El abrumador luto por Diego

Buenos días. Prosigue el luto. Prosigue el llanto del mundo ante la pérdida de una de sus celebridades más afamadas, el lamento del fútbol por el adiós de una de sus más eximias estrellas (tal vez la mejor, como apuntaban ayer algunos en nuestro homenaje colectivo a Maradona), la consternación de un país ante uno de sus mitos más imperecederos. Lo decía Jorge D’Alesandro, a quien no solemos citar para nada bueno en esta sección, pero que se ha hecho acreedor a ello con una emotiva intervención televisiva. “Los argentinos no tenemos historia. Casi se puede decir que todo empieza con Diego”. Ese gran país del cono sur acaba de perder, de golpe y por el mismo precio, a su D. Pelayo, su Felipe II, su Curro Romero y su Julio Iglesias.

Las escenas de dolor colectivo por su fallecimiento, sin embargo, no se circunscriben a la capital porteña sino también a otros muchos lugares, primordialmente aquellos donde el astro dejó su impronta de talento irreal. Hablamos, principalmente, de Nápoles y Barcelona, aunque es llorado en todo el planeta. Lo dice Marca.

Sí. Se fue de todos. Es una frase que refleja con fortuna el alcance planetario de la pérdida. Sabemos por la portada de Marca del acontecimiento luctuoso que la muerte de Diego ha supuesto en su país, así como en Nápoles (el estadio del club local pasará a tener el nombre de la estrella). Es tan abrumador el peso de la noticia que apenas queda sitio para nada más en esta primera plana, aunque en clave madridista se nos hace saber de lo declarado por otro argentino, Campazzo, que seguramente estará también afectado por la partida de Diego. El Facu habla de su marcha del Madrid, de cómo su madre intentó convencerle para que no se fuese (Dios bendiga a esa señora), pero el indudable interés del testimonio no llega a calar en un panorama inundado por la presencia apabullante del Pelusa. Tampoco lo relativo a las posibles renovaciones de algunos componentes de la sección de fútbol, esta vez. Todo continúa siendo Diego.

Decíamos que es en Argentina, obviamente, donde la tragedia nacional marca un antes y un después. Un país consternado ha despedido al ídolo, y no ha sabido hacerlo sin que se hayan desatado incidentes de orden público. Todo ha sido exceso, acaso en consonancia con la personalidad del finado. “Dolor y caos”. En efecto. Hinchas asaltando la sede del gobierno por no poder velar el cadáver. Hecatombe colectiva. Detenciones. Incluso, en un giro grotesco y macabro, unos empleados de las pompas fúnebres que lidiaron con las exequias hicieron circular por redes sociales unas fotos posando con el cuerpo sin vida del icono. Parafraseando la famosa pregunta, en un sentido completamente distinto, ¿de qué planeta vinieron esos anormales? Mucho nos tememos que se cierne sobre ellos la amenaza de una turba de hinchas que se sienten ultrajados por esta chocante ceremonia lúgubre. Dios proteja de esas iras a esos imbéciles. No querríamos estar en su pellejo. (En realidad nunca podríamos haber estado en él, afortunadamente). Mundo Deportivo da cuenta en su portada del morboso evento, además de subrayar la condición de tragedia nacional que este adiós representa para todo un país. “Llora por mí, Argentina”. Está bien citar el musical sobre otro de los grandes mitos de esa nación para despedir al mito que se acaba de ir. Como decimos, son todos mitos nuevos, relucientes: Evita, Gardel. Y ahora Maradona.

¿Y qué más deciros, amigos? Todo es Maradona hoy, todo sigue siéndolo, y esperamos una cascada de noticias más o menos sórdidas, más o menos poco edificantes, en los días y hasta las semanas por venir. Nos dejó el astro y nos dejó el hombre (“Adiós a Diego y adiós a Maradona”, rezaba el título del artículo ya antológico de Valdano en El País), un hombre contradictorio y sobre cuya calidad humana se dice absolutamente todo, y también todo lo contrario a ese absolutamente todo.

Preparémonos para todo lo que viene.

Os dejamos con la portada de Sport.

Pasad un buen día.