Del bodrio laborioso que presidió gran parte del primer tiempo pasamos a otra bocanada de buen juego en el segundo, alcanzado con la ventaja mínima por un voluntarioso Cristiano, hecho ya a meter una de cada cuatro o cinco ocasiones, pero incansable a la hora de estar ahí para meterlas.
Theo daba ya las señales de confiar en sí mismo que multiplicó tras el cambio de portería, confirmando una capacidad para colarse en vertical apoyada en un tranco limitado a muy pocos, y bien pudo marcar dos o tres goles en la segunda parte. Otra buena noticia es que Varane se asiente como el central soñado por cualquier equipo, rápido como el rayo, fino y decoroso tanto regateando como dando salida al balón, infranqueable por alto. Solo le falta recobrar el remate ofensivo, donde por alguna razón lleva tanto tiempo cabeceando blando o desviado, tras años de exhibir lo contrario.
Lucas Vázquez sigue animando decisivamente a sus olímpicos compañeros, sin temer ni abusar del uno contra uno, y si Kovacic no hubiese pifiado dos remates quizá hablaríamos de una actuación tan estelar como la del miércoles. Es notable que Lucas y él se basten para compensar la ausencia de piezas tan nucleares en este equipo como Modric y Kroos. Por su parte, Benzema volvió a dar dos de cal y una de arena; qué crack es este tiarrón, capaz de elegir y ejecutar como un sabio lo aconsejable en cada tesitura, y qué decepcionante resulta verle marrar lo sencillo.
¿Qué decir de Bale? Si juega como hoy, y le he visto hacerlo todavía mejor, el Real tiene quizá el único centrocampista sintetizado con el hombre punta imparable por velocidad y disparo. Flanqueado por Asensio o por Benzema, y disponiendo de la máquina percutora que encarna Ronaldo, puede hacerle un roto a cualquier adversario no solo llegando y pasando, sino tirando faltas y cabeceando balones parados. No me extrañaría que la inaudita secuencia de lesiones haya fortalecido una disposición no menos excepcional a reivindicarse, y es posible que el rodaje requerido por tanta inactividad pueda combinarse ahora con la notable ventaja de tener los músculos menos cargados. Veremos si en París resulta marcar la diferencia.
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Sí, el segundo tiempo fue una bocanada de buen y divertido fútbol. En el resto también de acuerdo con su análisis.
A Theo le vi en la segunda parte algunos balones perdidos realmente comprometidos. La diferencia es que vi, a la hora de recuperar a tres o cuatro jugadores bien posicionados y corriendo a arreglar el desaguisado. En eso consiste un equipo, en que todos trabajan para sí y para cubrir al compañero. Theo, y todos, necesitan confianza para jugar bien, y creo que es difícil tener confianza si cada error tuyo supone un gol o una oportunidad clara en contra (o si el público te pita cuando no te salen las cosas, pero ese es otro asunto).
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