Anticlímax

Buenos días. Ya está aquí el parón de selecciones, bajón por antonomasia para el madridista a quien el fútbol de federaciones nacionales le resulta de escaso interés. Es como cuando tu novia se iba de Erasmus a Italia haciendo entrar tu vida amorosa en un paréntesis ya de por sí incómodo y, encima, de imprevisibles consecuencias. Incómodo porque tu pasión, claro, quedaba en barbecho, y de imprevisibles consecuencias por la proliferación allá en su destino de otros estudiantes capaces de inocular en nuestra pareja el salaz virus de la infidelidad.

Lo de la pasión, trasladado al símil futbolístico, es fácil de captar: por quince días habremos de renunciar a ese metafórico coito con nuestro equipo en que consiste el visionado de sus evoluciones. Lo de las imprevisibles consecuencias no va en este caso tanto por el lado de los cuernos (no imaginamos a Lucas Vázquez sucumbiendo a los arrumacos y las zalamerías de, verbigracia, Busquets) como por el de las lesiones. No sería la primera novia que mandamos a la universidad de Pisa y nos vuelve con la triada, que no es precisamente una castellanización del noble arte del menage a trois.

Kilómetro cero, indica As, y si bien compartimos cierta curiosidad por los primeros pasos de esta nueva selección española, desprovista al fin de algún que otro lastre, no es suficiente como para sobreponerse al lamento por tener que perder de vista a nuestro Madrid durante muchos, demasiados días. Los parones de selecciones son siempre un inconveniente, pero este primero, que llega cuando la temporada acaba de empezar, supone un anticlímax especialmente fastidioso. Se va nuestra novia a la universidad de Lieja, o a la que sea, cuando sendas anatomías apenas habían empezado a aprender a ensamblarse bien en sus lúbricos revolcones veraniegos. Déjennos en paz.

Y sí: muy bien. Muy bien que ahora haya más madridistas en la selección, pero al propio tiempo se incrementa la probabilidad de que les metan mano, nosotros nos entendemos. Se multiplica el orgullo, pero exponencialmente se multiplica el ruido en torno al Madrid. "Zidane está poniendo en riesgo la convivencia y el futuro de la selección al no poner en el equipo a... (o a..., o a..., y así hasta cinco veces, o seis porque falta por lesión Isco que estaba en la lista)". Lo oiremos.

Por lo demás, Sergio indica que le parece una sorpresa que no esté Iker, acaso porque ya disfruta agrandando su entrañable leyenda de berzotillas despistado a quien todo el mundo quiere. Acaso lo hace adrede. Y Lopetegui que tiene mariposas en el estómago: se las respetamos, las comprendemos y de corazón le deseamos todo lo mejor.

El Barça, por su parte, ha fichado a Alcácer. Sin duda se habrán desatado las hostilidades por parte de la afición valencianista hacia el Barça, esa institución que no respeta a los rivales y rompe la baraja de la Liga a golpe de talonario. Sin duda, asimismo, se ha abierto la veda de las críticas por parte de los medios: este Barcelona prepotente que, haciendo gala de una actitud imperialista, se permite esquilmar a sus rivales y relegar al ostracismo a un jugador que, a la sombra del tridente Mercosur, apenas tocará bola con el consiguiente daño para su integridad moral y (de nuevo) el equipo nacional aka La Roja, que verá así depreciarse a uno de sus grandes activos en la delantera. La afición del Barça y la prensa patria, en pie de guerra contra el FC Barcelona y EDDACCR (El Director Deportivo Antes Conocido Como Roberto).

But wait... ¿Lo están? ¿Están en pie de guerra, o por ventura hay conflictos bélicos que solo se desatan contra el Real Madrid C. de F.?