Amanece que no es poco

Buenos días. En el clásico de José Luis Cuerda Amanece que no es poco Quique San Francisco (gran madridista, por cierto) se pasaba la película metido en un pijama de una pieza, como los que llevan los pistoleros en los westerns, pidiendo a todos y cada uno de los personajes que se encontraba que le cambiaran sus papeles en la película por el suyo propio.

-Sí, hombre- le respondía airado el personaje interpretado por Antonio Resines (otro gran madridista)-. Me chupo yo una ingeniería en Oklahoma para que tú ahora vengas y a lo mejor te limpies el culo con mi personaje.

Este portanalista se asomó anoche a las primeras planas de la prensa deportiva patria y a continuación se puso un pijama de una pieza pero no precisamente para irse a dormir, sino para buscar sustituto en La Galerna en la mejor línea Quique San Francisco.

-Sí, hombre- me contestó Fantantonio, entre molesto e iracundo.- Escribo yo una loa a la Trigésima que movería a las lágrimas al mismísimo Capello para que tú te lleves la gloria y me quede yo hurgando en los bolsillos en busca de algo ingenioso que decir sobre Paulinho.

Con el metafórico rabo entre las piernas me encaminé a casa de Alberto Cosín, a quien temí despertar de su sueño (era muy tarde) pero a quien en cambio encontré frente a un proyector donde delanteros con la cabeza vendada remataban balones imposibles en perfecto blanco y negro.

-No tengo yo otra cosa que hacer, después de publicar en La Galerna mi díptico sobre los mejores porteros de la Historia del Madrid, que renunciar a ese crédito para hablar sobre Paulinho.

Desazonado, llamé a Pepe Kollins.

-Te cambio mi papel en La Galerna por el tuyo.

Exquisito como siempre, D. José desestimó sin embargo mi petición, alegando que tanto como le molestaba indagar sobre Paulinho a estas alturas de su vida le irritaba la posibilidad de que su poderosísimo artículo sobre las razones por las cuales Mbappé va a fichar (o debería) por el Madrid engrosara el prestigio de un simple portanalista (el portanalista es el peón del ajedrez galernauta).

-¿Por qué no preguntas a Álvarez de Mon?- me sugirió Kollins, siempre presto a ayudar sin reparar en matices ajedrecísticos-.  A mí, la verdad, me has despertado, pero Ramón está despierto seguro. O bien se encuentra ultimando algún otro artículo sobre la situación fiscal de Cristiano, o bien está comprando apiretal para algún niño en alguna farmacia de guardia.

Agradecí a D. José su idea y no bien colgué marqué el número de Ramón.

-Que si me cambias mi personaje por el tuyo- le grité. Un bebé berreaba de modo ensordecedor y no había manera de hacerse entender. A duras penas conseguí comprender las viles excusas de Ramón, relacionadas con su siempre socorrido papel de padre de familia numerosa, antes de decidirme a intentarlo con Jesús Bengoechea. Tendría que llamarle a Cardiff, pero confiaba en poder repercutirle con posterioridad la factura de la conferencia.

-A los que vivimos en la que será ya por siempre la tierra de la Duodécima no se nos molesta con estas fruslerías- me respondió gélido.- Además, si esperas que te cambie el papel de editor por el de... espera que me da la risa... por el de ¡¡portanalista!! espera sentado. Llama a los Faerna.

-¿A cuál de ellos?

-Son uno y trino- repuso Bengoechea.- Por eso, ahora que lo pienso, ni te molestes. En cualquier trueque ha de darse la exigible paridad. No te van a cambiar tu papel en La Galerna por tres papeles en La Galerna, aunque en el fondo los tres se encierren en uno solo. Por ahí nada vas a rascar.

-Dame entonces alguna pista- rogué al jefe.- El panorama de las portadas de hoy es absolutamente devastador. No ha habido ninguno peor en los más de dos años de historia de La Galerna. Lo aseguro. Lo garantizo.

-Te quejas de vicio- me espetó.- En mi lejana época de portanalista (porque yo empecé por abajo también, aunque tenía más talento que tú, todo sea dicho) me las apañé para sacar adelante portanálisis menos prometedores que este.

-Pero, ¿tú las has visto? ¿Has visto las cuatro de hoy?

-Bah, no son para tanto. Hay de donde sacar. Te lo aseguro. Mira bien. Busca bien. Abre tu mente adocenada. Fúmate algo.

-Sabes perfectamente que eso se hace siempre y hoy no es una excepción. De hecho, me he tomado también una de las pastillas verdes que me recomendaste.

-Entonces recurre al comodín del público.

-¿Y eso en qué consiste?

-Es por donde van los tiros mediáticos ahora, ¿no lo sabías? Igual que la Cope pregunta si hay que pitar o no a Cristiano en el primer partido en el Bernabéu, tú puedes preguntar a los galernautas qué se puede analizar de las cuatro portadas de hoy. Es lo bueno del periodismo de hoy en día: te lo hace tu público.

-Creo que entiendo. Me giro al lector y le pregunto, con toda candidez: ¿qué crees tú que se puede sacar de aquí?

-Eso es. Sin perjuicio de que te tomes otra de las pastillas verdes.