Zinedine Zidane, Karim Benzema y Kylian Mbappé, además de ser franceses, tienen en común que por sus venas corre sangre argelina. En el caso de Zizou, sus padres Smail y Malika nacieron en Argelia y se instalaron en Francia en los años 60, huyendo de la guerra. Por parte del Balón de Oro de 2022, los orígenes le vienen por ambas ramas de la familia, aunque su padre Hafid sí nació en Argelia (Tigzirt), mientras que su madre, Wahida, lo hizo en Lyon cuando sus padres habían emigrado al país francés. Mientras que al nuevo fichaje blanco la ascendencia le viene por parte materna, sus abuelos, Saliha Ait-Abbas y Mohand Said Lamari, son naturales de Amizour (wilaya de Béjaïa), en la región de Cabilia y, tras emigrar a Francia, su madre, Fayza Lamari, nació en Bondy.
Muchos años antes que todos ellos, jugó un argelino en el Real Madrid: Haken Amar. No perteneció a la plantilla merengue, sino que disputó un amistoso como prueba para un posible refuerzo del cuadro madridista a comienzos de 1949. Fue la estrella del Atlético de Madrid, Larbi Ben Barek, el que sirvió de intermediario para que Amar llegase a Madrid.
El argelino era un total desconocido al que describió así Barreira, periodista de Semanario Gráfico de los Deportes de MARCA, cuando se lo encontró antes del partido en el vestuario: “tiene una facha pinturera, un fino bigotillo, es delgado y elástico. No es negro, sino levemente moreno y tiene modales reservados y corteses”. Para conocerlo un poco más, Amar se explayó en una entrevista con el medio deportivo: “Nací en Sidi Bel Abbès. Tengo 23 años, peso sesenta y cinco kilos. He jugado de medio centro y ahora lo hago de medio volante. En mi tierra, jugué en el USMBA; luego en el Toulouse, más tarde en el Stade Montmorency, de París, y últimamente, en el Burdeos. Practiqué el baloncesto y también el atletismo corriendo los 100 metros en 11 segundos y los 1.500 metros en cuatro minutos”.
Confirmó que la recomendación al cuadro madridista se produjo a través de Ben Barek porque “he jugado contra él y nos conocemos”. Admitió saber “poco del fútbol español” y que era la “primera vez que tengo el honor de venir a España. Solo conozco algunos jugadores españoles que actúan en clubs franceses, y, naturalmente, tengo del fútbol de ustedes el conocimiento histórico de su importancia internacional antes de la guerra”. Del fútbol francés detalló que “está en un buen momento” y allí “se juega con arreglo estricto a tácticas y sistemas”. También reconoció que le “encantaría jugar en el Real Madrid” y “me gustaría mucho quedarme aquí”.
En la previa del choque ante el Castellón en Chamartín, MARCA publicó en sus páginas sobre Haken Amar que “dicen que es un gran jugador”, mientras que el diario Madrid iba por la misma línea escribiendo que “se tienen buenas referencias”.
El duelo se celebró el día 10 de febrero a las 4:30 de la tarde ante un conjunto castellonense que militaba en la categoría de plata. El equipo orellut estaba dirigido por un antiguo conocido de la casa blanca: Francisco Gómez.
El almeriense había pertenecido a la disciplina merengue antes de la guerra durante una campaña y conquistó la Liga de la temporada 1932-33 disputando un único encuentro. El partido sirvió al Real Madrid para dar minutos a muchos de sus reservas que apenas tenían protagonismo en el día a día. El once lo formaron Adauto; Muro, Navarro, Mariscal; Hakek Amar, Ipiña´; Rafa, Ricardito, Marcet, Urrea y Vidal.
La contienda fue bastante desnivelada y el equipo blanco se impuso con claridad por 4-1. Los tantos locales los firmaron Ricardito, Vidal, Rafa y Marcet, y el de los castellonenses lo logró Ramos. Al término del encuentro, el técnico Francisco Gómez se despachó a gusto contra Amar: “el Madrid me ha gustado en su conjunto e individualmente, todos sus jugadores, excepto uno, el moro debutante. El público madridista tiene demasiadas horas de vuelo. Para mí, el moro no ha hecho nada, absolutamente nada. Pero prescindamos de su labor. ¿Es que no hay en España jugadores mejores que él? ¿Por qué esa manía de considerar que lo que viene de fuera es superior a lo que tenemos en casa? Yo soy español, y como español, considero una vergüenza para nuestro fútbol la importación de jugadores extranjeros. Ni de Europa, ni de América, ni de África pueden venir quien pretenda enseñarnos algo en materia futbolística”.
El sentir general de los algunos cronistas que acudieron al partido iba por el mismo camino respecto a la actuación de Amar. En MARCA, en un artículo de opinión, El duende de Fiesta Alegre comentó que “no me emocioné con el juego de Haken Amar. Es muy ágil, pega bien a la pelota, aunque la bombea demasiado, y entra al choque sin vacilación, pero con demasiada dureza. Pero corta menos que un cuchillo de palo. Y para jugar de medio hay que marcar más y mejor que lo hizo el africano”. En el mismo periódico deportivo, en la crónica del partido firmada por R.M., dijo que Amar “aunque demostró su dominio de la pelota, no llegó a demostrar una clase excepcional” y la prueba “no resultó del todo satisfactoria”.
En el diario Pueblo, se mostró muy crítico José María Úbeda titulando que “Amar decepcionó a los aficionados” y explayándose en el cuerpo de la crónica de esta manera: “sabe su oficio. Con esa palabra queremos decir que se trata de un jugador muy corrientito, sin detalles que puedan pensar en una figura para el Madrid. En fin, uno más en esa serie inexplicable de aspirantes que nos llegan allende las fronteras con una etiqueta en la que se adivina trasnochado ‘pour l’Espagne et le Maroc’. Señores importadores de futbolistas: mal estamos por estas tierras…; ¡pero no tanto! Mejores que Haken Amar tenemos en Madrid en la categoría regional, y media docena de volantes. Y nadie se anima a pagarles el importe del autobús desde la Cibeles a Chamartín para que los veamos. ¿Quiénes son los “amigos” del Madrid que tratan de colocarle estos “petardos”?
Se desmarcaron de estas valoraciones el cronista de Jornada: diario de la tarde, que expuso que “Amar ha hecho un buen partido”, y Barreira, el entrevistador en la previa del argelino, que explicó que “a uno no le disgustó del todo, la verdad. Lo encontró, eso sí, ‘raro’. Más que raro, deformado por una mala costumbre y luchando por adaptarse (en un plazo de noventa minutos) a otra costumbre, más coherente. No se explica uno cómo se le niega el dominio del balón; lo domina y lo pasa bien. Se le chilló (como a su paisano y amigo, Ben Barek) por esa persecución al contrario y por ese meter el pie por detrás, que sin violencias en la acción no es falta. Bombea balones en demasía, vacila en cubrir al extremo; es cierto, como es cierto también, que es bastante duro (con esa dureza cortante del jugador alto, delgado y fibroso). Sus saques de banda (coreados por el público) fueron notables y perfectos (y eso fue su único rasgo del fútbol moderno), aunque el público se mofara del primer tiempo (absolutamente baloncestista) de tales saques”.
Fotografías: archivo Alberto Cosín.
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Tremendo...je je je...Desdramaticemos, pero también reconozcamos como somos...
Vaya forma de describir a un jugador por un partido, y por su raza...
Hoy en día por suerte no quedaría bien alguna de estas crónicas, como mucho se diría que sería un fichaje de medio pelo para tapar vergüenzas.
Señor Cosín, la verdad es que me quedo boquiabierto ante su artículo. No tenía ni idea de la existencia de este jugador. En toda mi vida había oído hablar de él, y mucho menos que hubiera jugado un partido en el Bernabéu. La fotografía de la alineación es todo un tesoro. Me encantan esas fotos inéditas que raramente se dejan ver y que normalmente guardan alguna sorpresa como es este caso. Antes, como ya sabemos, los jueven solían jugarse partidos amistosos en los que intervenían los menos habituales y así al menos se quitaban "el polvo del banquillo". Eran atractivos (al menos para mí). En uno de ellos, allá por 1966 pude ver a Puskas por primera vez en vivo (unos meses después se retiraría). Y ya termino dándole las gracias por tan entretenido artículo. Estas historias desconocidas para la mayoría me encantan.
Un saludo.