A lo cohecho, pecho 

Buenos días. El mundo se resquebraja bajo los pies del culerío. Tiene que ser duro. Te pones en los zapatos de un culé medio y cuesta interiorizar la dimensión de la zozobra que le tiene que dominar por fuerza.

También os decimos una cosa: no nos dan ninguna pena. Nos la darían si hubiéramos encontrado un solo barcelonista que hubiera demostrado una mínima honestidad intelectual ante las revelaciones negreiriles. Pero ni el seny ni los valors han hecho acto de presencia por ninguna parte desde que se destapó el pastel, el mismo que hoy golpea la prensa de medio planeta, escandalizando al mundo con la historia de corrupción futbolística más sonrojante y prolongada de todos los tiempos. Os resume el estado actual de las cosas Jesús Bengoechea en este artículo.

En España, a diferencia del resto del mundo, el asunto tiene cierta trascendencia, pero no tanta como para eclipsar el debate sobre si el Madrid condiciona a los colegiados a través de sus vídeos en Real Madrid TV, vídeos realizados con el único propósito, precisamente, de proteger al club de los ataques diseñados por un estamento arbitral que durante décadas ha estado marcado por las directrices de Negreira (a sueldo del Barça) y que ahora lo está por las directrices marcadas por tipos como Clos Gómez, que sigue al frente del VAR pese a que la Guardia Civil investiga sus sospechosísimos incrementos patrimoniales en los años sordos del negreirato. Este es el país que tenemos y sufrimos.

Marca es el único periódico deportivo que dedica la portada completa al tema, como cualquier publicación deportiva debería hacer para subrayar la dimensión del fraude. Todo el mundo (Marca también) parece echarse las manos a la cabeza ante la magnitud del escándalo, que deja al Moggigate italiano a la altura de un inocente juego infantil, por cuanto aquel caso, aunque muy grave, fue una corruptela puntual, mientras aquí hablamos de una “corrupción continuada” en palabras del fiscal, o “corrupción sistémica” en las del juez instructor Aguirre.

Todo el mundo se echa las manos a la cabeza, pero nosotros no. Nosotros estamos de vuelta de esta mierda, amigos. Para La Galerna, que lleva años señalando que aquí pasaba algo raro al alimón con el madridismo de las redes sociales, y que ha intensificado su labor de denuncia desde que hace siete meses saltan las primeras noticias sobre Negreira, esto es el pan nuestro de cada día. El resto de la prensa, en cambio, ejerce de Capitán Renault y se rasga las vestiduras porque se acaba de enterar de que aquí se juega (a lo que quiere inicuamente el FC Barcelona).

El propio director de Marca, Juan Ignacio Gallardo, admitió en la emisora del grupo, con Pedro Pablo Parrado, que “Después de lo de hoy, empiezo a pensar que el Barcelona influyó en los arbitrajes a cambio de ese dinero”.

Hombre, Juancho… ¿Sólo “después de lo de hoy”? ¿De qué clase de guindo nos hemos caído? ¿Qué pensabas entonces “antes de lo de hoy”? ¿Que el Barça pagó durante décadas al número dos de los árbitros en España para que apañara unas clases de backgammon a sus utilleros? Hay ejercicios de cinismo que duelen en personas a quienes tenemos por inteligentes y cabales.

Asombrosamente, o no tanto, As solo dedica el frontispicio al día en que el Barça vio estrecharse alarmantemente el cerco, y prefiere otorgar su portada a la noche en el que el Atlético de Madrid robó un partido en Pamplona merced a un gol ridículamente anulado a Osasuna, y sin consignar encima que fue eso, un robo. Se espera con verdadera expectación el comunicado de Gil Marín al respecto. El Real Madrid fue sin duda culpable del incidente, debido al ambiente irrespirable que crean en el colectivo arbitral los implacables mecanismos de presión de los blancos. Consideramos que Gil debe emitir su comunicado cuanto antes, a fin de que Osasuna pueda ejercer su derecho a iniciar acciones legales contra el Real Madrid por el hurto de ese gol legal contra el Atleti.

Y llegamos al punto fuerte de este portanálisis, amigos. Sí, lo habéis adivinado: la prensa cataculé.

¿Cómo os quedáis? Chicos, a nosotros nos parece que hay un atisbo extraño de grandeza en esto. Es como el business as usual de los establecimientos comerciales londinenses en medio del blitz. Las bombas caen a su alrededor, y ni Sport ni Mundo Deportivo se dan por enterados salvo por mínimos recuadros alusivos a la imputación del Barça por cohecho. El juez dice que le deben a Negreira docenas de títulos de la época supuestamente más gloriosa de su historia, y los rotativos deportivos cataculés tratan de dar una apariencia de apabullante normalidad. Los músicos del Titanic son unos histéricos irresponsables al lado de Mascaró y compañía.

Qué admirable contención. De verdad. Su presente, su pasado y su futuro como club pueden estar yéndose por el desagüe (su prestigio mundial ya se ha ido), y ellos que si Lewandowski, que si no sé qué. “A lo cohecho pecho”, parecen decirse y, lo que es aún más llamativo, decirnos, y aquí no ha pasado nada.

Sólo que sí ha pasado, amics. Ha pasado (y está pasando) durante un tiempo que el FC Barcelona ha comprado al estamento arbitral. Que no se haga nadie el sorprendido, sepulcros blanqueados. Hace años que llamábamos la atención sobre esto.

Pasad un buen día.