Las películas de superación nos han convencido de que las hazañas puntuales nunca vienen solas, sino que suelen estar enmarcadas en un guion que les otorga un sentido. Se trata de otra muestra de ese atavismo humano que consiste en la creencia en algún grado de predestinación. “Si esto ha ocurrido, es por algo”, frase fundacional y justificadora de múltiples proyectos y no pocas relaciones de pareja, como si un inicio prometedor garantizase un mínimo de fiabilidad en el discurrir de los mismos. Sin embargo, pedir coherencia a unos supuestos hados habitualmente constituye un ejercicio de impotente inanidad, como terminan comprendiendo los enamorados y los enfermos crónicos, y perdón por la redundancia. La semana de San Valentín, finalizado el hechizo de su emocionante victoria ante el Gran Canaria, Álex Mumbrú comprobó en carne propia que en muchísimas ocasiones las flores son de un día y las rayas mueren aisladas en el agua.
En su descargo hay que argumentar que contener el vendaval del Real Madrid supone una tarea que rivalizaría con la lista de recados de Hércules. El Valencia trató de afrontar el desafío imitándose a sí mismo: desde los tiempos de Bojan Dubljević su estrategia casi siempre ha pasado por intentar sacar de la zona a Tavares para neutralizar su intimidación. Para tan ardua misión el escogido fue Brandon Davies, soldado norteamericano con cuentas pendientes con los merengues. Su rabiosa motivación le dio réditos a los naranjas mientras estuvo en la pista, si bien sufrió bastante penalización por las personales. Siguiendo la estela del UCAM Murcia, el Valencia quiso escuchar aquel mítico estribillo apócrifo de Aíto: si haces veinte faltas, te pitarán las veinte; si haces sesenta, te pitarán igualmente veinte.
El Madrid fue una apisonadora que sacó al Valencia de la cancha, probablemente en el mejor período de los de Chus Mateo en el mes de febrero
El papel aguanta cualquier plan, mas el problema es llevarlo a la práctica. El intento de expulsar de la cueva al gigante caboverdiano del Madrid tuvo un resultado irregular, y pasó a convertirse en agua de borrajas cuando Poirier tomó el relevo. Una serie de tapones, todavía en la primera mitad, fueron prueba de que la profundidad de plantilla madridista obliga al rival a plantear varios caminos diferentes a la hora de atacar por dentro. No solo intimida Tavares: Xabi López-Aróstegui dio buena cuenta de ello cuando en una jugada singular en la que, solo para machacar, al ver llegar por el rabillo del ojo al resto de pívots blancos decidió él mismo autotaponarse, como esos japoneses que, antes que perder su honor, prefieren hacer el trabajo que correspondería al enemigo.
Las entradas de Yabusele y Chacho despistaron momentáneamente al equipo, lo que permitió al conjunto valenciano engancharse en el electrónico. Sin embargo, el tercer cuarto constituyó una avalancha inmisericorde. El día de los enamorados quedaba muy atrás, y no hubo piedad. Sin necesitar acierto excesivo por parte de Hezonja o el mismo Campazzo, el Madrid fue una apisonadora que sacó al Valencia de la cancha, probablemente en el mejor período de los de Chus Mateo en el mes de febrero. La reacción cosmética de los taronjas en los últimos diez minutos solo vino a partir de la intención blanca de guardar fuerzas para el domingo. La quinta falta de Davies, presumible coartada para el antimadridismo, se trató en realidad de una anécdota: hay relaciones que mueren mucho antes de que uno de la pareja lo sepa. Que Brandon se retirase hacia el banquillo haciendo el gesto del dinero a los árbitros nos sirve de recordatorio acerca de la importancia de la elegancia en las rupturas. Tampoco tendría muy en cuenta que algún otro jugador ché dedicase algunas carantoñas a Campazzo en los instantes postreros. Al fin y al cabo, cuando uno se ha hecho ilusiones acerca de lo que le depara el porvenir, la frustración actúa.
La Copa del Rey no espera a nadie, y el domingo nos regalará una nueva batalla decisiva para la consecución del segundo título de la temporada. El destino, basándose en la tradición y las estadísticas, dice que el Madrid es el favorito. Pero, como dolorosamente ha comprobado el Valencia, y a lo largo de la historia tantos y tantos enamorados, el destino no existe. Mañana, el desenlace.
Fotografías: realmadrid.com
Es muy bueno éste Madrid de baloncesto, esperemos que al tramo final de temporada llegue en forma porque es el mejor de Europa con diferencia.
Me alegro mucho por la victoria del Real Madrid. Debo decir que debido al tema futbolistico le he cogido tal odio a Valencia y a todos sus equipos que si en vez de ganar por 20 se les puede ganar por 40 mejor.