1. Dos Champions, una Liga, una Copa del Rey, una Supercopa de España, dos Supercopas de Europa y dos Mundiales de Clubes, el último conseguido brillantemente hace pocas horas. Nueve títulos para un hombre 10, un entrenador que representa todas aquellas virtudes que han hecho del Real Madrid el mejor equipo de la historia.
Larga vida, Ancelotti.
2. Ya se conoce la terna de candidatos a The Best: Benzema, Messi y Mbappé. A partir de ahora comienza el debate estéril, el que llevará a radicalizar las posiciones sin escuchar al contrario, sin analizar lo sucedido en el terreno de juego. Por una vez, y espero que sirva de precedente para otros premios, me gustaría huir de este sinsentido, ser lo más objetivo posible y no dejarme llevar por forofismos.
Vamos allá:
La Champions de Karim (pieza indiscutible de la que ya es la mejor Champions de la historia) es irrepetible, digamos, por hilar un poco más fino, que su majestuosa actuación se mea (con perdón) en la de cualquier competidor. Que le den el The Best, la Torre Eiffel y una de las Torres Picasso. La gloria eterna ya se la ganó en la Decimocuarta.
Ya ven, a veces ser objetivo no es tan difícil.
3. El fuera de juego semiautomático, el que se empleó en el Mundial de Qatar y en el Mundial de Clubes que acabamos de disfrutar, es un gran invento. Y mejorará todavía más cuando se convierta en automático. Da igual que sea por medio cuerpo o por una uña: es o no es.
Si el margen para el fuera de juego aumentase a un metro, el debate continuaría: nadie estaría contento con un fuera de juego de 101 centímetros. Todo lo que sea ayudar al colectivo arbitral, tan opaco en el 2023 como la Inquisición en el siglo XVI, será positivo para el espectador y la justicia en el deporte. Por cierto, hablando de justicia, ¿les he dicho ya, abandonando los forofismos, que es de justicia que Benzema se lleve el premio The Best?
4. Me llama mucho la atención, cuando se habla de los problemas en defensa, de la portería a cero, de los goles encajados o del pequeño bache de juego que está atravesando el Real Madrid, que nadie hable del factor Casemiro. Su salida se vivió, para mi sorpresa, con gran tranquilidad entre la afición madridista, como si sustituir al mejor centrocampista de la historia del Real Madrid fuese fácil. El fichaje de Tchouaméni, poseedor de un montón de virtudes que, perdonen mi atrevimiento, yo nunca he visto, no ha tapado (ni creo que lo haga nunca) el, al menos para mí, inmenso vacío que dejó el brasileño. Equilibrar ese centro del campo es prioritario si queremos terminar la temporada levantando más títulos.
5. Tengo la impresión, puede que equivocada ya que no pude disfrutar de aquella época iniciática, de que Twitter Madrid se ha convertido en lo que no hace tantos años criticaba. Lo que otrora fue un producto fresco, original y reivindicativo, un lugar de encuentro y libertad, una especie de movida madrileña surgida después de décadas de caspa y control de la información por los medios tradicionales, es ahora un lugar crispado, con famiglias y militancia cabezona, un conmigo o contra mí, sin matices. Puede que haya idealizado esa época, puede que nunca haya sido así y puede que la ilusión (la mía) vaya mermando con los años.
6. Vinicius es un jugador superlativo, uno de los mayores talentos de las últimas décadas. Él siempre lo intenta: una vez, y otra, y otra más. No desfallece, no recula ni especula. Ese carácter tan madridista es su mayor virtud, rompe las defensas, abre hueco, desborda, llega a la cal, suelta el balón hacia atrás y, en muchas ocasiones, ¡no hay nadie! para rematar, el área está vacía.
Ayer vi una jugada de Endrick en la que hace un sombrero y luego una media chilena. Esa exquisitez, a pesar de que fue lo que más se destacó, no me pareció lo más importante. Sus movimientos antes del remate eran, vista la orfandad de Vinicius, lo destacable. Endrick acompañó al extremo, se fue moviendo por el área siguiendo la jugada, se echó atrás cuando preveía un pase a esa zona y adelante cuando vio el hueco hacia el que fue el balón. Esa virtud, esa colocación de delantero, de cazagoles, de estar atento a los rechaces, a los centros, la hemos perdido. Exceptuando a Benzema, que ya hemos dicho mil veces que no es un 9 al uso, nadie sigue a Vinicius, nadie se aprovecha del enorme desgaste que hace partido tras partido.
7. Vamos a ganar esta Liga. Hay mil razones para hacerlo. A mí, así, a bote pronto, se me ocurren dos. Una por mi padre, que me dijo cuando era pequeño —él lo sabía entonces y ahora ya lo sé yo— que Di Stéfano es el mejor jugador de la historia del fútbol; y otra por mi sobrina, que a pesar de que mi cuñado suelta cuatro tacos cada cinco palabras, solo se permite utilizar una pequeña palabrota.
Sí, esa, la que resume todo.
Vamos a ganar esta Liga porque somos el puto Real Madrid.
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