Hace algunos años se hizo viral una imagen obtenida de un documental de Canal Plus Francia sobre Zidane. El diario Marca sacó una captura del técnico francés apuntando algo en una libreta escolar de doble anilla, supuestamente en medio del análisis de un rival. El resto de los utensilios de trabajo eran un ordenador en cuyo escritorio se hallaba abierta la web del propio Marca, un teléfono móvil y una gorra del Real Madrid. El titular recogía unas declaraciones que, a mi juicio, pretendían ser un punto caricaturescas: “el fútbol no es tan complicado”.
Es sabido que a Zidane, poco dado a refugiarse en discursos excesivamente elaborados, se le atribuyó una imagen un tanto amateur desde que se sentó en el banquillo blanco. Al fin y al cabo, en esta sociedad de apariencias la sencillez siempre ha resultado sospechosa, y todos somos en cierta medida esposas del César. De manera que algunos incluso juguetearon frívolamente con la idea de que, mientras las cámaras inmortalizaban aquella postal, el entrenador del Real Madrid en realidad estaba dibujando, ejem, garabatos en el cuaderno.
Evidentemente se trataba de una absurdez malévola, pero a mí, como hincha alejado de la idolatría gafapasta, debo reconocer que dicha hipótesis pretendidamente denostadora me hubiera parecido gloriosa. No solo porque no ofende quien quiere sino quien puede —y Zidane demostró con creces en repetidas ocasiones que su reino no es de este mundo—, sino porque el éxito de Zizou siempre conllevó, además de la victoria del Madrid, la derrota de los enteraos. Una doble satisfacción.
Me vino esto a la memoria cuando, tras el solvente triunfo del equipo merengue de baloncesto en Málaga, los periodistas entrevistaron a Chus Mateo. Vaya por delante que la comparación entre deportes tan diferentes como el fútbol y el baloncesto siempre constituye un exceso —cuando no una muestra de ignorancia—, especialmente al valorar el impacto potencial que tiene el entrenador durante el desarrollo de un encuentro. Sin embargo, ambos mundillos comparten la sospecha de la tertulianada acerca de los perfiles bajos y de las soluciones simples. De ahí que, incluso tras la victoria en la Euroliga, el técnico madridista no haya adquirido un crédito directamente proporcional al logro. ¡Se atrevió a jugar una Final Four plantando una defensa en zona durante treinta minutos, como si fuera una liga municipal! Qué más da que funcionase que ni pintado: ¡eso es lo de menos! Habrase visto.
De igual modo, algunos ayer se echaron las manos a la cabeza por la apuesta de afrontar la segunda parte de la final con apenas siete jugadores en la rotación. Por lo visto, el sota-caballo-rey solo debe valer para la brisca, y la prudencia de no querer estropear lo que funciona pertenece a algún tipo de astucia campesina incompatible con el baloncesto moderno. Quién sabe, quizá haya que comprarle otra libreta de doble anilla a Chus Mateo. Al menos tendrá la ventaja de que podrá utilizar el trofeo de Copa como pisapapeles.
El ataque francés y la defensa argentina apabullaron al Barcelona en un último cuarto que dejó el trofeo resuelto sin necesidad de recurrir a la épica emocionante que tantas veces requieren estas citas
Si me permito alargarme con estas reflexiones es porque la final tuvo menos historia de la que se esperaba. Es cierto que el Barcelona salió dispuesto a dar guerra, probando algunas opciones interesantes: la titularidad de Da Silva —llegó a estar emparejado contra Campazzo en algunos momentos, al inicio—, la colocación de dos generadores para intentar hacer daño al Madrid, el truco de sacar a Tavares de la cueva con Vesely… En el segundo cuarto, los porcentajes de acierto exterior amagaron con una posible ruptura del encuentro a favor de los culés, y en ese instante decisivo el equipo se sostuvo con unos buenos minutos de Hezonja —no debe enfadarse por su menor protagonismo en el choque: aquí queda escrito que volverá a ser decisivo en el resto de títulos de la temporada— y en la colosal actuación de Poirier, probablemente el auténtico MVP.
En el primer cuarto, un renqueante Tavares había conseguido ganar el duelo defensivo ante Willy Hernangómez, pero sufría más de lo deseable con su némesis checa. Con la entrada de Vincent, Willy continuó siendo un caramelito —los rebotes ofensivos a la postre resultarían decisivos para la victoria— y Vesely dejó de tirar tan solo. El propio Grimau fue plenamente consciente de que con la neutralización del pívot de Ostrava desaparecían sus opciones de ganar, de ahí que en la rueda de prensa centrase el foco en las faltas personales que lo echaron en el último período. No crean que no tiene su mérito encontrar en cada ocasión la coartada adecuada. El barcelonismo es como un calamar con ínfulas de artista que jugase a hacer arte figurativo cada vez que suelta un chorro de tinta. Bien está; como se dice ahora, son sus costumbres y hay que respetarlas.
El barcelonismo es como un calamar con ínfulas de artista que jugase a hacer arte figurativo cada vez que suelta un chorro de tinta. Bien está; como se dice ahora, son sus costumbres y hay que respetarlas
Bastante antes de todo eso, el partido se había decantado ya del lado blanco. Concretamente, cuando tras el descanso Chus Mateo —¡Penitenciagite!— consiguió ajustar la defensa, con Deck sobre el base y Facundo emparejado frente al que hiciese las labores del segundo generador, fuese Laprovittola o Brizuela. Por otro lado, Musa, al que también habían castigado con alguna personal tiquismiquis, mantuvo meritoriamente el acierto en su duelo, a priori desigual, contra un desaparecido Kalinic, y la monumental exhibición de Poirier estuvo bien escoltada por los tiros liberados de Yabusele, que en esta ocasión compensaron con creces sus puntuales despistes atrás.
El ataque francés y la defensa argentina apabullaron al Barcelona en un último cuarto que dejó el trofeo resuelto sin necesidad de recurrir a la épica emocionante que tantas veces requieren estas citas. En definitiva, se trató de un partido aprobado hasta por las sociedades de Cardiología. Aunque es cierto que seguramente no por los puristas del minutaje medido, los excels y las estadísticas. En cualquier caso, me aventuro a predecir, mientras aparto el confeti del teclado antes de enviar la crónica, que a los madridistas no nos importa demasiado. Felicidades, y a por la próxima.
Fotografías: realmadrid.com
Son insoportables. Yo entro alguna vez en una página de baloncesto y la mayoría de los que opinan piensan que porque han visto unos highlights en Youtube y se han aprendido el nombre de dos o tres jugadores de la NBA, saben más que cualquier técnico que tiene el culo pelado de los banquillos. Además tienen ese madridismo enfermizo que hace que todo lo que se relacióna con el club está mal (dirigentes, técnicos, jugadores) , y les parece que todos los titulos que se consiguen es por una especie de fenómeno paranormal porque el entrenador, haga lo que haga, siempre es un desastre.
Dan una mezcla de pena y asco
Hay sucesos que , en principio, no parecerían relacionados. Pero a efectos de sensaciones pueden parecerlo. El infantil, tras realizar muy buen baloncesto durante todo el torneo, no pudo llevarse el triunfo en la final ante el eterno rival. Por esos alrededores horarios , que son inusuales para la práctica deportiva del fútbol y baloncesto, el primer equipo de fútbol obtuvo un empate que , sobre todo para agoreros y antis, podría considerarse como pinchazo. Justo en ese momento , alrededor de las 16 h y tras ver en la web del Real Madrid el encuentro de Florentino con el equipo , tuve prácticamente la certeza de que no iban a dejar pasar la ocasión de asestar un duro golpe al Negreilona. En balonsestu , en furgol o en carrera de sacos, la obligación madridista es darles pal pelo.
Y que sigan celebrando títulos con sus rituales y canción fetiche de Love of Lesbian (Toros en la Wii). ¡Son muy grandes! EQUIPO.
Por cierto, la "crónica" de Pablo Rivas es una genialidad textual. Gracias.
A fe que Planeta y Penguin se retarían por vos, un amanecer cualquiera, ante la tapia de un cementerio...
P.s.- Lástima de mi Uni, caído ante un enorme Lenovo...snif...
Equipo de baloncesto: ¡E Q U I P A Z O!
Equipo técnico: ¡E Q U I P A Z O!
Hala Madrid y nada más.
Buenas tardes, para D. Nadie Grimau, un recuerdo de Comunero, para que siga quejándose de los árbitros
uenas tardes, datos para D. Nadie Grimau
Los datos (tomados de Basket a todo Ritmo en Twitter):
– Valoración equipo:
RM 121
FCB 73
– Total rebotes:
RM 36
FCB 27
– Tapones:
RM 6
FCB 2
– Asistencias:
RM 17
FCB 12
– Balones robados:
RM 10
FCB 4
– Balones perdidos:
RM 10
FCB 12
Saludos blancos