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Anatomía de un Negreirato: Capítulo 5

Anatomía de un Negreirato: Capítulo 5

Escrito por: Rafael Gómez de Parada22 marzo, 2024
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Puedo ayudaros con el VAR

 

El juez Aguilar apuró el último trago del infame café de la máquina del juzgado. Miró los posos que quedaron en el fondo del vaso de cartón y, antes de arrojarlo a la papelera, le dijo a la secretaria de su equipo:

—No sé si es una buena metáfora, Conchi, pero esta porquería que estamos digiriendo me revuelve el estómago y eso que en el fondo se queda lo peor. Vamos allá.

Desde el pasillo escucharon las palabras del alguacil:

—En pie, preside el honorable señor Aguilar.

Entraron en la sala, nuevamente repleta, oyeron el sonido de algunas cámaras de fotos, y, una vez que el revuelo se diluyó, el juez hizo un gesto con la mano al abogado defensor, Jorge Carlos Scotto, para que comenzara.

—Gracias, señoría. En las sesiones previas hemos escuchado a una serie de testigos que han dejado acreditado que el señor Enríquez Negreira no tenía competencias ni capacidad alguna en el Comité de Árbitros para influir en las designaciones o en las promociones y descensos de los colegiados, mucho menos en sus actuaciones en el terreno de juego. Nuestro cliente ha tenido que soportar una campaña feroz por parte de los medios controlados por la parte personada como perjudicada en esta causa, el Real Madrid…

En el banquillo de los acusados, Laporta asintió con la cabeza y se le oyó decir por lo bajo “la Central Lechera” casi al mismo tiempo que Rosell soltaba “¡la Caverna!”. El juez reprobó a ambos con la mirada.

—…el Real Madrid —prosiguió Scotto—, cuyo presidente ha invocado a todos sus medios afines, que son casi todos, para atacar al Fútbol Club Barcelona y desprestigiar los títulos obtenidos de manera legítima.

—Protesto, señoría —irrumpió Luisa Ramírez, abogada del Real Madrid—, está lanzando una acusación infundada contra el presidente de un club que, además, está enfrentado a casi todos esos medios.

—Se acepta —respondió el juez—. Céntrese en su defensa, por favor.

—Así lo haré —continuó Scotto—. No tenemos pruebas, pero tampoco dudas de quién anda detrás de estas campañas, señoría, todas ellas centradas en una frase desafortunada del señor Enríquez Negreira, que han repetido todos los medios de manera sistemática y hasta diría que coordinada: “Puedo ayudaros con el VAR”.

Hizo una pausa, se giró en redondo hacia toda la audiencia y la repitió hasta tres veces: “Puedo ayudaros con el VAR”.

—Señorías, miembros del jurado, el señor Enríquez Negreira no tenía ninguna relación con el sistema de videoarbitraje, comúnmente conocido como VAR, como quedará demostrado tras la declaración de nuestros testigos de hoy. Se comprobará que el señor Enríquez Negreira no era más que un arribista en busca de fortuna que trataba de vender una mercancía defectuosa con la connivencia de algunos directivos que buscaron estafar al club. La defensa llama a declarar a don Antonio Jesús López Nieto.

Se abrieron las puertas y apareció un hombre cercano a los setenta años, elegante, bien trajeado, bastante moreno de piel, el aspecto saludable de un jubilado que vive en la Costa del Sol. Le tomaron juramento y se sentó a unos pocos metros del banquillo de los acusados. Si no fuera porque en su camino al asiento de los testigos dio la espalda a la sala, cualquier observador habría podido ver el guiño lanzado a varios de los acusados.

López Nieto

—Señor López Nieto —comenzó Scotto—, ¿podría explicarnos brevemente su trayectoria en el mundo del arbitraje, tanto en activo como luego, una vez retirado?

—Claro, encantado. Fui árbitro de Primera División desde 1988 hasta mi retirada en 2003, pité 230 partidos en esta categoría y alcancé la internacionalidad en 1993. Recibí el premio Guruceta como mejor árbitro de la temporada hasta en cinco ocasiones. Al acabar mi carrera por haber alcanzado el límite de edad, seguí desempeñando mis funciones para el arbitraje en el CTA en diversos cargos, como vicepresidente, como responsable de la gestión técnica y económica, o en el comité de asignaciones para los partidos.

López Nieto

—Impresionante currículum, señor López Nieto. Y dígame, ¿cuál es su relación con el VAR?

—Antes de la implantación del VAR en España, fui designado por LaLiga para estudiar el uso del VAR en Portugal, cómo se implantó en la liga portuguesa y cómo se utilizaba en los partidos, conocí el centro logístico en Lisboa, donde se reciben todas las imágenes de los partidos y estuve en las formaciones sobre la aplicación del VAR en España.

—¿Y puede decirnos qué pintaba el señor Negreira en el VAR?

—Nada, absolutamente nada. Bueno, el señor Negreira no tenía funciones de ningún tipo, ni en el VAR, ni en el propio CTA. Yo era el responsable de las designaciones para los partidos y lo dije en su día y lo repito ahora ante un juez, en dieciséis años, Negreira no pintaba nada. Entiendo que no me crean, pero Negreira fue un florero —pronunció estas palabras mientras se giraba hacia el banquillo de los acusados con chulería.

—Le creemos, cómo no —prosiguió Scotto—, entonces, ¿qué cree que quería decir el señor Negreira con su ofrecimiento al Fútbol Club Barcelona?

—Creo sinceramente que Negreira vendió humo y alguien se lo compró. Negreira jamás tuvo ascendencia sobre los colegiados, mandaba menos que el conserje del Valladolid o de Málaga. Es como el pequeño Nicolás. Los engañó a todos, incluido al Barça.

—Muchas gracias, señor López Nieto, creo que a todos los que estamos en esta sala nos ha quedado clarísimo —se giró hacia la mesa del fiscal—. Su turno, señores.

El fiscal Jaime Estuardo se puso en pie y se acercó al testigo.

—Señor López Nieto, así que el señor Negreira vendió humo y alguien se lo compró. ¿Sabe usted que el mero hecho de intentar comprar ese humo ya es constitutivo de delito? Sobre todo si se pensaba que el producto vendido no era humo, sino real.

—Mire, el señor Negreira es indigno de haber sido árbitro alguna vez, pero no podrán demostrar que se compraron árbitros. Tan sinvergüenza puede ser el señor Negreira por haber abusado de su posición, como el Barcelona por comprarle el humo que vendía.

Scotto se revolvió incómodo en su asiento.

—En eso estamos de acuerdo —afirmó Estuardo—. Y en otro orden de cosas… así que fue designado por LaLiga española para estudiar el uso del VAR en Portugal, ¿podría decirnos qué sistema se utilizaba en ese país y a qué empresa pertenecía?

—Sí, a la empresa Mediapro.

—Ya, propiedad por aquel entonces del señor Roures, socio y avalista del Fútbol Club Barcelona. Curioso, pero no creamos que había un conflicto de intereses. ¿Puede decirnos cómo se decidió por parte del señor Sánchez Arminio que se hiciera la formación de los colegiados para instruirlos en el uso del VAR?

—La formación de los árbitros se realizó en el edificio Imagina, propiedad de Mediapro, en Barcelona. Sánchez Arminio consideró que el mejor sistema era que Mediapro recibiera todas las imágenes, y que estas se trasladaran posteriormente a la sala de control del VAR, que se decidió situar finalmente en la Federación Española de Fútbol.

—Presidida entonces por Ángel María Villar.

—Así es. Victoriano, que en paz descanse —dijo mientras alzaba la vista al cielo y encontraba el ya famoso lamparón de cagarrutas de paloma—, insistió en que todo el proceso debía ser coordinado y supervisado por la Federación Español de Fútbol.

—Ya, entiendo. Villar, Victoriano, Mediapro, Barcelona… Y una pregunta, si me permite, puesto que Victoriano Sánchez Arminio dirigía el Comité Técnico de Árbitros con puño de hierro, rodeándose de sus afines, de los acólitos que siempre arbitraron según sus designios, ¿debemos entender que su paso a cargos directivos se debió a su afinidad con él?

—No entiendo a qué se refiere —contestó el malagueño.

—Durante su etapa como árbitro en activo, dirigió 36 partidos de Liga al Real Madrid, de los cuales perdió casi un tercio, 11. No era un árbitro bien considerado por el Real Madrid, luego…

—¡Protesto, señoría! —irrumpió Scotto—, no tiene ninguna relación con el caso juzgado.

—Se admite —asintió el juez—. Por favor, señor fiscal, cíñase al caso.

—Ángel María Villar controlaba la Federación, el empresario Roures las imágenes y el señor Sánchez Arminio dirigía el comité de Árbitros, premiaba a los que arbitraban según sus designios, mantuvo como vicepresidentes al señor Negreira y a nuestro testigo durante años, pero debemos creer que no pintaba nada, que todo este contubernio era normal. No tengo más preguntas, señoría.

La abogada del Real Madrid, Luisa Ramírez, se puso en pie y tomó el relevo a Estuardo. Se acercó a la ventana de la sala, que tenía un par de jarrones, sacó las flores de uno de ellos y, sujetándolas por el tallo, las sacudió levemente y las depositó en el marco de la propia ventana. El florero tenía dos dedos de agua al fondo. Lentamente, sin aspavientos, se acercó al banco en el que López Nieto miraba con desconfianza sus movimientos.

—Señor López Nieto, ¿sabe usted qué pasaría si yo le arrojara el contenido de este florero a la cara?

El interpelado puso cara de extrañeza y contestó:

—Que me mojaría —contestó el exárbitro.

—Exactamente. Lo mismo que esperaba el pagador del “florero”.

“Jua, jua, jua”, se oyeron algunas risas en la sala. A Estuardo se le escapó un aplauso y una sonora carcajada.

—Señor López Nieto, en las comparecencias previas hemos podido ver que el señor Negreira puntuaba a los árbitros, modificaba las puntuaciones de los informadores arbitrales, informaba de su posición a lo largo de la temporada, influía en los ascensos y descensos, los comunicaba en persona… pero no pintaba nada, según usted. En un estamento dirigido de manera tan personalista por el señor Sánchez Arminio. Ya. Parece obvio. Solo le haré una pregunta: ¿seguro que usted se refería a un conserje del Valladolid?

Jesús López Nieto pareció no entender al principio, aunque se sonrojó. El moreno de su tez comenzó a cambiar a pimiento tostado cuando Luisa Ramírez pronunció:

—¿Seguro que no se refería usted a un ordenanza de Cartagena? ¿O a un segurata, yo qué sé, de Getafe?

El fiscal Estuardo no pudo contener la risa desde su sitio. El periodista Tomás Roncero, que había acudido ese día a la sala, se carcajeó igualmente de modo muy aparatoso. Los siguieron varios asistentes del público, al principio, tímidamente, unos pocos, pero después las risas se contagiaron al resto. “Jajajajaja, que no pintaba nada”, se escuchaba, “el conserje de Valladolid”, entre risotadas ruidosas, “el segurata de Getafe”, “jojojojo”, se escuchó a un Jesús Bengoechea que palmoteaba de manera escandalosa. Los miembros del jurado se miraban entre sí perplejos, varios de ellos con la sonrisa dibujada en la cara, otros, visiblemente despistados. En unos pocos segundos se escucharon grandes risas en la sala, que el juez Aguilar trató de controlar golpeando con el mazo:

—Orden, orden en la sala, ¡orden! No me obliguen a tener que desalojar.

La abogada Luisa Ramírez levantó una mano como para pedir silencio, y finalizó su intervención:

—Como comprenderá, señor juez, no tengo más preguntas que hacer al testigo.

El exárbitro López Nieto abandonó la sala visiblemente contrariado, con el rostro enrojecido. Se escuchó un “adiós, florero” en la sala, de una voz entre regañona y roncera, seguido de un “¡donde no hay mata, no hay patata!” que volvió a provocar nuevas risas que trataron de ser acalladas por el juez.

—La defensa tenía otro testigo para hoy, ¿no es así? —exclamó en voz alta el juez Aguilar para tratar de proseguir con la vista.

—Así es, señoría. La defensa llama a declarar a don Carlos Clos Gómez.

Como si de una pelea teatralizada de pressing-catch se tratara, salió uno y entró otro. Clos Gómez a la palestra en sustitución de López Nieto. Tomás Roncero se revolvía incómodo en su asiento, “si es que vaya par…”, se le oyó decir a su acompañante. Clos Gómez, el hombre que jamás sonrió en público, se sentó algo incómodo. Había visto la cara con la que López Nieto había salido de la sala y no se encontraba seguro, al menos no tan seguro como cuando señalaba un penalti a favor del Barça.

—Señor Clos Gómez —comenzó Scotto con el interrogatorio—, toda una vida dedicada al arbitraje, primero en los terrenos de juego, llegando incluso a internacional, luego en los estamentos arbitrales y, finalmente, como director del sistema de videoarbitraje VAR. De las palabras del señor Negreira sobre su capacidad de influir en el VAR, ¿qué tiene que decir?

—Poco.  En realidad, nada.

Clos Gómez nunca fue un dechado de virtudes orales, pero se le veía claramente su esfuerzo por hablar poco.

—¿Podía el señor Enríquez Negreira aleccionar a los árbitros de VAR sobre su uso, condicionarlos de algún modo, manipular a favor de algún equipo?

—En absoluto —respondió el “culegiado” de forma escueta.

—¿Cómo definiría usted el sistema VAR utilizado en España?

—El mejor del mundo, dotado además de las mejores instalaciones existentes, mejores que en la Premier o en la Bundesliga. Un sistema incluso reforzado con la figura de un Director de Operaciones, lo que imposibilita cualquier intento de manipulación ajeno.

Clos Gómez

Scotto se separó unos metros y se dirigió hacia el jurado, la audiencia presente, el fiscal y finalmente, hacia el juez.

—Si es que no hay nada en absoluto, señoría, la defensa ya no sabe cómo explicarlo. ¿Acaso hay alguien que pueda conocer mejor el arbitraje español que los testigos que han pasado por este juzgado? Medina Cantalejo, Ángel María Villar, Luis Rubiales, ahora López Nieto y Clos Gómez… y todos han coincidido en lo mismo: el señor Negreira no tenía capacidad alguna de influir en los árbitros. Mucho menos sobre el VAR, una herramienta transparente, que se gestiona desde una sala a centenares de kilómetros de los terrenos de juego… ¡creer otra cosa es de necios!

Hizo una pausa prolongada, volvió a mirar hacia todos los lados y finalmente concluyó:

—No haré más preguntas, señoría.

Antes de alcanzar su asiento, el fiscal Estuardo ya se había puesto en pie. Parecía tener prisa por entrar en escena.

—Señor Clos Gómez, yo debo de ser un poco “necio”, por usar las palabras de mi ¿colega?, así que permítame que albergue ciertas dudas. Me gustaría comenzar repasando su carrera como árbitro en activo. Usted ascendió a Primera División en el año 2006, donde permaneció hasta el año 2017, ¿podría indicarnos…?

—¡Protesto, señoría! —interrumpió Scotto—. No tiene nada que ver con los hechos juzgados.

—Señoría, si me permite —alegó Estuardo—, todos ellos son años “negreiros”, años en los que los pagos del Fútbol Club Barcelona al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros pudieron influir en las carreras de los árbitros, en sus ascensos y descensos, y con ello, en los resultados.

—No se admite —respondió el juez Aguilar tras pensarlo unos segundos.

Varios asistentes de entre el público dirigieron su mirada a Joan Laporta a la espera de que pronunciara su archiconocido “¡Intolerapla!”.

—Gracias, señor juez —continuó el fiscal—. Señor Clos Gómez, ¿podría indicarnos cuál fue su historial pitando al Fútbol Club Barcelona?

—Pité más de 250 partidos en España, comprenderá que no lo recuerde con claridad.

Grosso modo, no tiene por qué ser exacto, ¿perdió alguna vez el mencionado club en alguno de los partidos en los que usted los dirigió?

—Mire, eso sí se lo puedo contestar, porque de mí se han dicho muchas cosas que no son ciertas, como que “el Barça nunca había perdido conmigo al silbato” y eso es falso, pues recuerdo que perdió una vez 3-1 en el Benito Villamarín.

—Cierto, buena memoria. Aquello sucedió en un partido irrelevante, una vuelta de Copa del Rey en una eliminatoria que llegaba con un 5-0 de la ida. Pero voy a ayudarle, voy a refrescarle la memoria. El Fútbol Club Barcelona no perdió nunca con usted un partido de Liga. Usted dirigió 32 partidos al club que pagaba al señor Negreira, con un resultado de 26 victorias y solo una derrota, intrascendente, la que usted acaba de comentar. ¿Recuerda cómo llego a árbitro internacional?

Estadísticas de Clos Gómez

—Fue en 2009, en base a mis méritos sobre el terreno de juego —respondió.

—Méritos convenientemente puntuados y valorados por el señor Enríquez Negreira, ¿recuerda usted su actuación solo unos meses antes en un derbi Atlético de Madrid—Real Madrid?

—No. Como comprenderá, no lo recuerdo.

Anuló tres goles legales al Real Madrid y remató su actuación expulsando a un jugador blanco, al neerlandés Ruud Van Nistelrooy. ¿Se le premió con la internacionalidad por estas actuaciones?

Clos Gómez

—¡Protesto, señoría! —volvió a interrumpir Scotto—. El fiscal trata de desacreditar al testigo de la defensa con unas afirmaciones totalmente subjetivas.

—El funcionamiento del arbitraje español durante décadas —alegó Estuardo para poder continuar con el interrogatorio— se pone de manifiesto con este sistema de premios a los afines y castigos a los díscolos.

—No se admite —contestó el juez—, prosiga.

—Usted obtuvo la internacionalidad, pero la UEFA no le dio ni un solo partido —prosiguió Estuardo—, apenas alguna clasificación para la Europa League. Curioso dato, ahí se lo dejo, miembros del jurado, para que reflexionen: un árbitro muy bien considerado en España por el Comité Técnico de Árbitros no es apto para la UEFA. Pero sigamos, le refresco otra fecha, señor Clos Gómez. 3 de diciembre de 2016. Pita usted el partido por excelencia del fútbol español. Camp Nou, Barcelona-Real Madrid. ¿Recuerda usted cómo se desarrolló el partido, cómo fue su actuación?

—Pues, como suele suceder en estos casos, no dejó satisfecho a nadie —contestó el culegiado—, me reprochan que fallé en las dos áreas, a favor del Barcelona, pero también en contra.

—¿Sabía usted que el señor Enríquez Negreira y su hijo, aquí presentes, evaluaron su actuación para el Fútbol Club Barcelona y la puntuaron de acuerdo con sus criterios?

—No sé, no me consta —farfulló Clos Gómez.

—Gol en fuera de juego del Barça, dos penaltis no señalados a favor del Real Madrid… No podemos probar que tuviera acceso a dicho acta, pero… ¿no le llama la atención que el señor Negreira realizara estos informes para un club que le pagaba cuantiosas sumas de dinero al mismo tiempo que ejercía de vicepresidente de los árbitros? ¿Y que ese mismo sujeto les informara a ustedes durante la temporada de su clasificación de cara a la pérdida de categoría o al acceso a los partidos más importantes?

Acta Clos Gómez

Clos Gómez se mantuvo en silencio. No quiso mirar al banquillo de los acusados ni a la mesa del abogado de la defensa. Tenía la vista perdida en el micrófono, como si deseara que pasara rápidamente el tiempo. “Tan rápido como un descuento cuando el Barça gana por la mínima”, pensó.

—Entiendo que le incomode contestar. Como si le pregunto por los tres penaltis a favor del Barcelona en 12 minutos que señaló usted frente al Sporting de Gijón, o la final de la Copa del Rey en la que usted expulsa a Cristiano Ronaldo tras haber permitido que lo machacaran a patadas los jugadores del Atlético de Madrid.

El exárbitro permanecía callado. Mejor aguantar el chaparrón que meter la pata, debió pasar por su cabeza.

—Sé que me negará cualquier presión para pitar de esa manera, así que voy a preguntarle por otro asunto. En su última temporada en activo, el señor Enríquez Romero —lo señaló con el dedo y el brazo extendido— informó a un directivo del Fútbol Club Barcelona de que usted era el elegido para pitar la final de Copa… ¡en la que participaba el mismo Fútbol Club Barcelona! ¿Cómo podía saber el hijo de Negreira que ya iba a pitar usted si el señor Negreira no tenía ninguna atribución sobre las designaciones?

Clos Gómez final de Copa

—Era mi última temporada en activo, era costumbre habitual —respondió Clos Gómez.

—Me va a perdonar, pero habitual, no, solo se hacía con los más apreciados por el sistema. ¿Sabía que en aquella final de Copa frente al Alavés, en la que, por cierto, usted concedió un gol en fuera de juego a los azulgrana, el señor Enríquez Negreira estaba en el palco del estadio supervisando su actuación?

—No lo sé, no me consta —balbuceó Clos Gómez de nuevo.

—Ya. Así funcionaban las cosas en el Comité de Árbitros, señoría. Se premiaban los errores a favor del club que pagaba a…

—¡Protesto, señoría, protesto! Es un ultraje, está sacando conclusiones sin pruebas de ningún tipo.

—Lo retiro —se anticipó Estuardo—. Me ciño a los hechos. ¿Recuerda al menos quién fue el árbitro designado como su suplente en esa final, por si usted sufría alguna lesión?

—Creo recordar que fue Alejandro Hernández Hernández.

—Buena memoria. Otro buen… —en la mente de Estuardo cruzaron las palabras “lacayo, sicario, secuaz”, pero sabía que no podía utilizarlas—… árbitro, afín al sistema de Sánchez Arminio y Enríquez Negreira. Y tras su retirada ese mismo día, ¿recuerda quién fue nombrado internacional para ocupar su plaza?

—Si no me equivoco, fue Ricardo de Burgos Bengoetxea.

—Exacto, así funcionaba este sistema perfectamente engranado —concluyó Estuardo—. Solo una pregunta más y es de su época como máxima autoridad del VAR, ¿para qué utiliza usted una sala anexa a la sala VOR, con comunicación con la misma, desde la que pueden condicionar a los árbitros oficiales de cada partido?

—Es una sala desde la que comunicar algún detalle que ha podido pasar inadvertido a los árbitros de VAR —respondió Clos Gómez.

—Luego reconoce su existencia, el uso de una sala que no está en los protocolos UEFA para el uso de la herramienta VAR. ¿Es a esta sala de control a la que se refería el señor Negreira cuando decía que podía influir en el VAR, que podía ayudar a sus pagadores?

Todo eso es mentira. Se usa si hay un problema técnico o, en los primeros años, si detectábamos que se enviaban líneas a la retransmisión televisiva que no se mostraban, esa era la única interacción posible. Lo demás es absoluta mentira.

—Luego usted estaba en una sala, que no es la oficial, para decir a los que sí son los árbitros oficiales que se les ha pasado algo por alto. Muy lógico.

—Yo puedo estar en esa sala porque su principal función es dar información a la Comisión Técnica. Se puede insistir, pero de ahí a insinuar que hay alguien detrás en una sala oscura que le está aconsejando si también interviene… hay que tener muy poca vergüenza para decir esto.

—Pues no soy yo quien insinuó que se podía influir en el VAR. Fue el señor Enríquez Negreira. No haré más preguntas, señoría.

Clos Gómez quería salir de allí huyendo como en sus buenos años en el Bernabéu, pero el juez Aguilar le frenó con un gesto.

—¿Alguna pregunta adicional por parte de la parte personada en el caso?

—Sí, señoría, con la venia —respondió la abogada Luisa Ramírez tras ponerse en pie—. Señor Clos Gómez, se encuentra usted inmerso en una investigación de la Guardia Civil por el incremento inusual de su patrimonio.

—Supongo que son unas meras comprobaciones, al igual que ha sucedido con otros compañeros.

—Sí, son varios los árbitros, tanto en activo como ya retirados, que están siendo investigados. En su caso particular, la Guardia Civil ha detectado que posee once inmuebles a su nombre, ocho de ellos pagados al contado.

Guardia Civil patrimonio de Clos Gómez

—Siempre fui muy ahorrador, así me enseñaron en casa y no hay nada delictivo en ello. Tenga en cuenta que el salario de un árbitro de Primera División es elevado y estuve once temporadas completas percibiéndolo.

—Cierto, y ese salario es mayor si se asciende a internacional o si se arbitran finales de Copa del Rey —inquirió la abogada de nuevo.

—Así es, lógicamente —contestó.

—En ese caso, déjeme mostrarle una foto.

La abogada Ramírez sacó una hoja tamaño A3 de su carpeta, la desdobló y se la mostró primero a Clos Gómez y luego, en un giro de 360 grados, a todos los asistentes. Contenía dos fotos.

Penalti Clos Gómez Camp Nou

—Penalti no señalado a favor del Real Madrid en el Camp Nou. Reconocido hasta por los Enríquez en su acta del partido. Usted lo ve perfectamente, se lleva el silbato a la boca y, en el último segundo, decide no pitar. ¿Se le pasó por la cabeza que un penalti en contra del Fútbol Club Barcelona, ¡en un Clásico!, podía tener repercusiones en su carrera?

Clos Gómez permaneció en silencio.

—¿Acaso pensó en ese momento que no podría adquirir un nuevo inmueble si perjudicaba al club que pagaba a su jefe en el Comité Técnico de Árbitros? ¿A su evaluador?

El exárbitro tomó la foto en sus manos, pero realmente no estaba allí. Su cabeza estaba en otro lugar.

—Sé que no va a contestarme, así que no haré más preguntas, señoría.

Se hizo un incómodo silencio, solo interrumpido por algún murmullo entre los asistentes. El juez Aguilar se disponía a clausurar la sesión cuando el abogado defensor pidió intervenir de nuevo. Se dirigió al juez y le dijo:

—Señoría, hasta la fecha la estrategia de la acusación ha consistido en descalificar a todos los testigos de la defensa. Se ha limitado con denuedo a ejecutar esta tarea. Por esta razón, en la próxima sesión presentaremos los informes periciales encargados por la defensa, los cuales probarán de manera irrefutable nuestros argumentos.

El juez Aguilar terminó de garabatear en su ya famosa libreta, la cerró, recogió sus trastos y golpeó con el mazo.

—Sea. Eso espero. Se levanta la sesión.

 

(Próximamente capítulo 6: Los informes periciales).

 

Capítulos anteriores: Anatomía de un negreirato (Prólogo) 

Capítulos anteriores: Capítulo 1 (Los alegatos previos)

Capítulos anteriores: Capítulo 2 (Medina Cantalejo)

Capítulos anteriores: Capítulo 3 (Luis Rubiales)

Capítulos anteriores: Capítulo 4 (Ángel María Villar)

 

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Rafael Gómez de Parada
AFKAB. Artist Formerly Known As Barney. Dice que corre maratones, juega al fútbol y al baloncesto, pero todo con nivel medio, como en el inglés. Nivel alto solo para escribir y portanalizar en La Galerna. Autor de "Volver al asfalto".

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6 comentarios en: Anatomía de un Negreirato: Capítulo 5

  1. Güeno...hace décadas uno ya tenía claro que había, y hay, una trama para beneficiar no solo con los arbitrajes al farça... De la misma manera que ahora está seguro de que los artífices de este Tinglao tuvieron , y todavía tienen, tiempo para acabar de confeccionar una hoja de ruta con las correspondientes escenificaciones.
    Menudo reality show, menudo pifostio, menudo embolao...esperpento valleinclaniano, sainete valenciano ...Reír por no llorar.
    Solo los necios y los que están pringados pueden pretender hacernos creer que esto se corresponde con cualquier otra cosa.
    Y uno pregunta...sobre todo a esa pléyade de independentistas victimistas : ¿todo eso merece consideración de cloacas del Estado?
    ... Mare de Déu Senyor !!

  2. Deseoso del próximo capítulo. Quiero el libro.
    Espero el juez Aguilar no sea fanático del Barça, el Atlético, Sevilla, Valencia... Ni del Madrid... que ya tendría al stablisment anti madridista sea la sentencia que sea.
    Saludos.

  3. El ya difunto periodista Azuara ,explicó como los compañeros de profesión y quinta. Que no amigos ,apodaban a Looez Nieto"el ronquillo"
    No solo por peculiar eco de voz, también por ser un " corre ve y dile " de Sánchez Arminio & Cía...
    Este sujeto árbitro el primer partido de liga que jugo Zidane en España...Valencia/R. Madrid
    Le cosieron a patadas ,con especial saña Albelda.
    Se le preguntó después,como era posible,que hubiera consentido tal desatino,su respuesta:
    Yo no estoy aquí para proteger a Zidane...
    A que el Negreirato se entiende mejor ?

  4. Gracias por exponernos todo lo que se sabe en esta extraordinaria historia. Leyéndola parece inverosimil, y que tengan el rostro armado de salir a decir que pagaban informes, que es imposible influir, que tenían el mejor equipo del orbe y por eso ganaban, y que es el Real Madrid quien ha robado siempre y sigue manipulando la competición con los vídeos de Real Madrid TV es simplemente desternillante.
    Leer todos tus capítulos con toda la info detallada, hace que uno entienda que la realidad supera la ficción, y que como novela parece ridículo que un caso así se llegase a dar, pero la realidad es que se está dando....y no va a pasar nada.
    Extraordinario trabajo, que además resulta ameno y gracioso leer. Gracias por ello.

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🎂Cumple 33 años el hombre que le enseñó a Bellingham lo que significaba «chilena», el hombre tranquilo que no flaqueará jamás ante un penalti decisivo, el gran @Lucasvazquez91

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Lamine Yamal es muy joven.

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Tal día como hoy, pero de 1962, Amancio rubricaba su contrato como jugador del Real Madrid.

@albertocosin no estaba allí, pero te va a hacer sentir que tú sí estabas.

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