A nuestro grupo privado de ex baloncestistas del Real Madrid siguen notas de condolencia (que luego serán reenviadas a la familia) por la muerte de Víctor de la Serna, “Vituco” para los más legendarios del grupo. Y es que este gran periodista mantuvo un fuerte vínculo con la plantilla del primer equipo blanco de la canasta durante muchos años.
Tanto es así, que sin conocerlo ni tener ninguna referencia, lo veíamos lanzar en las canastas supletorias, mientras los juniors de entonces —la generación de Romay, Itu, Indio Díaz y un servidor, entre otros— nos preguntábamos quién era aquel personaje curioso al que nos acostumbramos a ver antes de saber de sus méritos y cercanía con el club.
De ellos encontrarán referencia en los numerosos obituarios que podrán encontrar sin más que teclear su nombre, y de los que me gustaría reseñar que fue el primer español graduado por la Escuela de periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York y fundador del diario El Mundo. Pero no está en estas páginas de La Galerna por ello, ni por sus reseñas que añoraremos sobre gastronomía, con el seudónimo de Fernando Point; de deporte, sobre todo baloncesto, como Vicente Salaner, y, por supuesto, con la firma de su nombre de pila en asuntos de interés relacionados con la política, la economía y la cultura.
Víctor está en estas páginas por ser un madridista de primer orden, o sea, de corazón, y por haber ejercido de ojeador plenipotenciario del club en los Estados Unidos durante los años 60 y principios de los 70. A su conocimiento e instinto se debe, entre otros, el fichaje de una de las leyendas de la sección, nada más y menos que al que conocimos como Walter, de apellido Szczerbiak. Y permítanme mis compañeros que desvele el reconocimiento privado que, hoy mismo, manifestaba Lolo Sainz por la gran ayuda que Vituco le prestó en las contrataciones de jugadores estadounidenses.
Víctor está en estas páginas por ser un madridista de primer orden, o sea, de corazón. A su conocimiento e instinto se debe, entre otros, el fichaje de una de las leyendas de la sección, nada más y menos que al que conocimos como Walter, de apellido Szczerbiak
Más allá de sus múltiples gestiones, se convirtió en un personaje entrañable para la plantilla por sus visitas continuas, bien en la cancha, bien en el vestuario o en las reuniones más allá del Pabellón de la Ciudad Deportiva de La Castellana. Siempre amable en su mordacidad, con esa visión periodística de la vida que distingue a los grandes de la profesión —en su caso por estirpe y por raza—, su compañía tuvo siempre el placer de las conversaciones con peso, de las opiniones fundadas, tuviera o no razón, de quien sabe de qué lado está la verdad absoluta.
Ya alejado de la pista, mantuve un cierto contacto con él, pues nunca el baloncesto quedó fuera de su punto de mira, y, mucho menos, su Real Madrid. Vayan estas palabras humildes en recuerdo de un gran personaje del que podríamos decir que murió con las botas puestas, derrumbado por la vida en la puerta de El Mundo para morir días después. Querido Víctor, ojalá que te vaya bonito en tu nueva vida.
Getty Images.
Descanse en paz, lamentable la necrológica de El Mundo que obvia e ignora cualquier referencia a su madridismo.
Me uno a las condolencias.
Siempre me gustaron sus artículos sobre baloncesto, llenos de conocimiento y sabiduría. Y sus crónicas gastronómicas, de las que se puede decir lo mismo.
Un gran madridista.
Que descanse en paz.
Saludos.
DEP.
No tengo referencias de el
Pero todo madridista de buena fe merece mis respetos
DEP
Una pena, un gran personaje, un gran periodista y un gran madridista
Descanse en Paz.
Crónicas, columnas y artículos de primer nivel. Lo mejor del diario El Mundo. Pionero de un madridismo que hoy vive en La Galerna. Honor a un periodista y madridista de leyenda.