En las últimas horas han salido noticias, rumores más bien, sobre un hipotético acuerdo para que el año que viene Marco Asensio fiche gratis et amore por el Fútbol Club Barcelona. Aunque esas noticias parecen un bulo, también parecen verdad. Es decir que se non è vero, è ben trovato que Asensio, cuyo contrato el Madrid no da la sensación de tener muchas ganas de renovar, pueda acabar de azulgrana en el verano de 2023. Que es verosímil que complete un trasvase menor e indoloro entre los enemigos íntimos parecido a lo que estuvo de moda en los primeros dos mil entre Milan e Inter. Lo peor, en realidad, es que a estas alturas al aficionado del Madrid le da lo mismo si Asensio se queda, se va al Barcelona o se retira a vender vino tinto en Japón con Iniesta. Al final ha sido verdad lo que prometían sus impresionantes hechuras cuando emergió a la superficie de la élite allá por el verano de 2016: sólo tiene 26 años pero ya lo ha hecho todo en el fútbol, hasta el punto de convertirse en la pura nada. Cuando la verdad y la mentira son indistinguibles y su repercusión, encima, es ninguna en el ánimo de la gente, ¿en qué punto se encuentra uno? En efecto, perdido en el océano de la intrascendencia.
Lo peor, en realidad, es que a estas alturas al aficionado del Madrid le da lo mismo si Asensio se queda, se va al Barcelona o se retira a vender vino tinto en Japón con Iniesta
Asensio fue robarle el Mediterráneo al Barcelona, pero el Mediterráneo ha acabado horrorizándonos, como en el poema de Luis Alberto de Cuenca. En estos seis años su involución ha sido tan grande como grandes fueron las esperanzas que pusimos en él. Inmensas, olímpicas. Asensio lo tenía todo para ser un jugador no sólo de época sino de culto: un zurdo púnico-fenicio que le daba al Real una maravillosa salida al mar; el mayor talento español desde la quinta que ganó el Mundial, un mallorquín mesetarizado, castellanizado, la refutación práctica y directa de la mentira (ampliamente difundida por esos mundos de Dios, hace poco la volvió a repetir Cantona, aunque Cantona, por antecedentes familiares, no es neutral) de que Cataluña ganó el Mundial de Sudáfrica 2010. Un talento generacional, contemporáneo de Mbappé, el genuino futbolista español del siglo XXI, del patio del colegio al universo a base de pepinazos por la escuadra. Un muchacho sin ninguno de los complejos del jugador español tradicional, que sometía Múnich sin darle importancia y que destruía desde dentro el mito del dominio barcelonista sobre el vivero de la catalanoesfera.
En gran medida Asensio se cayó sin pedestal cuando todavía no tenía ni medio cuerpo encima de él por su desinterés por gobernar. Él no estaba en el Madrid para “tirar del carro” porque a pesar del brillo cegador de su comienzo, Asensio era en realidad un retrato robot de la generación zoomer: altamente preparado para muchas cosas que no considera importantes, sin muchas ganas de implicarse en el fárrago cotidiano de las cosas, con un altísimo grado de vanidad y egoísmo y una conciencia desproporcionada de la deuda que el mundo tiene con él desde el día en que nació. Asensio lleva desde su lesión tan desconectado de la realidad como de su propio lugar dentro de la tradición madridista y española, como si nada de esto tuviera que ver con él y como si su estatus dentro del equipo fuera una cosa ajena al mérito personal y a su evolución como futbolista. Como si, en verdad, él tuviera que jugar en virtud a la mera acumulación funcionarial de trienios.
Asensio simboliza esas grandes pasiones de la literatura del XIX que una vez satisfechas conducen irremediable y groseramente a un hartazgo prematuro. En ese sentido es un jugador muy Larra
Esta actitud oficinesca ante la vida ha matado el éxtasis que causó su meteórica aparición entre la afición madridista. El madridismo puede perdonar muchas cosas pero jamás la dejadez. La pereza es el pecado capital en un club donde se puede ser genial sólo a ratos, como Guti, pero no un simple pisapapeles. Todo ese halo literario y ese aroma magnético y seductor que envolvía a Asensio, perfume de mundo nuevo, de fútbol moderno con un deje de clasicismo campeón y antiguo, se ha difuminado. Hay pocas cosas peores que vulgarizarse, quizá aceptarlo sin más, aceptarlo con el espíritu de un gregario del US Postal de Lance Armstrong. Asensio ya ha puesto caritas y hecho morisquetas asomando ladinamente el rostro amohinado a través de los canales bien conocidos a través de los cuales se han manifestado siempre los futbolistas españoles que se creen en su fuero interno, agraviados: mediante las confidencias a sus periodistas de cámara. Asensio ya ha dicho que jugar en el Barcelona es algo que él no puede decir que no ocurrirá, con lo que insinúa que se percibe a sí mismo como un principito ofendido al que se le niega el lugar que le corresponde en el gran escaparate del mundo. Por lo que si no le dejan más remedio tendrá que acudir a donde sea a reclamarlo.
Pereza, en latín, tiene que ver con la flojera pero también con el lamento. O sea, con el victimismo. Analizar el por qué un futbolista de repente deja de ser lo que se creía que iba a ser y se convierte en otra cosa peor, diferente, es una cuestión de fondo. No es fácil. Asensio se rompió la rodilla y eso, como la apendicitis, puede destruir una carrera. O robustecerla. Por lo que sea Asensio no fue nunca más el jugador explosivo de regate eléctrico y de determinación gigante que decidía semifinales de Copas de Europa. Se refugió en una versión pequeña de sí mismo, burocrática. Como a su pie izquierdo se le caen las esmeraldas, todavía le vale para machacar defensas comunes en la Liga, pero ha perdido, parece que irreversiblemente, aquella cualidad indetectable, raulesca, pero también de Iniesta, de asociarse en corto y cruzar con velcro en el empeine las líneas enemigas, siendo el rey del espacio que surge de la bruma de la imaginación, anticipándolo un segundo antes de que materialmente exista.
Digno hijo de su tiempo, lo que mejor explica al actual Marco Asensio es su condición de portada en tiempo de parón de selecciones. Nada hay más descriptivo, ni más desolador
Si Asensio se fuera al Barcelona lo haría como una especie de hijo pancatalán pródigo que regresa al seno que le estaba predestinado por geografía sentimental. En ese contexto seguramente estaría muy cómodo porque además, vendría del Madrid, de ser-pero-no-ser en el Madrid, y allí le cuidarían. No en vano aterrizaría con galones de jefe en un Barcelona de segunda fila que intenta a la desesperada recuperar el lustre perdido en el tardomessismo. Sería un fichaje moral, muy laportiano. Además sigue siendo el ojito derecho de Luis Enrique, que se conduce como seleccionador abominando de todo lo madridista y prácticamente de todo lo meridional. Seguramente el cambio de colores le vendría muy bien de cara a su carrera internacional con España. En la Selección sí que ha logrado establecerse como el asteroide menor cuya jerarquía apenas es discutida, en este caso, seguramente también, por la falta de competencia real. Con “la Roja”, dantesco apelativo, Asensio es cabeza de ratón y parece muy satisfecho de ello.
Aquejado de spleen, molesto por la inanidad del reflejo que el espejo le devuelve cuando se asoma a su propio vacío, Asensio simboliza esas grandes pasiones de la literatura del XIX que una vez satisfechas conducen irremediable y groseramente a un hartazgo prematuro. En ese sentido es un jugador muy Larra. Como una de esas grandes atracciones que terminan enfriándose, el madridismo, a estas alturas, lo que siente por Asensio es una mezcla de fastidio y de aburrimiento. Es como las últimas letras de una hipoteca demasiado larga. Ha perdido toda capacidad de sorprendernos. Vinicius, Valverde o Rodrigo le han pasado por encima como caballos de guerra que galopan desbocados colina abajo. Su protagonismo cada vez es más residual y el madridista echa en falta un arranque de orgullo, de gallardía, cuya ausencia también es completamente zoomer. Digno hijo de su tiempo, lo que mejor explica al actual Marco Asensio es su condición de portada en tiempo de parón de selecciones. Nada hay más descriptivo, ni más desolador.
Getty Images.
Pues yo le veo más en el Arsenal... y que amplíe la lista junto con Ozil, Odegaard y compañía. Le faltan arrestos para destacar en el RM actual, por fin tenemos la dupla perfecta entre la capacidad física y la técnica, junto con un gran ambiente de vestuario.
Mucha suerte para él, dónde quiera o pueda acabar jugando.
Pues si tiene que irse que se vaya pero a la farsa no, aunque eso ya no depende del Madrid a estás alturas, eso sí la farsa tiene bastante cubiertas las posiciones donde podría jugar Marco, no sería muy inteligente por su parte ir a ese equipo, se supone que querrá un sitio donde tenga asegurado ser titular (al menos al inicio), en todo caso éste año que juegue de falso 9 antes que Edén.
Lastima de jugador con lo que prometía, a mí aún me alegraría una renovación.
Yo estoy muy de acuerdo con Don Antonio. La verdad, la desidia con la que juega acabó por cansar a casi todo el madridismo. Por mi, puede acabar en “el palancas” si quiere y desea.
Monumental artículo. Siete párrafos gloriosos. Gracias!
El hueco que dejaría en la plantilla, sería un hueco que pueden rellenar perfectamente Sergio Arribas o Brahim Díaz. Ambos encajan en la posición de Asensio, y estoy seguro de que estarían encantados de ocupar su posición, aunque sea partiendo del banquillo.
Por mi parte, si Asensio acaba en la esquinita, no me voy a llevar ningún disgusto.
Saludos.
Que gran artículo, define muy bien lo que sucede, le deseo buena suerte y que donde vaya logre ponerle mas interés (huevos)
Qué se vaya a la barca a la deriva. Es muy propio e idóneo para el laportismo.
Gracias por los servicios prestados y hasta nunca.
Recuerdo la rueda de prensa de Mou cuando no hacían más que preguntarle por Pedro Leon y po qué no jugaba. Mou contetó aquello de "pero, que es Pedro León, no es Maradona"
Lo mismo para Marco Asensio, por qué tanto revuelo, es Marco Asensio, no es Benzemá, ni Modric, si no juega no pasa nada y si se quiére ir tampoco.
Precisamente por que no juega en el Madrid va a la selección de Luis Enrique, si no, de qué.
No me gusta reforzar al enemigo en ningún caso, ni aunque sea con un jugador prescindible. Más tranquilos todos si acaba en el Milan. Aunque, como dice el autor, es un fichaje muy Laporta. No olviden que el Primer Laporta fichó a Etoo (Aquí inciso: fue fichado por cortesía de Don Florentino, oye, qué majo es Don FP con los Farsas de Laporta, no viene de ahora su devoción por salvar al enemigo justo cuando está en su peor momento, después vendrán los lloros y los cerocuatros que son todo lo irrelevantes que queráis, pero jod.n), En fin, que desde el fichaje de Etoo y su glorioso "Madrid ca..ón" se consolidó una rama secundaria del Relato: El del exmadridista resentido y vengativo que copa portadas de la prensa dizque española. Por suerte, solamente fue Samuel el que nos hizo verdadero daño: Los Milito y compañía son anécdotas. Pero estoy seguro de que Jan lo intentará para volver a su querido marco mental de 2006-2009 que es lo que está buscando (y de paso, suponer que tiene 25 kilos menos de peso)
Abrazos madridistas.
Los que realmente me conocen saben de mi tendencia a ser justo. Así pues, iniciaré el comentario reconociendo la calidad del futbolista balear. No me extenderé en detalles al respecto.
Tuvo una grave lesión que , a mi parecer, superó adecuadamente. Mérito suyo y de los profesionales del Real Madrid que le apoyaron. Cada uno de los jugadores , llegados a este nivel, son empresa. Y eso conlleva , además del ego y la vanidad humana, los intereses (no nos olvidemos de las agencias que representan a los futbolistas de élite) económicos.
Es lógico que el Real Madrid , considerando también las empresas que suponen los Vinicius, Valverde, Rodrygo y alguno que ya se divisa por el horizonte blanco, no muestre desespero por renovar -mejorando significativamente las condiciones económicas de Marco Asensio- el contrato. No sería humano.
Llegados a esta, no hará falta recordar en detalle frases desafortunadas del ex del Mallorca. Y algunas caritas y actitudes indolentes. Uno preferiría que no se fuera al maligno . Es más, si yo fuera él y en realidad están interesados los "gunners" y los lombardos, me iría al Arsenal o a Italia. Pero es posible que el club "requetefinanciado", además de rescatado estatalmente , y condonado moroso le pague Mas que nadie y recale en la secta nazional-culerista.
En otro orden de cosas apunto que " se non è vero, è ben trovato" es una frase que no se utiliza en Italia. Inexistente. Corroborado por personas italianas a las que he inquirido al respecto.
Algún fan de Richard Dees que pueda iluminarme... a quien se refiere este con Nicolasito Pertusato? A David Sánchez???
Sí, al mismo.
No sabemos que le ha hecho Marco al señor Valderrama, quizás le deba alguna cerveza, pero lo que está claro es que no ha visto el partido del Leipzig o de Suiza. Marco tiene calidad de sobra para jugar en el Madrid, para dar minutos de calidad y sería una pena perderla. Que todo lo blanco es devaluado en el mercado está más que claro, pero pensar que Asensio recibió una ridícula oferta de 20 kilos este verano del Newcastle cuando por Bellinghams que no han empatado con nadie nos piden 100 y Pedris y Gavis tienen cláusulas de 1000, avergüenzan un poco. Marco está triste porque no juega, porque quiere triunfar en el Madrid y ahora no puede. ¿Que tendría que estar?¿De fiesta?¿Contento con una sonrisa en la boca? Está luchando y cuando Carletto le da minutos lo da todo, lo mismo que el pobre Mariano, al que por alguna razón, nos hemos creído lo que dicen los periodistas y en el Bernabéu le llaman golfo. ¿Por qué?¿Por querer seguir triunfando en el Madrid?¿Marco es malo por no estar seguro de quedarse y Mariano es malo por no querer irse?¿Es que estamos locos? Ojalá hoy pueda jugar en Braga y demuestre a mucho pipero el valor de este mallorquín de corazón blanco y alma rojigualda.
El momento de lo de tirar del carro… le ha destrozado la carrera aquí.
La explicación a todo esto que le pasa a Asensio es que da la impresión de que no tiene una cabeza bien amueblada.
No parece ni inteligente, ni sensato, ni parece tampoco que tenga un entorno que le aconseje bien.
Es una pena porque su problema se soluciona poniendo interés en su trabajo, con ganas de ganarse el puesto desde la humildad. Y ya estaría, porque con su calidad y la cuarta parte de lo que pone Gavi en el Barça, se saldría.