El Castilla incorporó en el pasado mes de enero al futbolista puertorriqueño Jeremy de León, procedente del Castellón. El extremo pelirrojo no gozó de muchos minutos con Raúl en el filial blanco, pero se hizo famoso por ser el talismán en los viajes de las eliminatorias de la ‘Quince’. A Carlo Ancelotti, le preguntaron en su momento la razón de sus convocatorias en Champions, pese a que no podía jugar por no estar inscrito, y el italiano respondió que era un futbolista que le gustaba y ayudaba en los entrenamientos previos. El centroamericano comenzó la pretemporada entrenando con los mayores y entró en la lista para viajar a Estados Unidos. Ayer miércoles, por fin, logró su sueño de debutar con la camiseta blanca en el encuentro contra el AC Milan en Chicago. Originario de un país sin demasiado pedigrí futbolístico, no es el primer jugador de Puerto Rico en la historia merengue. En la década de los 20 y los 30 perteneció a la casa blanca Eduardo Ordóñez.
Nacido en San Juan (Puerto Rico), el 13 de octubre de 1908, emigró a España con su madre tras el fallecimiento de su padre con apenas 6 meses. En primer lugar, se instalan en Victoria hasta que en 1912 llegan para vivir a Madrid. Sus primeros pasos en el fútbol español tuvieron lugar en el Stadium FC madrileño tras ser descubierto por uno de los primeros secretarios técnicos del país, Luis Colina y por Andión. Se incorpora al Real Madrid con apenas 18 años y como jugador amateur a comienzos de 1927, aunque antes, en diciembre de 1925 y enero y septiembre de 1926, disputa unos amistosos con la casaca blanca ante el Levante en la ciudad del Turia, el Racing de Madrid en la capital española y el Iberia en Zaragoza. Todo ello compaginado con la práctica de otros deportes como el disco, las carreras de fondo y las vallas en los que hizo “tiempos regulares” en sus propias palabras.
jeremy de león ya logró su sueño de debutar con la camiseta blanca en el encuentro contra el AC Milan en Chicago. Originario de un país sin demasiado pedigrí futbolístico, no es el primer jugador de Puerto Rico en la historia merengue...
En la revista Sparta se publicó en 1932 una ficha del futbolista puertorriqueño en la que se le definía como un “jugador de gran impulso y vehemencia”. Se desempeñaba como medio derecho y también como mediocentro teniendo también como aptitudes “unas energías y un vigor físico extraordinario, que unido a su furia y a su ejemplar entusiasmo hacen de él un jugador valioso y temible”. Como último apunte indicaban que “es, por su técnica, un jugador un poco a la antigua”. Mientras que en Gran Vida, unos años antes, destacó que para él los mejores jugadores españoles eran “Zamora, Quesada, Herrera, Yermo, Padrón, Roberto y Prats” y el mejor mediocentro “Solé”. Respecto a la internacionalidad que nunca alcanzó pese a rozarla en varias oportunidades apuntó que “todo jugador joven debe aspirar a ello”.
En la campaña 1926-27 se hizo con un puesto en la media al llegar al equipo formando la media principalmente con los Peña: Lope Peña y José María Peña. Fue titular en las últimas fechas del Campeonato Regional Centro marcando su único gol como madridista en la jornada 14 en la visita al Unión Sporting. El cuadro blanco acabó por conquistar el torneo por delante del Athletic de Madrid y pasó a disputar la Copa del Rey. Ordóñez actuó en los dos primeros encuentros de la liguilla de octavos ante el RCD Extremeño y el Sevilla y más tarde también en la ida de los cuartos de final contra el CD Europa en Chamartín.
Sin embargo, los fichajes en el verano de 1927 de Esparza y Pachuco Prats supusieron un jarro de agua fría para sus aspiraciones en el Real Madrid. Los dos futbolistas ocupaban también un puesto en la medular y le arrebataron la titularidad. Ordóñez fue enviado al conjunto reserva y según declaró a ‘Gran Vida’ “por rencillas de algunos socios y porque Pablo Hernández me dijo que yo en el Madrid nunca jugaría” decidió pedir la libertad porque “esto me molestó mucho”.
En lo que en la época fue llamado el ‘Caso Ordóñez’, su cambio de acera para fichar por el Athletic de Madrid trajo consigo una larga temporada de debate entre los aficionados merengues y colchoneros. Al club rojiblanco llegó para reemplazar al mítico jugador Andrés Tuduri que vivía sus últimos días en activo. Muy pronto se asentó en el equipo durante cinco campañas siendo un baluarte importante para técnicos como Ruete, Mr. Pentland, Romo y el magiar Jeny. En ese tiempo logró el Regional de 1928 para su palmarés e integró la famosa línea del centro del campo conocida como ‘Los tres mosqueteros’ junto a Santos y Arteaga.
La situación en el Athletic en la temporada 1931-32 acabó por ser insostenible. El club tuvo serios problemas de impago que terminaron con la paciencia de Ordóñez. El boricua tuvo graves desavenencias con el presidente Luciano Urquijo, y se negó a jugar la Copa por el dinero que se le adeudaba. Incluso llegó a presentar una denuncia contra el Athletic en la Federación Centro con el objetivo de cobrar lo que se le debía y romper su contrato con la entidad. La solución llegó en la operación Gaspar Rubio. El Madrid FC que era el vigente campeón de Liga buscaba un mediocentro y le seguía gustando el desempeño de Ordóñez. Mientras que ‘El rey del Astrágalo,’ que había vuelto al club blanco tras su fuga a Cuba, no congenió con buena parte del vestuario y se decidió buscarle una salida. La operación fue sencilla: Gaspar Rubio al Athletic por 30.000 pesetas y Ordóñez incluido en el trasvase.
En esta segunda etapa como merengue dispuso de bastantes menos minutos que en la anterior. El centro del campo madridista era muy potente con futbolistas de la talla de Pedro Regueiro, Valle, Leoncito o Gómez. Fue más habitual verlo jugar en amistosos como en la gira del verano de 1932 por las islas Canarias o en las visitas al Betis, Hércules, Onteniente o Elche. Pero si de algo valió su estancia aquella campaña fue para que entrase en la historia del club blanco como campeón de Liga. Su única participación el campeonato fue en la jornada 16 cuando el Madrid FC visitó al Racing de Santander en El Sardinero. También sumó a su palmarés individual el Campeonato Mancomunado actuando en la primera jornada contra el Sevilla, pero donde no llegó a disputar ningún minuto fue en la Copa.
Eduardo Ordóñez fue también un hombre inquieto, curioso y polifacético. Se dedicó al canto, la escritura, la política, las conferencias y el cine. Debutó como barítono y con gran éxito de crítica con ‘La tempestad’ en Bilbao en 1941
El bagaje de su año blanco le hizo tomar la determinación de que no quería otra temporada igual y cansado de la escasa confianza que le tenía Mr. Firth le llevó a retornar al Athletic. Lo cierto es que fue un caso extraño, que un futbolista pase dos veces del Madrid al Athletic de Madrid. Con los rojiblancos permaneció dos campañas más, la primera de ellas en Segunda división. En 1935 terminó su vinculación con el Athletic con otra controversia laboral de nuevo por una cantidad que le adeudaba el club. Su demanda no prosperó y la Federación Castellana le suspendió por dos años, lo que hizo que colgase de forma prematura las botas con 26 años Los rojiblancos militaban en Segunda división y con su ayuda lograron el ascenso.
Eduardo Ordóñez fue también un hombre inquieto, curioso y polifacético. Se dedicó al canto, la escritura, la política, las conferencias y el cine. Debutó como barítono (estudió con el maestro Ignacio Tabuyo) y con gran éxito de crítica con ‘La tempestad’ en Bilbao en 1941, añadiendo luego obras a su curriculum como ‘Rigoletto’ y Aida llegando a actuar en Milán y el Metropolitan de Nueva York. Admirador de Pío Baroja, era un fiel lector de Dostoyevski o Chejov, de los filósofos alemanes y de los griegos. Escribió siete obras teatrales y varios libros sobre ley de arrendamiento. En cuanto a la política era un hombre de izquierdas afiliado a la formación Izquierda Republicana Españolista. También realizó numerosas conferencias con la unidad territorial como tema troncal. De profesión abogado, hizo sus pinitos en el cine en plena guerra civil teniendo un papel en la película ‘Nuestro culpable’ en 1937.
Tras dejar el fútbol como jugador no lo dejó de lado y también acumuló experiencias como técnico. Dirigió al Iberia de La Habana cuando residió en Cuba en 1953 y tras la Revolución se marchó a Puerto Rico para entrenar al Club Atlético de Añasco y a la selección boricua en 1959 en los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
Falleció el 16 de marzo de 1969 a los 61 años debido a una cirrosis. En ese momento ejercía el magisterio como catedrático en la Universidad de Puerto Rico.
Fotos: Colección Alberto Cosín
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