Amir Nasr-Azadani es un iraní de 26 años que se ha significado a favor la defensa de los derechos de las mujeres y las libertades básicas en su país. Ha sido condenado a muerte por ello, según informa Iranwire. También es futbolista, exjugador entre otros del Rah Ahan y Tractor de la Persian Gulf Pro League, aunque no es lo más importante en todo este horror.
Para el régimen iraní, el delito cometido por Amir Nasr-Azadani es el denominado moharebeh, es decir, enemistad con Dios, que lleva asociado la ejecución en la horca.
El sindicato de futbolistas FIFPRO ha mostrado su conmoción en redes sociales, afirma sentirse asqueado y pide la eliminación inmediata del castigo.
Recordemos que recientemente fue ejecutado Mohsen Shekari acusado de bloquear una avenida de Teherán y herir con arma blanca a un miembro de las fuerzas de seguridad basiyís en las protestas por la muerte de Mahsa Amini, mujer de 22 años arrestada por la Policía de la moral por vulnerar el código de indumentaria. Según las autoridades, Mahsa Amini murió por causas naturales, al igual que los 6.500 trabajadores que fallecieron mientras construían las infraestructuras del mundial de Catar.
También fue ejecutado en la horca la madrugada de este lunes Majid Reza Rahnavard. Sucedió en Mashad, en plena calle, en público, lo colgaron de una grúa. Al igual que Mohsen Shekari, fue acusado de enemistad con Dios, por participar en las protestas en Irán en defensa de los derechos humanos y, según las autoridades del país, por apuñalar a dos miembros de la policía paramilitar Basij.
Vivimos en una sociedad capaz de ofenderse profundamente por un comentario fuera de lugar, de organizar una campaña de boicot contra alguien por actitudes de hace años que juzgadas con ojos de hoy son insultantes, y, sin embargo, los mismos que dedican horas a criticar una ofensa banal cuyo mayor daño es el equivalente a que te llamen idiota, no reaccionan de manera proporcional ante la ejecución de personas en juicios sumarios celebrados sin garantías.
No debe tener la misma condena social un piropo que la ejecución de una persona acusada de defender los derechos de la mujer en un país que no los respeta, y sin embargo mucha gente solo levanta la voz para condenar lo primero
Actitudes como estas llevan a pensar que para ciertos sectores es más grave utilizar la pintura de una persona en traje de baño en el cartel de una exposición de una bodega que la conculcación sistemática de los derechos humanos. Estoy seguro de que no es así, pero a menudo lo parece. No debe tener la misma condena social un piropo que la ejecución de una persona acusada de defender los derechos de la mujer en un país que no los respeta, y sin embargo mucha gente solo levanta la voz para condenar lo primero.
Comentaba antes que el hecho de que Amir Nasr-Azadani sea futbolista es lo menos importante de este terrible asunto, pero sí es relevante en el ámbito de la celebración de un mundial, aunque sea un mundial sangriento y vergonzoso como este de Catar. Sorprende que tampoco haya alzado la voz ante esta crueldad ninguno de los organismos que rigen el fútbol. Vivimos en una sociedad tal que es probable que la suspensión de un mundial produjese una presión social mayor que otras medidas, como las sanciones de la UE, para ayudar a que Irán dejase de violar los derechos humanos.
Vivimos en una sociedad tal que es probable que la suspensión de un mundial produjese una presión social mayor que otras medidas, como las sanciones de la UE, para ayudar a que Irán dejase de violar los derechos humanos
Es indudable que lo cómodo es limitarse a afear en redes sociales la conducta reprobable de un señor anónimo de Cuenca que ha dicho una barbaridad y no meterse en charcos más profundos que puedan tener consecuencias para uno mismo. Pero es exigible valentía a quienes ostentan cargos de responsabilidad para que visibilicen y actúen, en la medida de sus posibilidades, contra ignominias como la condena a muerte Amir Nasr-Azadani por defender los derechos de la mujer y las libertades básicas en un país que carece de ellas.
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