El Real Madrid femenino derrotó (3-1) a la Real Sociedad en los Cuartos de Final de la Copa de la Reina, aunque necesitó de treinta minutos extra para doblegar a las donostiarras. Los goles de Caroline Weir y Amaiur Sarriegi pusieron el 1-1 al fin de los noventa minutos, mientras que Sandie Toletti y Linda Caicedo decantaron el partido ya durante la prórroga.
Real Madrid y Real Sociedad se encontraron por tercera ocasión en menos de un mes enfrentados sobre un rectángulo de juego, tras los duelos de Liga F y Supercopa de España, y fruto de la familiaridad adquirida decidieron prolongar su baile más allá de los noventa minutos de rigor en el choque a cara o cruz de la Copa de la Reina. Las blancas se habían llevado con claridad los dos primeros envites, demostrando con goleadas la manifiesta superioridad de su plantilla, y en el estadio Alfredo di Stéfano todo hacía indicar una repetición del guion. Alberto Toril no reservó nada de inicio, pero pronto empezaron a acumularse indicios aquí y allá sobre lo que estaba por venir: la Real Sociedad ralentizaba una y otra vez su salida de balón para atraer la presión madridista e intentar rebasarla por banda, el Madrid optaba por tomarse con filosofía sus fases de juego con y sin balón, y mientras tanto las porteras seguían sin mancharse los guantes.
La modorra generalizada habría podido traducirse con toda lógica en un empate sin goles al descanso, pero de uno y otro lado saltaron de la nada dos chispazos de calidad que justifican el seguir viendo fútbol cuando se fantasea con abandonar. En primer lugar apareció Caroline Weir, todavía algo desafinada para lo que acostumbra y, no obstante, capaz de hacer lo que ninguna de sus compañeras: tras recibir un balón incómodo y a media altura en la frontal del área, la ’10’ controló con la derecha, convirtió un amago de disparo con su izquierda en un regate hacia fuera para hechizar a Nahia Aparicio y, ya sin marca, remató cruzado a la red con su pierna mala.
Caicedo exprime los minutos de fútbol como cualquier niño en el parque, cuando sus padres empiezan a llamarlo
Ocurría tan poco que unos y otros parecían anhelar el descanso, y aún así hubo tiempo para algo más por culpa de una pérdida criminal de Antonia Silva en la salida de balón ya en el alargue de la primera parte. El balón le llegó a Amaiur Sarriegi, suficientemente alejada del área como para no chutar y también lejos de las centrales como para probar suerte con comodidad, por lo que su instinto de delantera derivó en un chutazo con la derecha. El fútbol recompensó su valentia, pues el cuero se envenenó en el aire y aterrizó como un misil en el lateral de la portería de Misa Rodríguez, que se fue a vestuarios recogiendo el balón de la red.
Todo se animó tras la pausa: se multiplicaron los disparos, aparecieron los espacios y, en el toma y daca, el Real Madrid tuvo suficientes ocasiones como para repetir los resultados abultados de los encuentros anteriores. Sin embargo, falló Athenea del Castillo, Signe Bruun se encontró con el larguero, Linda Caicedo no supo penalizar una pifia de la portera Elene Lete con todo a favor, y volvió a fallar Athenea. Con ocasiones tan claras no debía llegarse a la prórroga, pero la concatenación de errores de cara a portería hizo imposible otra resolución, aunque ninguno de los dos equipos pareciese entusiasmado con el plan.
Así que en esas, sin excesiva motivación y con la gasolina ya justa, el mero peso de la calidad deshizo el empate. Toril refrescó al equipo dando entrada a María Méndez, Sheila García y Eva Navarro, pero el dos a uno llegó no por la refrescada banda derecha sino por el carril de una incansable Linda Caicedo. Apenas comenzado el tiempo extra, Alba Redondo supo encontrar la rendija para superar a una adelantada línea defensiva vasca y filtrar un balón al espacio. Con todo el verde para correr, la colombiana metió el turbo, rompiendo por el camino a Aparicio, y al pisar área acertó en su pase a una Sandie Toletti que acompañaba la jugada y recibió el caramelo listo para mandarlo a la red.
Restaban veinticinco minutos de prórroga y más de uno preguntó «y ahora qué». No había misterio, pues a la Real Sociedad no iban a darle las piernas para volver a empatar, así que lo que quedó fue un último regalo de Caicedo, quien exprime los minutos de fútbol como cualquier niño en el parque cuando sus padres empiezan a llamarlo. Por entonces corría el 107 en el reloj y las piernas frescas de Eva Navarro encontraron a Linda escorada dentro del área. Aunque había fallado antes, su insistencia y optimismo natural le permitió regatear a lo Vini a una Emma exhausta, que cayó al suelo mientras la acción culminaba con un disparo seco y alto, imparable para Lete.
Podría haberlo certificado antes, pero el Madrid encontró el camino hacia la semifinal de Copa. La ruta plagada de curvas está asegurada.
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