Con la Cibeles presta a recibir una nueva Liga, la 36, y nuestro Bayern porfiando y esperando en el horizonte, no parecía el de esta sobremesa sabatina en un soleado Bernabéu el típico partido no apto para cardíacos. Enfrente, el Cádiz, algunas cuentas pendientes con los chunguitos Fali y Alejo, Chéryshev siempre en nuestro recuerdo y su tacita, salvo noventoide milagro amarillo, camino de la categoría de plata.
Celebraba no obstante el Bernabéu el regreso a la meta de Courtois, titán de la Decimocuarta, el tallo valón que, por fin, parece romper el maleficio sobre sus rodillas, dentro de un once revolucionario, de Thibaut a Joselu, pasando por Ceballos, Lukita, Brahim y Arda Güler, listo para frotar su lámpara maravillosa. El respetuoso minuto de silencio por nuestro expreparador físico Pepe Portolés, descanse en paz, dio paso a la que pudiera ser la antesala del alirón, puigdemoniaco Montilivi mediante.
Una sonora ovación del Nuevo Bernabéu ante el primer balón que tocó Courtois bajo la portería del fondo norte precedió a la primera filigrana de Aladin Güler en la medular, recortando contrarios como un niño haciendo manualidades en clase de plástica. Poco después, otra de las novedades, Militão, probó a Conan -Ledesma, no el bárbaro, el portero del Cádiz- con un zapatazo desde Alcobendas. Éder parece confiante, en busca de su mejor forma. Bueno para el Madrid. Quiso Brahim asimismo responder a Güler con sendas frivolités dentro del área cadista, cuyos defensores, hartos de sombreritos, despejaron con apuros. Sin embargo, el fútbol no acababa de fluir; el Madrid percutía, hoy sin Vini, a lomos de un incisivo Fran García; ante un abnegado Cádiz que no es precisamente el Limón Mecánico. Aún así, una cabalgada de Zaldua, que evoca a caballo -zaldia- en euskera, pudo costar un disgusto a los de Carletto. Lo compensaba después Ceballos con una excelente maniobra para descargar de tacón sobre Modric en una suerte de campeonato de detalles técnicos entre los merengues.
El Cádiz, sin embargo, coleccionaba sustos para Courtois. A pesar de lo apuntado en líneas precedentes, Militão demostró que aún no está del todo al ser derrotado hombro con hombro en un choque con Sobrino, que se plantó mano a mano en la portería blanca. Nacho llegó a tiempo. Y Luka nos regalaba un caño. Partido extraño.
Así, entre achuchones y centros venenosos de nuestra perla angorina, llegamos al túnel de vestuarios. La Vieja Guardia, lista para recibir al Bayern, esperaba su oportunidad. El Cádiz, con 0-0, encantado de haberse conocido.
Con Vini y Bellingham calentando en la banda iniciado el segundo tiempo, los menos habituales subieron las revoluciones. En apenas tres minutos recolectaron una falta peligrosa en el balcón del área, malograda por Güler, un córner endiablado y un disparo lejano de Carvajal. No obstante, fiel al pintoresco estilo de este partido, hibrido entre exhibición y competición, un error defensivo permitió a Chris Ramos plantarse solo ante Courtois. Ni menisco, ni cruzado, ni gaitas; sucedió lo de siempre: Thibaut se hizo gigante hasta el total eclipse del ariete del Cádiz.
Momentos después, Modric encontraba en la frontal a Brahim entre cuatro malditos charlies (por aquello de amarillos) y el internacional marroquí encontraba su espacio para disparar inapelable a la portería de Conan; una barbaridad de gol para hacer el 1-0 en el Bernabéu.
Beso al escudo y el alirón más y más cerca.
El Madrid, revitalizado por el gol, lucía más dinámico y confiado, sabedor de que ya es el campeón en España y listo para serlo por decimoquinta vez en Europa. De un torpedeado submarino amarillo -el auténtico, no el Villarreal- ya no cabía esperar gran cosa.
Aunque comprensible, la verdadera mala noticia para el Madrid llegó a falta de poco más de media hora para el final con la sustitución del ilusionante ilusionista Güler. Le sustituyó Bellingham. Menuda mala noticia. Un par de balones tardó el bueno de Jude en quitarnos el disgusto. Combinaron Modric, Brahim y el propio Bellingham dentro del área cadista para que el británico, a placer, hiciera el segundo y reafirmara su candidatura al pichichi en su primera temporada en España. Astonishing.
2-0, partido finiquitado y Vini listo para entrar en el campo en lugar de un Brahim incontenible. Danos más mala noticias así, Carlo. Para una felicidad completa, sólo nos faltaba nuestro Alejo de pasado colchonero; unos embellecen la Liga y otros sacan brillo al banquillo. A falta de siete minutos, Pellegrino nos regaló a Alejo.
Sin mayores algaradas, más allá de una rabona de Vini, un testarazo que salvó Ledesma y un furioso cabezazo de nuestro delantero centro al palo en el descuento, se llegó a las postrimerías del partido donde Nacho se plantó solo en área para dar un pase de la muerte a Joselu para hacer el tercero.
Fue no obstante, un partido siestero, sin demasiadas emociones, teniendo en cuenta lo que nos cae encima el miércoles. Habrá seguro más en juego en Montilivi, pero no creo que haya mucho madridista -más allá de nuestro Alberto Cosín- que prefiera tan puigdemoniaco partido a darse un garbeo por Madrid, que hace bueno.
Sea como fuere, no sabemos siquiera si será hoy, pero la Cibeles ya tiene otra Liga.
Enhorabuena, campeones. Así lo cantó el Bernabéu a las seis de la tarde.
A por el Bayern.
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Tras una primera parte soporífera, nos hemos divertido en una segunda, donde Brahim ha sido la gran estrella con un golazo y una asistencia a Bellingham. Lo bueno de Brahim es que le pega igual de bien con las dos piernas, algo inusual en estos tiempos. La otra gran noticia es la vuelta a lo grande del gran Courtois. Muy bien Nacho, Fran García,Camavinga y Modric. Detallitos poco efectivos de Guler. A Militao todavía le queda rodaje. Finiquitada la liga, ahora vamos a por el Bayern, que hoy ha perdido y llegará todavía más enrabietado.
Tarde tranquila, a ratos aburrida, pero se barruntaba que se iba a ganar fácil. Y así ha sido sin más.