la mañana, iniciando el día
Enorme Mario, y emocionante. Y estoy con Esteban, a mí también me enrabietan los ilustrados que le llama(ba)n Ausencio. Marco es garra, casta pura, es el protojugador Real Madrid. Acertado o desacertado en determinados momentos, como todos, pero yo cuando le veo, veo espíritu Real Madrid. Una pena lo de su grave lesión.