Tebas
El juez Aguilar se encontraba en su despacho de la primera planta de los juzgados de Barcelona. Acababa de dejar una carta sobre la mesa, tras volver a introducirla en el sobre, y, como hacía siempre que algo le preocupaba, se levantó para mirar por la ventana y reflexionar. Era su manera de evadirse, de mirar las cosas con claridad, de tomar cierta perspectiva.
Desde el amplio ventanal podía divisar a un grupo enorme de periodistas, muchos de ellos con el micrófono preparado, otros con las cámaras fotográficas y algunos corrillos en los que departían y, probablemente, compartían información. El juez también vio varios cámaras de televisión con el trípode instalado y un periodista situado frente a ellos con el micro en la mano, pero en situación de espera. Como sucedía desde el primer día del juicio, o aun antes, desde su designación, aquel revuelo mediático le producía una pereza infinita al juez Aguilar. “Menos de dos años”, pensó. La jubilación le rondaba la cabeza desde hacía tiempo y deseaba como pocas cosas emplearse en otros menesteres más gratificantes.
“Si por lo menos los testigos pasaran desapercibidos… ayudaría a rebajar el ruido mediático”, pensó. En ese momento llegó un coche negro, paró unos segundos en zona prohibida, se abrió la puerta trasera y bajó el que parecía ser el próximo testigo. En efecto, las hordas descontroladas de fotógrafos y periodistas cercaron al sujeto que acababa de bajar, como si el testigo hubiera escuchado los pensamientos del juez: “¿No querías ruido? Pues toma taza y media”. Por lo poco que sabía el juez del testigo de la jornada, había escuchado que era un tipo con querencia a los micrófonos, con incontinencia verbal e “indescifrable, ingobernable”, en palabras de un amigo de profesión buen aficionado al fútbol. “Es un tipo incontrolable, con una verborrea de esas que tanto aprecias”, concluyó con sorna.
El testigo se paró delante de los periodistas y estuvo hablando unos tres minutos frente a un batiburrillo de micros, móviles y grabadoras vintage. Hizo varias veces el gesto de mirar el reloj y señalar al juzgado, como si no pudiera atenderlos, aunque, por otro lado, se le veía feliz por poder hacerlo. Julián Aguilar resopló. Sabía que era la hora. Sacó la toga del armario, se la puso y salió del despacho, no sin antes recoger una carpeta y su famosa libreta de anotaciones. Llegó al inmenso corredor de la planta baja y, ya desde la puerta de la sala de vistas, divisó a una veintena de metros al compareciente, que estaba preguntando a un empleado hacia dónde debía dirigirse.
- ¡En pie! -escuchó el juez desde el interior de la sala-. Preside el honorable juez Aguilar.
Se abrieron las puertas y comenzó una nueva vista del caso ya conocido en la prensa galernauta como “El Negreirato”. El juez tomó asiento, colocó sus papeles, la libreta, sacó un boli y un par de rotuladores de colores, e hizo un gesto al abogado de la defensa.
- Con la venia, señoría –comenzó Jorge Carlos Scotto-, la defensa llama a declarar a Don Javier Tebas Medrano.
“Bull”, el ordenanza, abrió las puertas de la sala y entró el presidente de LaLiga de Fútbol Profesional, quien, con paso firme y una amplia sonrisa hacia el público, los periodistas y el jurado, se dirigió al banco para testificar. Solo cambió el gesto al cruzar su mirada con la abogada del Real Madrid y al pasar junto al banquillo de los acusados, momento en que bajó la vista y encogió la cabeza como diciendo “qué le voy a hacer”. En su mirada verdosa se apreciaba un derrame en el ojo izquierdo.
- Señor Tebas, muchas gracias por venir –comenzó Scotto-, sabemos que es un hombre muy ocupado. Antes de comenzar con su testimonio, ¿le importaría decirnos de qué equipo es?
- Sí, claro, sin prob…
- ¡Protesto! –interrumpió Estuardo-, es irrelev… bueno, déjelo, retiro la protesta.
- Señor juez, miembros del jurado –contestó Scotto-, puede que parezca irrelevante, como iba a decir mi colega, pero tratamos de hacer ver con la declaración del señor Tebas que se puede ser aficionado de un equipo y, a la vez, ser capaz de discernir acerca de unos hechos y diferenciar lo que es delictivo y lo que no.
Estuardo asintió e incluso levantó el pulgar. Scotto se volvió hacia el testigo:
- ¿Señor Tebas?
- Sí, cómo no. Como todo el mundo sabe, soy del Madrid desde los ocho años, mis cuatro hijos son del Madrid, sería un hipócrita si no lo dijera.
- Muy bien, ¿y qué sintió cuando se enteró de los pagos del Fútbol Club Barcelona al señor Enríquez Negreira a cambio de la prestación de servicios de asesoramiento?
- Lo primero que es evidente es que en 2018 y los años anteriores, las normas de compliance que controlan los conflictos de intereses tanto del CTA como del Barcelona no funcionaron, ya que, con lo que hemos visto, esos servicios no se deberían haber prestado, ni por esos importes. Estas cosas no pueden ocurrir en el fútbol español, pero también supe en ese mismo instante, y lo quiero dejar muy claro, que no puede haber ningún tipo de sanción deportiva para el club al haber prescrito este tipo de castigos.
- No son cosas incompatibles –apuntó Scotto-, el hecho de que haya podido haber unos pagos irregulares que se están aclarando en este juicio puede coexistir perfectamente con la inexistencia de sanciones.
- Así es, yo soy abogado, como sabe –Tebas reafirmó su postura mirando directamente al jurado-, y no es posible porque del año 2018, en que cesan los pagos, hasta 2023, en que se sabe de los mismos, han pasado cinco años y este tipo de sanciones prescriben a los tres años. Otra cosa distinta es en el ámbito de la jurisdicción penal, donde puede existir un delito de corrupción entre particulares en la versión de amaños de ámbito deportivo.
- ¿Por qué se ha personado el organismo que usted preside, LaLiga, en este caso?
- Desde la patronal del fútbol hemos querido aclarar este asunto y aportar la información que teníamos, porque creemos que ha habido unos pagos irregulares. En su día pedimos las pruebas que la Federación Española de Fútbol no estaba pidiendo. Por ejemplo, solicitamos que se estudie el miembro o los miembros del organismo que estaba en esas épocas para designar a los árbitros, por si pudo haber alguna interferencia, o bien, por si el señor Negreira pudo intervenir en alguna designación. Lo que sí es una conclusión es que tanto estética como éticamente estas cosas no pueden ocurrir en el fútbol español. Y mire lo que le voy a decir: somos prácticamente los únicos que estamos dando impulso al caso Negreira, los únicos que aportamos escritos para empujar –Tebas miró directamente a la abogada del Real Madrid, señaló con el dedo hacia su mesa y se le enrojeció aún más el ojo izquierdo-. El Real Madrid solo presentó un escrito para estar hoy aquí personado, pero no ha hecho nada.
- ¿Cree que el Barça para pagó para beneficiarse de los resultados?
- Como ya le he dicho, creo que hay indicios de unos pagos irregulares y se tendrá que aclarar la intención. Pero, ¿influyeron en la competición esos pagos? Pues puede que esa fuera la intención, pero tendrá que aclararse. Pagar desde un club a Negreira es una irregularidad muy grave. Es delito sí es para influir. Pero es que hay muchos modos de pretender influir en la competición, por ejemplo, como hace el Real Madrid con los vídeos de su televisión. Lo que hace el Real Madrid no está dentro del fairplay deportivo. Sobre todo, los reportajes previos a los partidos, sacan imágenes en blanco y negro… Pero de ahí a adulterar la competición hay un trozo. Yo tampoco sé las intenciones del Real Madrid con esas imágenes.
El fiscal Estuardo y la abogada Luisa Ramírez comenzaron a cuchichear unas palabras por lo bajo. Se sentían interpelados por el testigo, señalados directamente, pero finalmente asintieron entre ellos y le dejaron continuar.
- Volviendo al caso Negreira –Scotto redirigió la declaración-, antes ha hablado de estética, ¿es un problema, entonces, de imagen?
- Bueno, a nosotros nos preocupa la imagen de LaLiga, la imagen que proyectamos. Hay muchos problemas en el fútbol español: Rubiales, Vinícius, Negreira. Rubiales hace daño a nuestro fútbol. Negreira suma en esa mala imagen. En este tema hay que seguir investigando para aclarar bien el nivel de influencia en los ascensos y descensos y en las designaciones. Eso es en lo que se ha trabajado este tiempo y el auto del juez ya dijo que el solo hecho de intentar influir ya es un sancionable en el ámbito penal. Pero debemos ser rigurosos y respetar lo que salga de aquí, no podemos hacer como el Real Madrid, que obtiene una sentencia que no es firme y tira por la calle de en medio.
- Como abogado y experto en derecho deportivo, ¿cree que ha podido haber un delito de cohecho?
- Tendría que ver la documentación. El cohecho se produce cuando el que comete delito es un funcionario público. Como abogado… lo tengo que estudiar. Soy abogado, sí, y no me gusta dar opiniones ni de jueces ni de compañeros, depende del tipo de delito, de la prescripción que tiene ese tipo de delito… Yo no sé si es cohecho, corrupción deportiva, otros hablan de blanqueo de capitales, no lo sé, pero yo no tengo esa sensación.
- Entonces, según su opinión, ¿pudo pagar el Barcelona para comprar árbitros?
- Creo que el Barcelona no compró a los árbitros y es muy difícil demostrar que lo hizo, pero lo que buscaban era tener influencia en las citas, los ascensos y descensos de categorías, algo que para mí es suficiente para considerar que lo que ha pasado ha sido muy serio.
- No le resto gravedad a sus respuestas -afirmó Scotto-, pero por lo que le entiendo, estamos hablando de una posible influencia, de un daño de imagen, de una irregularidad, muy lejos de lo que se pretende juzgar aquí en esta sala.
- Mire -contestó Tebas con semblante muy serio-, se va aclarando lo que dije desde el principio: el Barcelona pagaba por las influencias que tenía Negreira en los ascensos y descensos de los árbitros. A lo mejor alguna influencia indirecta con Sánchez Arminio -torció el gesto, como si le restara importancia a sus propias palabras-, cuando había que designar árbitros… esa influencia. Poco más. Se habla mucho de esto por Florentino Pérez, que siempre me ha preocupado, todos conocemos su influencia y su área de poder. Y todo esto afecta a la imagen de LaLiga. El tema reputacional sigue existiendo, menor que antes, porque estamos trabajando para que se llegue a aclarar esta situación.
- Eso deseamos todos -concluyó Scotto-. Muchas gracias, señor Tebas.
Mientras se dirigía a su asiento, Laporta, Rosell y Bartomeu se sonreían ligeramente en el banquillo de los acusados. Parecían estar satisfechos tras escuchar las palabras del presidente de LaLiga. Hacia ese mismo banquillo se dirigió el fiscal Jaime Estuardo según inició su interrogatorio. Apoyó las manos en la barandilla que separaba a los acusados del resto de la sala, y miró directamente a los ojos de Joan Laporta, luego a Josep María Bartomeu, a continuación a Sandro Rosell y, por último, a Albert Soler. Situado en esa postura, daba la espalda a Javier Tebas, y así se mantuvo cuando comenzó su interrogatorio.
- Señor Tebas, ¿podría decirme de qué equipo es el señor Laporta? Aquí presente.
A Tebas se le escapó ese característico gesto risa-ladrido-arcada con el que suele obsequiar cada una de sus comparecencias.
- Hombre, todos lo sabemos. Del Fútbol Club Barcelona.
- ¿Y el señor Sandro Rosell?
- No sé dónde quiere ir a parar.
- ¿Y a la directiva de qué club pertenecía Albert Soler? -continuó el fiscal.
- Es obvio -replicó Tebas-, creo que no merece la pena contestar.
- Hágalo, por favor, ha venido a testificar hoy aquí, le ruego que responda a mis preguntas.
- Al Fútbol Club Barcelona, como todos sabemos.
- Muy bien, gracias. ¿Y podría decirnos a todos los aquí presentes, y a todos los que están en sus casas, y a todos los que seguirán este juicio por los medios, qué club de fútbol es el que estuvo realizando pagos a las empresas del señor Negreira y su hijo durante dos décadas?
La risa de Tebas tornó más hacia la arcada con gargajo:
- El Barcelona.
- Me alegra saberlo. Escuchando su declaración, he llegado a dudar de si se juzgaba al Fútbol Club Barcelona o al Real Madrid.
Se escucharon varias risas entre el público asistente y un murmullo de desaprobación.
- ¡Protesto! -exclamó Scotto con un tono de voz elevado-. No vamos a ningún lado con estas preguntas.
- Señor juez, miembros del jurado –alegó Estuardo-, puede que parezca irrelevante, como su afición o afiliación deportiva, pero tratamos de hacer ver con la declaración del señor Tebas que se puede ser aficionado de un equipo, o abogado, o presumir de adalid de la verdad y, a la vez, ser incapaz de discernir acerca de unos hechos y otros si su obsesión por el presidente del Real Madrid es superior a todo lo demás.
- ¡Eso no es cier…! -trató de responder Tebas, pero fue interrumpido por el juez.
- No se admite la protesta. Sus preguntas no aportan gran cosa, pero no son motivo de reprobación. Señor Estuardo, díganos adónde pretende llegar, por favor.
- Cómo no, señoría -dijo Estuardo antes de retomar la palabra-. Quiero hacer ver a los miembros del jurado que el testimonio del presidente de LaLiga carece de valor alguno, puesto que su obsesión es otra, y todos sus movimientos se encaminan en una única dirección.
Caminó por la sala y volvió a la posición anterior, frente a los acusados y dando la espalda a Tebas, al cual le había crecido el derrame tras la mención del fiscal a su obsesión.
- Miren, vean otro ejemplo. Señor Tebas, ¿qué piensa de la Superliga y el papel de Joan Laporta en la misma?
- No veo ninguna posibilidad de éxito -al llegar a esta pregunta, el derrame se le pasó al otro ojo, y, con la mirada más ensangrentada que verde, respondió-, pero con Laporta no estoy peleado, ni enfrentado. Laporta y el Barça son críticos, no como Florentino Pérez, que está absolutamente equiv…
Estuardo sonreía sin dar la cara a Tebas y no dejó que concluyera la frase:
- ¿Y el VAR, a qué se deben las protestas sobre el VAR?
- ¡Con el VAR hubo un antes y un después de la llamada a Rubiales de Floren…!
Se giró para mirar directamente a Tebas, quien se dio cuenta al instante de que había caído en la trampa. Estuardo no quería soltar la presa, así que no perdió el tiempo:
- ¿Cuántos litigios sostiene LaLiga con el Real Madrid?
- No sé, cerca de un centenar. Florentino quiere salirse siempre con la suya y recurre por todo: el reparto de los derechos de televisión, las imágenes de la previa de los partidos, el acuerdo con CVC…
- ¿El señor Laporta votó a favor de su subida de sueldo?
- ¡Sí, al contrario que Florentino!
Javier Tebas se había puesto en pie visiblemente enfurecido. El fiscal se dio la vuelta, sonrió y miró hacia la audiencia. Hizo una pausa, momento que Tebas aprovechó para sentarse, respirar y ajustarse, por este orden, la corbata y el mechón de pelo que le caía sobre el frentón. Estuardo se giró hacia el jurado:
- Señores y señoras del jurado, les ruego no tomen en mucha consideración el testimonio del testigo de hoy. Como habrán podido comprobar, el señor Tebas no ha venido hoy a hablar del caso Negreira, del que ha hablado con numerosas vaguedades, de manera ambigua, “sí, es grave, pero habrá que ver si era para influir”… poco más. Ha venido para aprovechar el altavoz mediático que le presta esta causa y proseguir en su particular guerra contra el Real Madrid y su presidente.
Javier Tebas se aferraba con fuerza a los brazos de la silla. Trataba de callar, como le habían aconsejado, puesto que ya había hablado demasiado. Pero el fiscal no cejaba en su argumentación:
- El señor Tebas nos cuenta que está preocupado por la imagen del fútbol español y sus problema. “Rubiales, Vinícius, Negreira”. In that order. ¿Por qué no decir “la Federación, Soule, el racismo, el CTA, el Barça y sus presidentes? ¿Por qué tiene que meter a un jugador del Real Madrid entre dos investigados en causas de presunta corrupción?
Tebas pasó del resoplido al bufido.
- Presume de haber aportado documentación a la causa, pero ha resultado ser una prueba falsa, algo que causó un profundo malestar en los acusados y una cierta confusión en el proceso.
- Ya explicamos en su momento el origen de la confusión –Tebas quiso salir del paso rápidamente-, tenían los mismos nombres, en una época similar.
- Ya –respondió Estuardo-. Espero que sea mejor como presidente de LaLiga que como abogado. Claro que tampoco espero gran cosa de quien empezó en el mundo del fútbol a sueldo de Dimitri Piterman.
- ¿Acaso es un delito ejercer mi profesión? Es con lo que me he ganado la vida siempre –se defendió Tebas.
- No, por supuesto que no –respondió Tebas-. Solo trato de que el jurado llegue a la conclusión de que usted, por muy madridista que se confiese, solo ha actuado como muchos de los árbitros de la trama Negreira. Ellos sabían que su sueldo dependía de tener satisfecho a quien los designaba para los partidos grandes o los puntuaba para descender o promocionar. Usted sabe que para mantener su sueldo tiene que mantener satisfecho a quienes se lo aprueban y le mantienen en el puesto. Y entre ellos no está el Real Madrid, y sí nuestros acusados en esta causa. No haré más preguntas, señoría.
El fiscal se dirigió a su asiento y su turno fue asumido por Luisa Ramírez, la abogada del Real Madrid.
- Señor Tebas, ha dicho usted que fallaron los sistemas de compliance tanto en el Fútbol Club Barcelona como en el CTA, ¿debemos entender que dichos controles funcionan bien en el organismo que usted preside?
- Solo puedo decirle que desde abril de 2024 tenemos las certificaciones más altas en nuestros sistemas de Gestión de Compliance Penal y de Gestión Antisoborno.
- Enhorabuena –contestó la abogada con el mismo entusiasmo que Maldini ante un gol del Madrid en una final de Champions-. Pero remontémonos más atrás en el tiempo, a la era Negreira. Usted ha venido aquí y nos ha hablado del caso Negreira como si fuera poco más que una irregularidad administrativa, un posible conflicto de intereses menor que habrá que aclarar. Pero, ¿sabe usted realmente qué es un conflicto de intereses cuando permitió que el Director Audiovisual de LaLiga facturara 500.000 euros desde su propia empresa pese al Código Ético que lo prohibía?
- Esas son las noticias falsas del “portacoz” oficial de Florentino Pérez –contestó Tebas.
- No se ponga nervioso, señor Tebas, le ruego que se comporte, la Justicia dio la razón al periodista y al medio que lo publicó. Supongo que tampoco había conflicto de intereses al alcanzar acuerdos económicos entre el organismo que preside y Mediapro, la empresa que participa en el accionariado de Barça Studios, o por firmar operaciones de patrocinio con un jugador en activo del Fútbol Club Barcelona, Gerard Piqué. Para usted todo esto es normal, forma parte de los negocios y el día a día del fútbol, y aquí no hay más problemas que Florentino Pérez y los vídeos de Real Madrid Televisión.
- Protesto –intervino Scotto con timidez-. Nada de lo mencionado guarda relación alguna con el caso juzgado.
- Se admite –sentenció el juez Aguilar, que no dejaba de apuntar nuevas flechas con el rotulador verde en su libreta-. Aténgase al caso juzgado, letrada.
- Entendido, señoría –asintió la abogada-. Solo trataba de hacer ver que, al igual que lo argumentado por la defensa, prácticamente nada de lo mencionado en el día del hoy por el señor Tebas guarda relación alguna con el caso. Su cruzada es otra. Y me quedo con una frase de lo que ha dicho hoy: señor Tebas, ¿ha dicho usted que están trabajando para minimizar el impacto reputacional que el caso Negreira tiene sobre LaLiga y el fútbol español?
- Así es –afirmó Javier Tebas-. El fútbol español necesita claridad, y la reputación de la competición está por encima y da igual el club que sea. Pero no existe ninguna campaña para desprestigiar al Barcelona.
- Ya, ya lo vemos. Y es más, a ese club al que no se quiere desprestigiar porque ya lo hacen sus dirigentes se le ajusta la normativa de control económico, se le aceptan las palancas que no se cobran o se le permite sobrepasar el límite salarial, se le informa del acuerdo con CVC sin hacerlo con su máximo rival… Pero todo sea por mantener la buena reputación de LaLiga.
- Cómo se nota quién le paga a usted –respondió Tebas mientras mostraba unos afilados colmillos.
- Lo sabe todo el mundo. Igual que sabía todo el mundo para quién trabajaba su hijo. O igual que sabe todo el mundo lo que paga el organismo que usted preside a los medios de comunicación para “minimizar el impacto reputacional” del caso Negreira. 140 millones de euros en cinco años para hacer publicidad de este lodazal. Solo voy a decirle una cosa más: mi cliente detestaría saber que una parte del dinero que LaLiga detrae de sus ingresos, ¡por ridícula que fuera!, se destinara a publicidad y a la mejora reputacional del club al que se está juzgando en esta sala. No haré más preguntas, señoría.
El juez terminó de apuntar otra página más de su libreta, la cerró, junto con sus carpetas, miró a su ayudante y resopló varias veces.
El tono áspero de la sesión lo había dejado agotado. Golpeó con el mazo y se acercó al micrófono:
- Se levanta la sesión.
El juez se marchó pitando, sobre todo cuando vio que Javier Tebas se acercaba a la mesa de la abogada del Real Madrid para seguir discutiendo.
Próximo viernes: Iturralde González
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