“No se metan con mi locura: es sagrada”, dijo una vez Salvador Dalí. Dalí fue portero en su juventud, lo cual explica el origen del surrealismo mejor que cien tratados de Historia del Arte.
Fútbol y locura siempre han ido de la mano. Paul Gascoigne, “Gazza”, el mítico centrocampista inglés, estaba como las maracas de Machín. En una ocasión se disfrazó de avestruz y se puso a cerrar bares hasta que se lo llevaron a casa emplumado y más cocido que los hielos de un cubata. A Guillermo Marino, ex del Bocca, su “míster” quiso sancionarlo por llegar tarde a un entreno (que dicen allí) y él puso como excusa que había sido abducido por extraterrestres. El caso es que relató su experiencia con tanto detalle y convicción (los hombrecillos verdes, las sondas cerebrales y todo eso) que logró que le quitaran la multa.
El Real Madrid también ha tenido sus dosis de locura. Tuvimos a Beckham que sería muy guapo y tal, pero yo creo que no estaba muy bien de lo suyo porque pagaba a un tipo 1.800 libras por abrirle los regalos de Navidad. Y luego está Gravesen, claro, el loco blanco por antonomasia, que una vez plantó explosivos en el campo del Hamburgo SV “porque se aburría.”
Tampoco la afición del Real Madrid está en condiciones de señalar la locura de nadie. Una gran parte de la hinchada merengue está más zumbada que el pecho de Tarzán y cuando el equipo gana se agarran unos disgustos tremendos porque la defensa no sé qué. Locura sublime es ser del Madrid y vivir amargado. Como casarse con Sydney Sweeney y en la misma ceremonia nupcial profesar voto de castidad.
El loco madridista tiene una cierta vena paranoide que le hace ver crisis por todas partes. Cuando un merengue desequilibrado entra en barrena, irrumpe en la habitación y empieza a exigir el cese de los muebles; es en ese momento cuando sabes que debes aumentarle la dosis de centrocampistas y prohibirle ver los directos de Iñaki Angulo. El delirio del orate madridista alcanzó esta temporada el paroxismo cuando llegó Incluso a pedir el cese como entrenador del Madrid a técnicos de otros equipos; como cuando Xabi Alonso perdió en fase de eliminatoria de Champions.
Pero, oigan, para locos, los del Fútbol Club Barcelona. Ahí sí que no carbura fino ni el utillero. Fíjense si estarán mal de la chola que ahora les ha dado por vender palcos VIP que no existen. Jajá. Uy, qué risa, tía Felisa. Pobrecicos míos. Que ves el balance de cuentas que presentaron a la Liga y allí está la venta de palcos imaginarios, de la Torre Eiffel, del Tesoro de Sierra Madre y de naves en llamas más allá de Orión. Y con eso han inscrito a Dani Olmo. Bendita locura.
A los locos, ya se sabe, hay que darles la razón. Por eso Tebas y el CSD permiten que el Barcelona siga poniendo a Olmo en el campo a pesar de la notable irregularidad que eso supone. Que igual algunos pensamos que el Barça lleva cometidas al menos siete alineaciones indebidas desde enero, pero eso es porque estamos loquísimos, oiga. Producto de nuestra enferma imaginación, nada más.
— Esas siete alineaciones indebidas que dice usted… ¿están aquí con nosotros en esta habitación, en este momento? — nos pregunta el psiquiatra de guardia del CSD, justo antes de ponernos la camisa de fuerza.
La salud mental, en fin, brilla por su ausencia en el mundo del fútbol; pero si hay un club en el que los chiflados se han hecho con el timón definitivamente, ese es el Atlético de Madrid. El club del Metropolitano se ha convertido en el Pequod al mando del capitán Ahab, obsesionado con matar ballenas blancas, aunque eso le cueste irse a pique. “¡Muere, maldita ballena, desde la sima del Manzanares yo te apuñalo!”, grita el Cholo mientras se hunde agarrado a un arpón con pelo injertado. Pero el cetáceo puñetero sigue nadando tan campante.
Un usuario atlético de twitter/X, la red social con más lunáticos del universo, colgaba esta semana un mensaje asegurando que iba a cambiar de frutería porque en la suya “tienen una zona empapelada, literalmente, con posters de las Champions robadas por los vikingos”. Y remata: “eso me obliga a desplazarme en coche a otra (frutería) bastante alejada. Qué le vamos a hacer.” El drama de este aficionado, puede expresarse en forma poética:
Le he dicho a mi especialista
psiquiátrico esta mañana
que cambio de frutería
porque veo madridistas
entre peras y manzanas.
Y que incluso juraría
que me cabe la certeza
que acecha entre las cerezas
y los higos de Samoa
el tanto que de cabeza
marcó Ramos en Lisboa.
Veo a Bale en los melones
y las manzanas reinetas
haciéndome una peineta,
a Modric en los limones,
a Fede en las cebolletas.
Lo juro por Simeone
que he perdido la chaveta.
Siguiendo este hilo de perturbación mental, el grito de auxilio de este indio doliente fue secundado por cierta periodista atlética llamada Carmen Calvo, quien respondió en Twitter/X con esta perla:
“Hace tiempo que me ronda una idea en la cabeza #ConsumeSoloAtleti. Y me refiero a todo: pintores, electricistas, fontaneros, psicólogos, abogados, peluquería… A ver si alguien es capaz de crear una app.”
Estimada doña Carmen, yo de crear apps no tengo ni idea, pero puedo proponerle un nombre para la iniciativa: la Applética de Madrid. Por lo demás, la idea me parece fantástica. ¿Necesitas un pintor? Applética. ¿Un fontanero? Applética. ¿Un psicólogo (y, por Dios, que si se toma esto en serio lo necesita con urgencia)? Applética. Siempre que la usas, aparece en tu casa Gonzalo Miró en cuestión de minutos, que sabe de todo y goza de una inmaculada pureza de sangre rojiblanca.
Applética podría funcionar al modo de una especie de Siri india, que cubre todas tus necesidades:
— Applética, necesito a alguien que venga a solucionarme una plaga de zarigüeyas que tengo en casa, ¿está Juanfran disponible?
— No, hoy libra.
— Pues vaya palo.
— No pasa nada, te envío de inmediato a Simeone.
Y Simeone llega, se pone con lo de la plaga y, al cabo de dos horas, estás viviendo debajo de un puente porque, de algún modo, ahora las zarigüeyas tienen las escrituras de tu casa.
— Oiga, ¿no se supone que venía exterminarme la plaga?
— Lo siento, señora Carmen Calvo, no ha podido ser. Es una zarigüeya vikinga: juega sin defensas y siempre gana; pero hágase cargo de que se lo hemos hecho pasar fatal durante la mayor parte del tiempo. Aquí tiene la factura.
Y mejor que la pagues, porque si no Applética te envía a los chicos del Frente Atlético, momento en el cual la simple locura graciosa se torna en psicopatía. Así que mejor dejarlo correr.
Les deseo a todos ustedes una buena salud mental.
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Cómo me he reído con este loco portaanálisis. Cabe recomendar el "Elogio de la locura" de Erasmo de Rotterdam; sí, el del programa Erasmus europeo de intercambio de estudiantes.
Perdón, no es portaanálisis.
Uno lee a don Luis, se destornilla (que decía el gran Ibáñez), se reconcilia un poquito con la Humanidad y después busca un sombrero para poder descubrirse la próxima vez que tenga la venturosa ocasión de leerle.
Ya lo decía el chotis...
Si cambió de frutería
Ese señor "colchonero"
Por los "postres" que, en su día,
Había colgado el frutero...
Propongo que, de inmediato,
Cambie de afición también...
Pasará mejores ratos
Que sufriendo al balompié.
Mas si el tipo es obstinado,
Y sigue con su tortura,
Si encuentra el higo apropiado
Puede aliviar su locura:
"Fui siempre partidario
Del fruto de la higuera,
A mí me das el higo
Y yo dejo la pera.
Y dejó la manzana
Y hasta el melocotón...
Vengan higos, vengan higos,
Quiero darme un atracón..."
El síndrome del penalti sigue ocupando seriamente a los periodistas . Es un caso digno de estudio.
El penalti no se borra de las cabezas. El penalti hace perder papeles, perder partidos , perder la cabeza por amor a la justicia.
El entrenador está confundido, no sabe por dónde tirar, se deja el chándal atado en la cintura como cuando vas de paseo y hace calor. Yo diría que es de noche.
Si no se lo pone , que lo deje en el banco. Nadie se atreve a decírselo.
Ahora está improvisando e inventa una nueva manera de animar que consiste en agitar las manos como los curas de Nueva Orleans , ya no sube y baja los brazos . Algo está pasando , pero será mejor no decir nada . A ver si alguien pilla el estribillo.
Los jugadores le ven y prefieren no mirar. Le ven como le cambia la cara, como en las películas de miedo. Les cambia cuatro veces de posición, esto parece un nuevo baile . Nadie lo entiende pero hay que seguir, no decir nada.
Es otra vez el penalti. Ahí está, ahí en la portería, aunque jueguen con otro equipo y sea otro día, está la portería . No habrá que cambiar esa portería .
Claro que es la portería y cualquiera se atreve . La del penalti. Esto no hay quien lo aguante, sigue ahí.
Qué cambien la portería y el chándal . No presentarse. Algo , por favor. Cualquier cosa menos volver al penalti.
Gran columna, la locura en pequeñas dosis está bien, lo de infringir las normas que hace el Robalona es cordura de la mala, ¡y como está la Sweeney!
Genial!
Jajaja. Me parto.
Por cierto, no sé decir qué me parece más ridículo: el pelopo injertado, el chungo chándal o que quiera convencer a todo el mundo de que han hecho tanto daño al Madrid que los van a recordar con terror.
Excelente, es bueno siempre mantener la cordura ante tanta estupidez humana.
El palancas f.c. tramposos y corruptos juegan con cartas marcadas este lodazal pestilente y putrefacto que es la liga
A ver si os pensáis que estamos nosotros mucho mejor que ellos, ver a este Madrid aburre hasta a los funcionarios de este país y mira que es difícil aburrir a un funcionario