Ancelotti en la diáspora

La única desventaja de que Ancelotti sea tan locuaz en rueda de prensa es que, cuando está desorientado, te lo cuenta, y ello acrecienta tu propia desorientación. Por lo demás, no le veo más que ventajas a tener un entrenador proclive a dar explicaciones a los periodistas. Ancelotti no pierde de vista que quien está más allá de los reporteros —incluso más allá de, por ejemplo, Fernando Burgos— es el propio madridista, ávido de saber más en una época en la que el club no se caracteriza precisamente por la fluidez de la información. En su breve desempeño en esta segunda etapa Carlo se ha constituido, de hecho, en el principal canal de comunicación del club con el aficionado, sin que por el momento se conozca si se trata de una estrategia corporativa o, simplemente, ha salido así.

La única desventaja de que Ancelotti sea tan locuaz en rueda de prensa es que, cuando está desorientado, te lo cuenta, y ello acrecienta tu propia desorientación 

Gusta cuando las cosas van bien y Carletto nos explica el porqué de las decisiones tácticas que conducen al triunfo. Cuando las cosas se tuercen, en cambio, y Carletto confiesa que no tiene muy claro por qué se han torcido, gusta menos saber de su propia boca que andamos un poco a la deriva. Son las desventajas que acarrea el ser tu propio mensajero, que no se puede practicar la decorosa práctica de asesinarlo sin incurrir en el suicidio.

“Tenemos que ver cómo puede ser que en una semana se haya esfumado toda la excelencia que apuntaba el equipo”. Estoy adornando un poco su reflexión tras lo de Cornellá, pero creo que sirve como parafraseo. Es una asunción de hechos tan honesta que produce algo de canguelo. En la misma declaración, el italiano reconoce que algo se ha roto en aquel comienzo ilusionante y que, además, no tiene la menor idea de por qué ha sucedido. Estas cosas generalmente se empiezan a resolver hablando entre todos los protagonistas, pero como no haya desarrollado el don de la multilocación ya me dirán ustedes cómo va a proceder a esa terapia de grupo en medio de la diáspora de las benditas fechas FIFA. Podría organizar un zoom con todos si no fuera porque, en el momento en que vuelan al encuentro de sus selecciones, cada futbolista pasa a estar exclusivamente bajo la disciplina de su equipo nacional.

“Tenemos que ver cómo puede ser que en una semana se haya esfumado toda la excelencia que apuntaba el equipo”. En la misma declaración, el italiano reconoce que algo se ha roto en aquel comienzo ilusionante y que, además, no tiene la menor idea de por qué ha sucedido 

Dijo que iba a mantener a Alaba como central salvo emergencia, y en ausencia de emergencia ya lo ha puesto como lateral. Dijo que no veía cansado a Casemiro y lo mandó al banquillo ante los pericos. Como nos lo cuenta todo, y yo se lo agradezco, se nos desnuda en sus vacilaciones. Carlo duda, y sus quebraderos de cabeza se nos retransmiten en tiempo real, con la consiguiente dosis de compasión y solidaridad por nuestra parte, es decir, sufrimos con él. Nunca ha sido más literal lo de “le acompañamos en el sentimiento”. Lo hacemos, señor entrenador, nos preocupamos con usted, sangramos por su herida. No solo porque nos cae usted muy bien, sino porque de su lucidez pende nuestra felicidad. Como dicen los angloparlantes —y es usted políglota—, no pressure.

Se le van a hacer muy largos estos quince días a Carletto. Si le hubieran profetizado este nivel de preocupación a la llegada del segundo paréntesis FIFA, no lo hubiese creído, y menos teniendo al equipo líder. Es una circunstancia que amortigua, pero no mitiga. Lo imagino desayunando un café con tostadas en la Plaza de la Independencia, con la vista en los árboles más allá de las rejas del Retiro y la mente nublada en tribulaciones tácticas. ¿Apuesto por Miguel pase lo que pase, pese a su bisoñez? ¿Retoco el esquema para acomodar a Asensio? ¿Me la juego con el centro del campo avasallador y joven, o sigo haciendo prevalecer el clasicismo de los jerarcas? ¿Los tenues apuntes de Hazard son como para apostar por él, asumiendo el riesgo de que entretanto se me agoste Rodrygo? ¿Hasta qué punto debo dar cancha a Jovic para propiciar el descanso de Karim, por poca confianza que Jovic me genere? El aire aletargante, que procede del Retiro, le acuna al sol. Casi se queda dormido frente al café, como esos viejecitos en misa, pero se sobrepone al amago de cabezada, pide la cuenta, paga con tarjeta, se levanta y arrastrando los pies se dirige al aparcamiento. Valdebebas le espera.

Fotografías Imago.