José Araquistáin es uno de los grandes guardametas de la historia del Real Madrid que lograron conquistar el Trofeo Zamora. Además continuó con la estirpe de porteros vascos en el club tras Calleja, Juanito Alonso o Berasaluce.
Originario de Azcoitia perteneciente a Guipúzcoa (4 de marzo de 1937), su buen desempeño en la Real Sociedad le valió para fichar por el Real Madrid en 1961, en una operación en la que los madrileños pagaron seis millones y cedieron a Eguskiza, Villa, Raba y el sueco Simonsson a los guipuzcoanos. En el cuadro txuri-urdin hizo gala de unas condiciones magníficas siendo la agilidad, su dominio del área pequeña y su excelente despeje de puños las principales virtudes.
La competencia en el marco capitalino era feroz a su llegada, y tuvo que competir con dos monstruos de la talla de Vicente y Betancort, si bien es cierto que también él atesoraba gran calidad. En sus siete temporadas no gozó de excesiva continuidad, y únicamente se sintió indiscutible una campaña. En su bagaje hay un total de 97 partidos oficiales que le llevó a adornar su palmarés con siete títulos: cinco Ligas, una Copa y la Copa de Europa de 1966, de la que hoy nos habla en La Galerna.
El curso de su estreno fue el mejor en cuanto a rendimiento y resultados. Miguel Muñoz le confió la portería en detrimento de Vicente y con grandes actuaciones, como ante el Atlético o el Zaragoza en casa, y el Athletic Club a domicilio, ayudó al equipo a ganar la Liga. La zaga formada por Casado, Santamaría y Miera brilló por su solidez y el arquero vasco con su fenomenal papel alcanzó el Trofeo Zamora al recibir 19 goles en 25 partidos (una media de 0,76 por encuentro). En esa misma campaña jugó la final de Copa con éxito al vencer los blancos al Sevilla por 2-1, y la de Europa ante el Benfica en la que se cayó por 5-3.
Sin embargo, en las temporadas venideras fue relegado a la suplencia primero por Vicente y luego por Betancort. En el curso 1963-1964 actuó en 14 partidos de Liga por la rotación en el puesto planteada por Muñoz junto al cancerbero catalán. Pero en la campaña posterior una lesión en el mes de octubre cortó de cuajo toda posibilidad de continuidad, y Betancort se hizo el amo y señor del puesto en los siguientes cuatro años. Disputó eso sí, pasando así a la Historia con letras de oro, la vuelta de la semifinal ante el Inter de la Copa de Europa de 1966, así como la Final cuyo aniversario celebramos hoy.
Con 30 años puso punto final a su carrera como madridista, y en el verano de 1968 se marchó traspasado al Elche.
En su trayectoria como internacional español sumó seis partidos, los cuatro últimos cuando ya militaba en la entidad de Chamartín. En 1962 entró en la lista de Hernández Coronado y Helenio Herrera para el Mundial de Chile, donde disputó el decisivo encuentro ante Brasil que mandó a casa a los españoles después de perder por 2-1.
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