El 6 de mayo de 2024 se cumplen 90 años de la consecución de la sexta Copa de la historia del club blanco. Una Copa heroica y épica por parte del Madrid F.C., que tuvo que enfrentarse a varios y grandes obstáculos para su conquista. Por entonces, el torneo del KO todavía era la competición de mayor importancia en el fútbol nacional. La Liga llevaba pocos años en funcionamiento y, aunque el crecimiento era evidente, al ganador de la Copa se le otorgaba mayor consideración, no en vano su denominación genérica e histórica es el Campeonato de España.
El 6 de mayo de 2024 se cumplen 90 años de la consecución de la sexta Copa de la historia del club blanco. Una Copa heroica y épica por parte del Madrid F.C., que tuvo que enfrentarse a varios y grandes obstáculos para su conquista
El cuadro madridista se sacaba así varias espinas. La primera, el romper una sequía de más de tres lustros sin alzar la Copa, ya que la última hasta entonces la consiguieron en 1917. La segunda, volver a ganar una final copera tras caer en las cinco anteriores: 1918 y 1924 ante el Real Unión, 1929 contra el RCD Español y 1930 y 1933 frente al Athletic. Y la tercera, encauzar un curso 1933-34 complicado porque empezaron la temporada como vigentes campeones de Liga, pero no lograron el tercer título seguido después de ser superados en la tabla por el Athletic en la segunda vuelta. Las aguas no bajaron tranquilas por Chamartín en distintos momentos de la campaña y en el mes de diciembre de 1933 se prescindió del técnico inglés Mr. Firth, que fue sustituido por Paco Bru.
Tres semanas después de concluir la Liga los blancos iniciaron la Copa con una primera eliminatoria ante Osasuna. Los rojillos militaban en la categoría de plata y no habían culminado el ascenso al finalizar en quinta posición en la clasificación, pero llegaban en un buen momento tras eliminar en dieciseisavos al Athletic de Madrid, recién ascendido a Primera. Como futbolistas más destacados tenían en sus filas a los hermanos Bienzobas, Paco y Cuqui, y al gran ariete Julián Vergara.
Osasuna - Madrid en San Juan
La ida fue en el campo de San Juan el 25 de marzo y la expectación en Pamplona fue enorme, con proclamas en la prensa como “el domingo se verá Pamplona como en los grandes días de San Fermín”. El conjunto madridista no estaba confiado pese a ser un cuadro de inferior categoría y viajó con casi todos sus ases a Pamplona. Paco Bru alineó prácticamente el once de gala, salvo la inclusión de Bonet y Blázquez (en lugar de Lazcano que pidió no jugar ante su exequipo) con pocos minutos en la Liga.
Al césped saltaron los Zamora, Ciriaco, Quincoces, Emilín, Olivares y los hermanos Regueiro. Con un estadio a reventar, con muchos aficionados llegados de toda Navarra y con récord de recaudación, la victoria fue blanca por 0-3. Según la crónica de ‘La voz de Navarra’ el Madrid “venció fácilmente a Osasuna” destacando “el primer cuarto de hora espléndido” de los hombres de Bru. Todos estuvieron a “gran altura” excepto Bonet y los tantos los materializaron Leoncito, Emilín y Luis Regueiro.
La vuelta se celebró en Chamartín el 1 de abril y fue un mero trámite. El once blanco solo contó con los cambios de Valle por Leoncito y Samitier por Luis Regueiro, y el resultado fue un contundente 5-1. Las crónicas se mostraron bastante críticas con la actuación del portero de origen argentino Oyaga, al que culpabilizaron de varios tantos. Samitier y Blázquez lograron un doblete y Eugenio hizo el quinto. El tanto del honor rojillo fue de Urrizalqui. La noticia destacada para la prensa fue el acierto de Samitier llegando a titular AS que fue “un domingo de resurrección” para el delantero catalán.
La siguiente ronda deparó la madre de todos los partidos en la época: Madrid FC - Athletic Club. Los dos mejores clubes del país frente a frente y la final anticipada del torneo para los medios y muchos aficionados. Unos cuartos de final que pasarían a los anales de la Copa.
La ida fue en Chamartín el día 8 de abril. El Athletic, optimista, viajó con todo a excepción de su arquero Blasco, por lo que Ispizua ocuparía el marco. El resto del equipo, una constelación de enormes futbolistas: Cilaurren, Muguerza, Gorostiza, Iraragorri, Chirri II, Lafuente, Bata... Paco Bru tenía clara la estrategia y era calcar el rendimiento de dos meses antes cuando doblegaron a los vascos con facilidad en la Liga por 3-0. Para ello alinearía a su once de gala con Samitier y Luis Regueiro juntos como interiores. En la previa lo que más se hablaba en la prensa es del tiempo y que la lluvia beneficiaría al estilo de los bilbaínos.
El partido se jugó a las 16:15h de la tarde y acabó en tablas. En la crónica de AS se detalló que el Athletic cambió su táctica y Patricio Caicedo planteó un equipo más conservador con tres delanteros y cinco medios ante la “mejor defensa de España”. El Madrid “utilizó un fútbol abierto, ingenio, procurando dar brillantez y amplitud, variándolo como si el partido fuese una exhibición de habilidad”. El Athletic “cerró a piedra y palo el suyo, colocando a Iraragorri y Aguirrezabala tan atrás que, en ocasiones, más se aproximaban a los dos zagueros que a la línea delantera”. En uno de los pocos acercamientos visitantes, Bata superó a Zamora y en la segunda mitad Olivares consiguió la igualada. Con 1-1 se jugaría la vuelta en Bilbao el día 15 de abril.
La localía del Athletic y el gran resultado obtenido en Chamartín otorgaban el cartel de favorito a los vizcaínos. La expectación en la ciudad fue espectacular y se produjeron colas larguísimas en la sede social del club para conseguir una entrada. El Athletic continuaba sin contar con Blasco y en el once entró como novedad Gerardo. Mientras que el Madrid sufrió las bajas tras la ida de Valle y Olivares, que fueron sustituidos por Bonet e Hilario, con lo que Samitier actuaría de nueve. También descansó Lazcano para que entrase Emilín.
En el periódico Excelsius el titular del duelo fue “en los últimos instantes de un partido emocionantísimo el Athletic logra marcar el tanto del empate”. Además, se hacían eco de la meteorología porque el calor extremo fue “malo para el Athletic”. Mientras que AS se mostraba muy crítico con la incapacidad del Athletic y con el árbitro, Vilalta, que impidió el triunfo madridista al anularle un segundo gol inexplicable a Emilín cerca del descanso. Por entonces, mandaban los blancos gracias al gol de Hilario. En la segunda parte el Madrid acusó la fatiga y a tres minutos de que finalizase el choque Muguerza empató con un disparo que equivocó a Zamora. Un gol que llegó cuando el público empezaba a marcharse de San Mamés. Los que se quedaron terminaron por invadir el campo entusiasmados para abrazar a los jugadores, lo que provocó que los guardias de Asalto de la República tuvieran que cargar.
El semifinalista se decidiría en un desempate con sede en Barcelona tres días más tarde. El encuentro se disputaría en Casa Rabia, el nombre por el que entonces se conocía a Sarriá. Las alineaciones de ambos conjuntos fueron prácticamente idénticas a las de San Mamés, con la excepción de la inclusión de un medio en el Athletic, Garizurieta por Gerardo, y un par de cambios en los madrileños, Gurruchaga por Leoncito y Lazcano por Emilín. El conjunto blanco estuvo contra las cuerdas en la primera mitad al ir perdiendo por 2-0 (Lafuente y Bata) con un Athletic que “jugó espléndidamente”, según recogió Excelsius. En la segunda mitad los vascos se replegaron a la defensiva y el “juego práctico de Samitier” y un Hilario “extraordinario” permitieron la igualada merengue con un doblete del interior canario. Se disputó una prórroga de 30 minutos que no aclaró nada y se concretó disputar otro desempate 48 horas más tarde en el mismo escenario.
Paco Bru, en la previa, habló con el diario Ahora y el primero que preguntó fue el técnico: “¿Qué se dice en Madrid?”, a lo que el periodista respondió que “la gente está loca con el equipo y los jugadores. Ayer no se ha vivido más que para el partido, y Madrid entero ha estado pendiente de la retransmisión del radio-reportaje de la batalla”. A continuación, el entrenador blanco desgranó el sentir de la plantilla: “Usted sabe que yo llevo muchos años ya de fútbol. Pues bien; no se ha visto nunca un caso de entusiasmo y de espíritu deportivo como el que ahora ofrecen todos los jugadores del Madrid, sin excepción. Algo admirable”. También confesó que había jugadores tocados pero que sacaría el “mejor producto”.
Por fin, al cuarto partido entre ambos conjuntos fue la vencida y se pudo conocer al semifinalista copero. Samitier, que era duda por no estar al cien por cien, fue de la partida y su papel resultó vital. En el Athletic debutaron en la eliminatoria el exmadridista Urquizu por Castellanos en defensa, Petreñas por Garizurieta en la media, y Uribe, otro jugador con pasado merengue, por Chirri II en la delantera. El juego blanco fue catalogado por Heraldo de Madrid como “magnífico” y decantó la balanza ya en la primera parte con dos tantos de Hilario. En la segunda mitad, el cuadro blanco no se echó atrás, sino que siguió presionando y buscando atacar. Así, a poco del final, y con el Athletic muy volcado, Samitier firmó el 3-0 definitivo. El público catalán salió entusiasmado y “ovacionó a los vencedores, sin dejar de alentar con simpatía todas las reacciones que se operaban en el bando vencido y de aplausos con respeto y con admiración”, según se leyó en las páginas de AS. El mismo medio detalló que fue una eliminatoria de Copa que “batió récords de la emoción”. El Athletic Club, el rey de Copas y campeón de las cuatro últimas ediciones había caído.
En semifinales, el rival blanco sería el Betis que se deshizo del Barça. Además, la ida era en Sevilla solo dos días después de la contienda contra el Athletic. La directiva merengue solicitó el aplazamiento del encuentro de manera infructuosa porque el cuadro bético no transigió con el cambio y la Federación cerró en ese momento el caso. El cansancio y el agotamiento era considerable en las huestes blancas. El apretadísimo calendario los había exprimido en una época en la que los transportes no eran tan rápidos, cómodos y eficaces. En solo una semana iban a disputar cuatro encuentros en tres ciudades diferentes: el día 15, en Bilbao; el 18 y el 20, en Barcelona; y el 22, en Sevilla. En total se recorrerían más de 2.150 kilómetros en los viajes de Madrid a Bilbao, de Bilbao a Barcelona y de la Ciudad Condal a Sevilla, con correspondencia en la estación del Mediodía para cambiar de tren y subir al rápido de Andalucía, llegando de noche a la capital hispalense. Todos los partidos lejos de su feudo, con ambientes complicados y actuaciones arbitrales en algunos casos deficientes.
Pese a todos los grandes inconvenientes y a la fatiga acumulada en el equipo, el Madrid FC era para la prensa manifiestamente favorito para plantarse en la final. Sin embargo, el cuadro bético había eliminado al Barça, lo que suponía un aviso para los blancos, y era una escuadra en crecimiento que al año siguiente haría historia ganando la Liga. Su columna vertebral estaba formada por Urquiaga en portería, Aedo y Areso en defensa, Lecue, futuro jugador madridista, en la media, y Unamuno en ataque.
El campo de El Patronato presentó un aspecto espectacular y los aficionados verdiblancos tenían esperanzas de conseguir un buen resultado dados los antecedentes y las circunstancias en las que llegó el Madrid al partido. Paco Bru apenas hizo cambios salvo la entrada de Gurruchaga por Leoncito. Además, también pudo jugar Quincoces, que tenía una lesión en un ojo producida en la eliminatoria contra el Athletic, y que no viajó con el equipo el tren sino que lo hizo horas después en avión.
En el campo no hubo color y los madridistas lograron la victoria con suficiencia. Pese al “hándicap que representaba jugar cuatro partidos en una semana, el Madrid derrotó al Betis”, fue el titular del periódico La Época. En el Heraldo de Madrid se hicieron eco de la “magnífica actuación del Madrid en Sevilla” venciendo por dos a cero. En La Vida Deportiva se definió el triunfo merengue como “brillante”. Mientras que en AS con ese resultado veían a los blancos al 70% en la final. El Madrid realizó de nuevo un “fútbol espléndido, seguro; juego de equipo, al que contribuyeron todos, sin que menguara nadie”, según la crónica del medio deportivo. Lazcano y Eugenio fueron los autores de los goles en la segunda mitad de un conjunto que se “halla en forma. Alguien ha realizado el milagro de mantener en buen estado a los jugadores, única condición necesaria para triunfar, puesto que el Madrid, a través de esta y la otra temporada, tiene demostrado suficientemente que posee una cantidad y una calidad de fútbol que pocos equipos igualan y ninguno supera”, concluyó AS.
A la vuelta de Sevilla, en la estación madrileña del Mediodía, toda la expedición madridista recibió el calor de 5.000 hinchas que invadieron los andenes en una escena inédita hasta la fecha. Los jugadores sintieron el impresionante apoyo de sus aficionados, que les brindaron la bienvenida tras más de una semana fuera de casa y después de cuatro partidos y muchos viajes en sus piernas.
Restaba jugar el segundo partido en casa, en Chamartín, siete días más tarde, con lo que por fin tendrían tiempo para descansar y preparar con pausa y serenidad el encuentro. A lo largo de la semana la única duda blanca fue Quincoces, que continuaba con su problema ocular, pero que podría jugar con un vendaje protector. Por tanto, como publicó El Heraldo de Madrid, el “Madrid sacará su equipo heroico”. El rival, el Betis, viajaba con pocas esperanzas, según la prensa.
Luego, en el terreno de juego, las cosas fueron diferentes y se vio a un cuadro verdiblanco con gran brío y entusiasmo que estuvo cerca de dar un susto al Madrid e “invertir el resultado”, según se leyó en AS. Los blancos salieron confiados y sin dar demasiada importancia al choque. Solo el arreón final evitó el triunfo del Betis. En la primera mitad los visitantes se adelantaron por medio de Saro y, tras el descanso, cuando los merengues se dieron cuenta de lo que estaba pasando, comenzaron a carburar. Fue Samitier el que tiró del equipo y con un doblete en quince minutos remontó el partido y metió a los blancos en la gran final. La cuarta en los últimos seis años.
El rival sería, por sorpresa, el Valencia, al que ya daban por eliminado tras empatar en la ida en su casa a dos ante el Oviedo. Sin embargo, en Buenavista dieron buena cuenta del gran equipo asturiano, venciendo por 1-3 en una tarde espléndida de Costa. El choque por el título tuvo como sede Montjuic, un lugar de mal recuerdo para los blancos después de caer recientemente en dos finales allí contra el Athletic Club en 1930 y 1933.
La expedición blanca llegó a Barcelona en tren el día 2 y se concentraron en el hotel del Tibidabo. Ricardo Zamora explicó que el viaje fue “bien; un poco pesado, pero ya estamos acostumbrados a estos ajetreos”. Y respecto a la final comentó que “nos hallamos animados de un espíritu optimista y esperamos vencer. Todos los jugadores se hallan en buenas condiciones y supongo que unos días en esta montaña serán un sedante para los nervios fatigados”. Los merengues tuvieron sesión de entrenamiento en Sarriá, el lugar en el que se clasificaron para semifinales contra el Athletic, y en las horas muertas en el hotel se les pudo fotografiar jugando al dominó, el billar o el tenis de mesa. Desde la capital el club organizó un tren especial a Barcelona para sus aficionados y numerosas peñas oficiales y particulares fletaron autocares. Se esperaba una afluencia cercana a las 3.000 personas.
Su adversario por el título, el Valencia, estaba dirigido por un entrenador experto y exitoso en el fútbol español que ya había levantado dos Copas con el Barça y una con el RCD Español: Jack Greenwell. En la plantilla se encontraban internacionales como Pasarín, el defensa Torregaray, los medios Iturraspe y Bertolí, el delantero goleador Vilanova y el protagonista de la vuelta de semifinales Costa. Su motivación e ilusión era enorme, porque se trataba de la primera vez que alcanzaban una final copera y eso también quedó patente en la ciudad del Turia, y numerosísimos aficionados che que se trasladaron a Barcelona por carretera, por raíl y mar, iban a ser mayoría en las gradas del estadio doblando en espectadores a su contrincante.
En la previa de la final, el técnico Greenwell que había tenido a sus órdenes a Samitier y Zamora durante tres temporadas en el FC Barcelona a comienzos de la década de los 20, les remitió la siguiente carta:
“Queridos Ricado y Pepe. Confío en batiros el domingo porque espero que el mejor equipo pierda”.
A esta misiva contestaron con otra los dos jugadores madridistas:
“Querido Jack: si se han de cumplir tus pronósticos, deseamos que nuestro equipo sea el peor”.
A las 16:30 horas del 6 de mayo de 1934 saltaron ambos conjuntos junto con el trencilla, el Sr. Vilalta, a un campo de Montjuic con una estampa maravillosa. Las alineaciones eran las de gala con Zamora; Ciriaco, Quincoces; Pedro Regueiro, Bonet, Leoncito; Lazcano, Luis Regueiro, Samitier, Hilario y Eugenio en el conjunto madridista y Cano; Torregaray, Pasarín; Bertolí, Iturraspe, Conde; Torredeflot, Abdón, Vilanova, Costa y Villagrá en los valencianos. El conflicto de los uniformes, al vestir ambos el mismo color blanco, quedó resuelto al sostener el equipo merengue su derecho a vestir el color habitual, por lo que el Valencia adoptó una camiseta roja con un triángulo pectoral con los colores del escudo y pantalón negro.
El encuentro en la primera parte tuvo el dominio blanco con los valencianistas buscando las rápidas contras de su delantera vertical y eléctrica. La gran ocasión de esta mitad fue para Hilario, que envió el cuero al poste, por lo que al descanso se llegó sin goles. En el segundo acto el panorama era similar, con el Madrid teniendo el balón y los che buscando su oportunidad. Esta llegó cuando Quincoces cedió un balón a Zamora y el delantero Vilanova, más rápido que el guardameta madridista, se adelantó y mandó el esférico a la red. El gol envalentonó a los valencianistas, pero el Madrid, con el paso de los minutos, se lanzó con todo al ataque. Primero anularon un gol por fuera de juego a Luis Regueiro y, a continuación, de nuevo Hilario se topó con la madera. Fue el interior canario el que lograría la igualada al marcar a placer en el minuto 71 después de una magnífica combinación con Samitier.
Apenas dos minutos más tarde, otra vez apareció la genialidad de ‘El Mago’ para regatear a dos defensas y ceder el balón a Lazcano, que con un disparo ajustado superó a Cano. Los che no se pudieron reponer de dos mazazos tan duros y la Copa se fue para Madrid. Ricardo Zamora subió al palco de autoridades y allí, de manos del presidente de la Generalitat, Lluis Companys, recibió el trofeo. Fue la Copa de Samitier en su último acto como madridista. Tras un año y medio dejaría el conjunto blanco con otro entorchado bajo el brazo después de la Liga del año anterior y la edición 1933-34 del Campeonato Regional. Decisivo en varios encuentros previos, en la final se mostró como el jugador más determinante, el canalizador del juego blanco y el conductor de los ataques con paciencia y eficacia. Como colofón fabricó una excelente jugada individual para el segundo gol de Lazcano.
En las declaraciones tras el partido, la opinión generalizada es que había ganado el mejor equipo. El presidente blanco, Luis Usera, se mostró “muy satisfecho del comportamiento de los jugadores. También quiero que conste mi satisfacción por la acogida que el público catalán ha dispensado a los nuestros y por la ovación con que al terminar el encuentro ha premiado su esfuerzo”. El técnico Bru dijo estar “muy contento. El Madrid no ha jugado verdadero fútbol hasta que se ha visto perdido el partido, y esta es la tercera vez que se repite la historia, pues las otras dos fueron los encuentros del Athletic. Hemos ganado a pesar de Vilalta”. Bernabéu, directivo madridista, explicó que la clave estuvo en la segunda parte con “veinte minutos de buen juego, pero bueno de verdad, y raso, como convenía y como tenía que ser, porque de otro modo íbamos a perder. Hernández Coronado, el secretario técnico, afirmó que “al Madrid le ha bastado veinte minutos para ganar. El resto del partido ha estado algo cohibido por el juego duro del Valencia”. Quincoces estaba exultante: “¡Qué le voy a decir! Que no lo creo todavía. Estoy satisfechísimo del público”. Samitier comentó que “lleno de satisfacción estoy por el resultado, que da por fin el título al Madrid, y por el comportamiento del público. Mis paisanos se han portado bien de verdad y me enorgullece. En cuanto hemos jugado raso no ha habido enemigo”. Mientras que Zamora detalló que “hemos ganado el partido en los diez minutos de juego, que han sido diez minutos que han valido por los noventa. El Madrid ha tardado en compenetrarse debido a una dificultad de acoplamiento de líneas, que en principio no se entendían; pero después ha carburado, y la victoria no se ha hecho esperar”.
En las filas valencianistas se asumió la superioridad rival. Para el secretario técnico Luis Colina ganó “el mejor equipo”. Para el capitán Pasarín, “el Madrid es más equipo y encuentro lógico el resultado. Para el extremo Torredeflot, “siento que hayamos perdido, pero me alegro de que se haya demostrado que el Madrid no ha podido vencernos por más de un gol”. Y para el técnico Greenwell, “el Madrid ha tenido diez minutos de suerte y buen juego, y por ello ha ganado.
El equipo blanco regresó a casa el 7 de mayo en el expreso de Barcelona, que cuando entró en la estación del Mediodía fue recibido por un gran gentío de entre 6.000 y 10.000 madridistas, según cálculos de la prensa. Nunca hasta la fecha se había visto un recibimiento tan apoteósico y la guardia de asalto tuvo que controlar a los aficionados para que la comitiva presidida por el alcalde Pedro Rico pudiera dar la bienvenida a los jugadores sin sobresaltos. Cuando los futbolistas bajaron del tren, sonó el himno de Riego y tras las declaraciones institucionales volvió a sonar el himno republicano. A la salida de la estación todos se encaminaron hacia la sede del Madrid FC en el Paseo de Recoletos en un paseo triunfal en el que los jugadores fueron acompañados por la multitud con banderas, carteles y pancartas. Los aficionados entusiastas que habían seguido a los futbolistas requirieron la presencia del capitán Ricardo Zamora, que tuvo que salir a un balcón para mostrar la Copa entre grandes aplausos.
Recibimiento en la estación del Mediodía a los campeones
El día 9 de mayo, los campeones visitaron al alcalde Pedro Rico, que los recibió en el patio de cristales del Ayuntamiento, quedando la Copa depositada en su despacho hasta el día 16, momento que en que se celebraría una solemne recepción. Además, para la festividad de San Isidro, el día 15, la directiva madridista organizó un banquete para la plantilla con una invitación añadida a los redactores deportivos.
Fotografías: archivo de Alberto Cosín.
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Espectacular reportaje señor Cosín. Además copiosamente ilustrado con fotos de la época que no por ello dejan de ser historia pura (muchas inéditas para mí). Es un placer estar en este selecto grupo donde todos los días aprendo y mucho. Todo un placer.
Un saludo campeones.
D. Alberto Cosin es el que a los que somos entrados en años nos haga recordar secuencias y añoranzas de tiempos pasados que son la génesis y simiente de lo que actualmente estamos viviendo ahora
De nuevo muchas gracias
Muchas gracias. Un pequeño, pero importante hueco, que lleno en mi conocimiento de la historia del Madrid. Y ya estaba por ahí don Santiago Bernabéu tomando nota de todo y pensando mucho, seguro.