Ningún madridista podrá olvidar jamás el año 2017. En realidad los madridistas nunca perdemos la referencia de los años en los que cae la Copa de Europa, por muchas que sean, pero es que 2017 ha traído cuatro títulos más. Nunca el Madrid ganó tanto en un año natural. Sólo se escapó una Copa del Rey que cogió al equipo cogiendo carrerilla para conquistar el gran doblete que se resistía desde la época de La Saeta.
Por mucho que nuestro espíritu crítico pueda rescatar momentos bajos este año, conquistar cinco títulos deja como conclusión indiscutible que el equipo ha sabido mantener un nivel muy cercano a la excelencia durante todo el año.
Además, el Madrid ha logrado récords que serán difíciles de batir: el primer equipo que levanta la Orejona dos veces seguidas, el primero que hace lo propio con el Mundial y, si no me equivoco, con la Supercopa de Europa.
Su jugador más decisivo y determinante -Cristiano Ronaldo- ha completado un año de ensueño sabiendo ser decisivo cuando la mayoría de jugadores se achican. Su quinto Balón de Oro quizá ha sido el más incontestable y, por tanto, el que más ha escocido al antimadridismo. Sin embargo, a modo de metáfora, el mejor jugador del Mundial ha sido Modric: el mejor centrocampista del mundo y el que mejor representa el espíritu del equipo y su estilo.
2017 ha sido el año de la consagración definitiva de Isco, que ha sabido ganarse un papel preponderante en el equipo, la confirmación de que los Carvajal, Varane, Casemiro, Kroos, etc están hechos para no parar de ganar títulos. Qué decir del mejor capitán que ha tenido el Madrid en muchos años: Sergio Ramos es el escudo, el jugador con mayor ascendencia en la plantilla, un líder natural cuyo nuevo estatus le ha dado el empujón definitivo hacia el Olimpo madridista.
2017 no ha sido el año de Bale, pero si su salud le respeta, pocos se jugarían dinero a que 2018 no lo será.
Siempre he pensado que los madridistas le damos un nombre a cada Champions (la Duodécima) con el objetivo de poder nombrar el siguiente objetivo (La Decimotercera). Los cinco títulos quedarán en el recuerdo y orgullo madridista, pero, quizá injustamente, el contador se ha vuelto a poner a cero. Quizá ésa sea parte de la grandeza del Madrid. Acabamos de ganar el Mundial y ya estamos pensando en el Clásico.
¡ Hala Madrid ! ¡ Adelante " Milcopas " !
Un año excepcional. Y ojo, el Barsa del Dalai ganó casi todos los títulos aquel año aunque le faltó la Copa de Cataluña, de su amada tierra, y es un título oficial para ellos, añadiendo las tremendas ayudas que recibió en Champions y Liga por los árbitros, asunto que nosotros no lo hemos tenido, amén de una continua guerra desestabilizadora de los medios contra nosotros: tenemos mucha más mérito, desde luego.