Cuando parecía haber aceptado que su rol iba a ser el de cargar con el equipo a sus espaldas, se lesiona. Cuando parecía haber aceptado que lo suyo era luchar por un puesto de titular desde agosto, su temporada empezará en marzo, como pronto. Cuando podía convertirse, de facto y de iuris, en la brújula del equipo, hay que buscar un nuevo guía del horizonte. Pero tampoco hay que levantar la mirada más allá del Canal de la Mancha; ni tan siquiera mirar con recelo a un portugués que juega al otro lado del Manzanares. Tan solo hay que contemplar al propio campo de entrenamiento donde un joven de 20 años recién cumplidos, malagueño, está llamado a armar filas: Brahím Díaz. Aunque, por el momento deberá seguir esperando a que la cruzada de las lesiones pase a mejor vida.
Marco Asensio fichó por el Madrid en una ventana invernal, terminó la temporada en su club, el Mallorca, y jugó otra completa siendo el referente del Espanyol. Llegó, debutó, tocó, la pegó y gol, ese fue su primer partido en una Supercopa de Europa; mas bien, toda su primera temporada. Mientras tanto, Brahím Díaz salió de Mánchester el pasado mes de enero en avión directo a Barajas, sin paradas de Metro intermedias, a sabiendas que su talento sería ya suficiente para combinar con Vini, Karim y Luka. Y aunque el gol se le resistió hasta la penúltima jornada en Anoeta, su talento no dejó de asombrar. En silencio, con trabajo y sin bailes excesivamente estridentes, Brahim parece haberse ganado un pedacito de la libreta de Zizou y del corazón del madridismo. Su cesión este verano parece haber quedado en agua de borrajas, porque ni él quería irse del Madrid, ni el Madrid quería desprenderse de él. Por desgracia parece que su propensión a la lesión quiere mandarle de momento junto a Asensio. Afortunadamente, para él y para el madridismo, su recuperación se espera en tres semanas, si ninguna recaída lo impide.
Brahím Díaz, una vez tenga el alta médica y deportiva, está llamado a ser el organizador y canalizador del juego entre los mediocampistas y la punta de ataque. Y aunque su posición idónea sea el extremo izquierdo, donde compite con Hazard y Vinicius, a su favor también juga su capacidad de adaptación a cualquier posición del ataque en gran medida gracias a su habilidad con ambas piernas. Probablemente, todo el mundo esperaría a ver al malagueño siendo suplente y el revulsivo que entra en el minuto 70, pero como en el fútbol el único día que importa es el hoy y no el mañana, es el momento de dar el paso adelante.
Seis meses han servido para madurar; una desafortunada y triste lesión de un compañero es la llave para escalar hasta su optimización completa como jugador del Real Madrid, cuando la suya se lo permita. Si bien ahora debe aclimatarse a la presión insistente de un Bernabéu que esta temporada no pasará ni una a nadie después de las vacaciones anticipadas de la temporada pasada, el joven delantero debe poner al primer escalón en firme para decir “aquí estoy” dispuesto para lo que me echen encima. Ahora será cubrir la lesión de un compañero, pero dentro de un lustro será él quien deba liderar y enseñar. En silencio y sin parecer un elefante en una cacharrería, Brahím es el único que sabe que todo depende de sí mismo. Aunque Bale y James se queden y sus nombres pesen más que el del veinteañero. Si de alguien depende tener oportunidades para jugar es del propio Brahim, y él lo sabe. Tiene un espejo en el que mirarse: Asensio. Y Asensio tiene un alter ego: Brahim.
veremos
Yo también apuesto por Brahim, por Vinicius o por cualquier jugador que me ofrezca algo diferente a pasar el balón o meter centros al área sin ton ni son, o girarse hacia atrás cuando el contrario les tapa el hueco.
Bienvenidos los regateadores, los imaginativos, los arriesgados.