En tan solo unas horas el Real Madrid visita San Mamés para enfrentarse al Athletic Club en el Viejo Clásico del fútbol español. Este duelo tiene la misma denominación que los Real Madrid- F.C. Barcelona ya que se ha dado en todas las ediciones del Campeonato de Liga, produciéndose el primero de todos ellos en 1903 en una final de Copa.
Allá por 1929 se impulsó el Campeonato Nacional de Liga y a principios de ese año se disputó la Copa, que era el título más importante entonces y con el que se conocía al campeón de España. El sorteo, en la mano azarosa de Luciano Urquijo, presidente del Athletic Madrileño, deparó unas semifinales Real Madrid – Athletic y Español – F.C. Barcelona por el otro lado del cuadro.
Los blancos llegaban tras eliminar al Racing de Madrid y los vascos después de deshacerse del CD Castellón en cuartos de final. Aquella eliminatoria, conocida como “El partido de las ranas”, resultó histórica porque significó el primer triunfo oficial del equipo blanco en San Mamés, que hasta entonces había salido escaldado en sus cuatro visitas anteriores (4-1, 5-0, 3-1 y 3-1).
El choque en el coliseo bilbaíno se celebró el 27 de enero de 1929, al que llegó el Real Madrid con un triunfo en la ida en Chamartín por 3-1 (Triana, Uribe y Rubio por los merengues y Calero por los leones). Según relata El Libro de Oro del Real Madrid, “El partido blanco fue mediocre” y “La moral del Athletic Club subió mucho”. De este modo se explican las declaraciones tras el choque del capitán vasco Ramón Lafuente, que apuntó: “El resultado no ha sido bueno, pero tampoco ha sido malo”. Ahora debían ganar en su estadio para buscar un desempate.
La previa del choque fue contada al detalle en El Libro de Oro: “Vizcaya se encomendó a su santo favorito. Rogativas, preces, triduos, novenas y votos intercedieron pidiendo agua. Ese era el factor principal y con el que se conformaban. ¡Que llueva, que llueva! Atendió San Mamés las súplicas de los devotos del Athletic Club, y todas las cataratas del cielo se volcaron sobre Bilbao. Llovió con ganas durante varios días. La víspera de la competición, sin embargo, el agua cesó de caer. Hizo un día de sol magnífico, lo que si fue conveniente para el agotamiento de las entradas, hizo encogerse el corazón de los partidarios del régimen húmedo. Se renovaron las súplicas, atendidos, cómo no, por el bienaventurado San Mamés. A medianoche ya estaba lloviendo, y, salvo breves momentos, el agua cayó implacable hasta después de llevarse media hora de juego. Naturalmente, el terreno de estaba incapaz, por completo encharcado y cubierto de fango, sobre todo delante de las porterías”.
La razón del sobrenombre de “El partido de las ranas” fue que una empresa local quiso hacer publicidad de uno de los nuevos productos de su catálogo, entregando a los espectadores un juguete que emitía un sonido similar al croar de una rana.
Otra de las anécdotas de esta eliminatoria fue el viaje de la expedición merengue al País Vasco. En La Voz su enviado especial, A. Cruz y Martín, contó que los madrileños realizaron “la heroicidad del viaje en autocar perdiéndose en el camino, con un aumento del itinerario de cien kilómetros”.
El partido no contó con la presencia ni del presidente vasco Manuel de la Sota (“quería conservar su corazón intacto”, La Voz dixit) ni del máximo mandatario blanco Luis Urquijo, marqués de Bolarque. Según cuenta El Libro de Oro, el presidente merengue “no tuvo fuerzas para resistir la emoción” y “en unión de Pablo Hernández Coronado se marchó a la finca familiar de Llodio en automóvil y retornó ya casi mediado el segundo tiempo” para llegar con el choque concluido. Además, el famoso exjugador blanco Eulogio Aranguren, debido a los nervios, decidió seguir el partido desde su coche, aparcado en las cercanías del campo de juego bilbaíno.
San Mamés, que presentaba un lleno con 8.500 espectadores en las gradas, no paró de animar desde 45 minutos antes del pitido inicial con el famoso juguete llamado “La mascota del triunfo”. Para el Heraldo de Madrid eran “unas ranitas más molestas que ruidosas”, que “debió prohibirlas la autoridad”. Además, el cuadro vasco había recuperado a Roberto, Lafuente y Larracoechea, que eran dudas hasta horas antes del encuentro, y el optimismo campaba en la ciudad. La lesión a los cuatro minutos del interior izquierda madridista Luis Uribe animó más a los locales que empezaron a volcar el juego por su banda diestra. Sin embargo, pese a contar con solo diez jugadores sanos y con un terreno de juego embarrado que no le favorecía el Real Madrid, se mostró tan netamente superior que la afición vasca admitió con deportividad la eliminación y aplaudió a los capitalinos.
El equipo madridista apretó en la segunda mitad y así llegaron los tantos de Triana y Gaspar Rubio y, después de recortar el Athletic (Urquizu en propia puerta), los de Lazcano y otra vez Rubio. El Libro de Oro en su análisis del partido apuntó que la “táctica fue admirable y sabia” y destacó en el plantel a Triana por su “seguridad e inteligencia”, a Rubio por su “rapidez en la concepción de las jugadas”, a Lazcano por su “eficaz cooperación” en la zona de ataque y a Quesada y Urquizu por su “seguridad y aciertos insuperables”, lo mismo que a Cabo por su “valentía y acierto” en la parte defensiva. Aquel 1-4 significaba la primera muesca y la primera exhibición del club madrileño en una Catedral con más de 15 años de vida.
Al término del choque, personalidades de ambos bandos expusieron sus opiniones acerca del encuentro y la eliminatoria. Por parte local Luis Errasti, vicepresidente del club vasco, manifestó: “No hemos merecido la derrota. El Athletic ha dominado intensamente en todo el primer tiempo; pero sus delanteros han tenido poca fortuna. El Madrid me ha producido excelente impresión”. En los visitantes madridistas, el técnico Quirante se mostró “contento y cree que lo seguirá estando. Lo que ha hecho hoy el Madrid no lo ha hecho nunca ningún equipo en San Mamés”. El capitán Quesada afirmó que “aguantar sin un goal el primer tiempo era respirar. Y ganar con diez hombres una satisfacción”. Además, Fernando Gutiérrez Alzaga, presidente de la Federación Vizcaína, lamentó “que nuestro Athletic no haya podido ganar en San Mamés a diez jugadores del Madrid”, mientras Luis Iceta, célebre exjugador de los leones en los años diez, comentó que “en el primer tiempo ha debido ganarse el partido. El Madrid es un gran equipo. Pero la diferencia de cinco tantos (por el global de la eliminatoria) es excesiva”.
El éxito blanco en San Mamés se vio recompensado tras la vuelta del equipo a la capital esta vez por tren. En la estación del Norte varios centenares de aficionados se congregaron para recibir con aplausos a los futbolistas, que fueron llevados a hombros por los andenes de la estación. Según recogió El Sol hubo “numerosos vivas al Real Madrid y enorme entusiasmo” y “la junta directiva del Club estuvo en su totalidad para recibir a los jugadores”.
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Qué maravilla de historia y de articulo. Que nunca perdamos nuestra historia, que ésta también la es aunque, desafortunadamente, no suscite el interés que debería. ¡Enhorabuena, maestro!