Tras el segundo partido de las semifinales ante el Unicaja, Pablo Laso se apresuró a decir que el mejor de la noche podría perfectamente haber sido Rudy Fernández (0 puntos). Aquella afirmación, dada en un contexto donde Jaycee Carroll acababa de enchufar 21 tantos sólo en el segundo cuarto, con 6 triples y un 2+1, podía resultar atrevida, pero nadie mejor que el vitoriano sabe lo que tiene en su banquillo, en su vestuario. Y nadie mejor que Laso para gestionarlo. No estamos hablando exclusivamente de minutos, sino del apoyo, en todos los escenarios, a un jugador que de cara al aro llevaba una serie nefasta.
Decía Laso que Rudy había trabajado muy bien en defensa (verdad) y que su labor iba mucho más allá de lo que la estadística pudiera señalar. Quien sepa un poco de baloncesto o simplemente viera el segundo partido ante el Unicaja, pudo deducir que lo ofrecido atrás por Rudy fue notable y seguramente decisivo para el triunfo blanco. Posiblemente, nadie mejor que el dorsal número 5 para defender los exteriores rivales y, sin embargo, quedaba la sensación de que todo esto era incompleto, que Rudy defendía bien pero que adolecía de una falta de potencia ofensiva preocupante. La versión de Rudy era la defensiva, de acuerdo, pero el cuerpo se le quedaba a uno de aquella manera. Sí, menos es nada, claro. Pero…
Días después, con el Madrid ya en la Final de la Liga Endesa, Rudy declaró que su racha en el tiro no era buena, que le gustaría estar mejor, pero que eran eso, rachas. Algunos temían que, por el camino que tomaban las cosas, el alero hiciera algo parecido al 1/24 en triples de la Final de 2013.
Pero ocho puntos de inicio de Fernández, 2/2 en tiros de tres en el primer cuarto, abrieron los ojos del público a la nueva realidad. Esa que decía que, al menos esta noche, el merengue era un factor determinante en ataque. Lo fue para contrarrestar el baloncesto fresco del Valencia, que en ese primer cuarto movió la pelota con una claridad que presagiaba un partido largo, disputado y frenético a poco que mantuviera ese ritmo. Y todo eso es lo que fue, además de una batalla muy limpia.
Sufrió el Madrid, en ese cuarto de inicio (21-21) y al descanso (43-43). La historia se iba a resolver por detalles y esos detalles los suele producir a su favor quien tiene mejores jugadores, en este caso el Real Madrid. Sería demasiado atrevido decir que el Valencia no contaba con el factor Rudy, pero es cierto que sus 19 puntos, unidos a los 20 de Llull, otro día más en la oficina, sumaron 39 de los 87 tantos de los locales. De Llull se puede esperar que te arruine la jornada, pero si le unes a un Rudy soberbio y a un Taylor de rendimiento eficaz, en lo estadístico y, como casi siempre, en lo no estadístico, poco más puedes hacer.
Con 52-45, el Valencia asestó un parcial de 0-7 en el tercer cuarto. Y 52-52. Ahí volvió a posarse sobre el partido Rudy Fernández, ocho tantos seguidos del Madrid con su firma y el 1-0 más próximo.
Llegó a ponerse el plantel de Pedro Martínez por delante, 69-70 en el último cuarto, triple de Dubljevic. El Valencia, pasara lo que pasara, ya había firmado una noche que la habrían querido para ellos antes del salto inicial. ¿Qué mejor que tener al favorito a ganar la Liga una abajo en el marcador tras un parcial de 2-9? Otra vez, los más peligrosos son aquellos que no tienen nada que perder.
Los citados detalles
Uno por uno, todos los jugadores del Valencia declararon en rueda de prensa que habían caído por los detalles. Los hubo. Por ejemplo, fallar dos tiros libres, en la persona de Joan Sastre, a falta de un minuto escaso. Y con 85-81. O que Llull te robe un poco antes un balón limpio, o te la vuelva a quitar para darle al propio Rudy un pelota de 82-78. O Carroll sacando dos tiros fundamentales, o Randolph sepultando cualquier esperanza enemiga con un tapón a cincuenta segundos para el final. Después, remató Llull, otra vez máximo anotador de la cita.
Nadie discute que el Madrid es mejor, pero eso no siempre es garantía de éxito. Hay que demostrarlo. Lo hizo para el 1-0. Y Rudy se une a la fiesta. Se antoja muy complicado todo para el Valencia, enérgico y maduro rival que en manos de tipos como Diot (9 asistencias), de San Emeterio o del propio Dubljevic tiene el futuro bien asentado. El problema es que en ese porvenir, a corto plazo, se vuelve a juntar el Madrid.
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