El telonero fue raro por la altura del año y por el resultado de su concierto, pero para la hora en que Ancelotti dispuso sobre el campo su primer once de la pretemporada ya habían pasado los políticos por el escenario. La primera formación de Carlo sonó tan mil-leches como el Gobierno que se prevé, si es que se prevé alguno, combinando una amalgama de estrellas de siempre (Kroos, Nacho), estrellas nuevas (Bellingham), habituales casi inéditos (Lunin) y fichajes de perfil no muy alto (Joselu, Brahim), sin que esto signifique que no apeteciera ver en acción a todos y cada uno de ellos tras un periodo de abstinencia tan largo. Los once nombres presagiaban el nuevo rombo que el técnico italiano anda amasando para acomodar a Belllingham, sin perjuicio de que hipotéticas nuevas incorporaciones, aún más galácticas, puedan aconsejar un nuevo cambio de esquema.
Comenzó el inglés gustándose en el vértice superior del diamante, flanqueado por Camavinga y Valverde, con Brahim pegado a la cal por la derecha pero buscando la diagonal. Un trallazo de Valverde rozó el poste, pero fue Mendy quien tuvo que emplearse a fondo para despejar a córner un gran centro de Pulisic. El Madrid se mostraba aturullado en la salida del balón, y Colombo rozó el poste a consecuencia de una de esas empanadas. Se habría dicho que también eran las cuatro de la mañana para ellos, y que andaban asimismo ofuscados a cuenta de la gobernabilidad de España, aunque lo más probable es que simplemente estén tiesos, como corresponde al partido inaugural de una gira veraniega.
Para compensar los desatinos estaba Bellingham, pese a cuyo talento y afán combinativo el Milan se adelantó en un córner antes de la media hora. La responsabilidad hay que buscarla en la falta de marcaje a Tomori, que remató más solo que Feijóo en la terraza de Génova.
Todo el juego blanco lo generaba Jude. Era el que controlaba, pero también el que desbordaba, el que buscaba paredes plenas de sentido, el que estaba atento a los desmarques pero también quien los ejecutaba para por ejemplo cederla de cabeza, como en la que tuvo Militao. Es un futbolista moderno que acompaña el virtuosismo zidanesco de una pujanza mecánica. Pero de poco le servirá al Madrid si la defensa no recupera el tono: un nuevo fallo en la entrega en la frontal propia lo aprovechó Luka Romero para soltar un zurdazo inapelable que perforó la escuadra de Lunin al borde del descanso, al que se llegó con 0-2 y poco que destacar del Madrid, con una zaga francamente catastrófica.
Aguantar el descanso con ese marcador, con las cinco de la madrugada en lo más alto del reloj, no es más desasosegador que ciertas aritméticas parlamentarias, pero tampoco está nada mal. Cambió Ancelotti casi el equipo entero para los segundos 45 minutos, reflejando la falta de tensión típica de estos partidos, y se notó la presencia de héroes consagrados como Modric y Rodrygo. Entre padre e hijo cocinaron la mejor jugada de los vikingos hasta el momento, con un precioso recorte del brasileño que obligó a intervenir a Sportiello. Muy bien el portero italiano ahí, pero calamitoso muy poco más tarde al tragarse un chut lejano de Valverde, que repitió en un minuto y empató el marcador en una onda de remontada europea pasada por Pasadena.
El Madrid empezó a carburar. El equipo dejaba muchos huecos, algo inevitable a estas alturas, pero jugaba con mucho más empaque y criterio de la mano de los brasininhos. Vinicius se unió a un sublime Rodrygo para volver a obligar a intervenir a Sportiello, momento que aprovechó el Milan para introducir su arsenal de cambios, homenaje de Theo a Barbie incluido. Fran García mejoraba ostensiblemente las prestaciones de Mendy y Modric, recibiendo de un sabio Vini, ponía con el interior un pase de gol que rozó la cabeza de Rüdiger. Sin embargo, Leao comenzó a sembrar el pánico, y por poco se adelanta Giraud con un testarazo que obligó a Lunin a descerrajar una parada milagrosa. Los cambios del Milan se notaron, contribuyendo a frenar la estampida merengue, y abortando momentáneamente la remontada completa como ciertas apelaciones al miedo abortan determinadas mayorías absolutas.
Sin embargo, a seis minutos del final Valverde robó el balón, Modric metió un gran pase largo y Vinicius se plantó solo ante Maignan para batirlo con gran calma mientras amanecía un nuevo día, sin decirnos hacia dónde.
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Partido del Madrid. Sólo fútbol.
Venga, no hay que ser malpensado. Quitarle la razón al marcador cuando te pinta la cara es cosa muy futbolera: que si el césped, que si las apelaciones al miedo... El caso es que el Milan no se llevó el gato al agua, que era lo importante.
"Por poco empata Giroud...". El partido iba 2-2 en ese momento
¡ Que mal defendemos !
Siempre empezamos con uno o dos goles en contra.
¡ Qué mal centran nuestros laterales !. Hay que hacer algo y es más necesario que en la delantera.
Buenos días, lo he puesto en algún comentario, ante la "turra", que gran parte del madridismo, ha dado este verano aante la falta de fichajes para la delantera, que el verdadero problema lo tenemos en defensa, es raro el partido ( aunque sea contra el Vitigudino) que no recibimos dos goles, con lo cual fuera de casa las vamos a pasar canutas, lo complicado es que este problema ( la no defensa) sólo se soluciona con un buen entrenador y mucho trabajo físico, táctico etc... horas y horas de entrenamiento, no veo yo a D. Carlo, de esta guisa, matándose a trabajar, aún estamos a tiempo, pero....
No es algo que Carlo no entrene,me refiero al aspecto defensivo del equipo, recuerda que prácticamente la misma plantilla de la temporada 21/22 doblete liga y champions y Courtois fue Zamora es prácticamente la misma que la del año pasado , sólo que Casimiro no está y Tchuameni aún no ha dado ni la mitad de lo que tiene.
Buenos días, la temporada que usted comenta, era la primera de D. CARLO en esta su 2ª etapa en el Madrid y el equipo tenía, unos automatismos y exigencia de trabajo, virtudes adquiridas, que con el tiempo se han perdido, cierto que lo que usted indica la venta del brasileño, también ha influido, pero no hasta el punto de habernos convertido en un coladero.
Saludos blancos