El Real Madrid cerró su pretemporada con una convincente victoria ante un Chelsea algo desangelado. Lo hizo merced a un fútbol alegre, vistoso y obsesivamente vertical, probablemente condicionado por los jugadores de los que dispuso. No es lo mismo tener sobre el campo a Brahim que a Bellingham, a Vinícius que a Güler. Hay en la vida (y en el fútbol) profetas del vértigo, gente que se afana en vivir peligrosamente, y no puedes (ni debes) cambiarlos. A los que paladean el detalle y cotejan con los compañeros de viaje tal vez sí puedas modificarlos, pero no te vale la pena, porque en ellos reside la sabiduría.
Este comienzo algo bíblico viene a cuento (o no) porque el Madrid salió enchufadísimo desde el principio, y en ello tuvo mucho que ver la titularidad de Vini. Era un partido de pretemporada, el último de la gira USA, pero Vini vive cada cosa que le pasa como la puñetera final de la Champions. Sembró el pánico desde el minuto uno, bien secundado por Brahim, que ha decidido aprovechar la oportunidad de la ausencia canicular de algunos compañeros para agarrar por los cuernos el toro de la titularidad. Lo mismo puede decirse de Güler, ausente ayer por unas molestias. Y de Endrick, que lo ha intentado todo, ha dado detalles y no merece las ansias que cierta prensa quiere endiñarle.
Estuvo a punto de marcar el malagueño, siempre bullicioso, al borde del cuarto de hora de partido, pero el balón se fue fuera con todos los pronunciamientos a favor. Fue una melé propiciada por la porfía constante de Lucas Vázquez, el mejor jugador de la pretemporada junto a Güler, que se echó el equipo a la espalda en el terreno ofensivo y además se lució en una serie de quites defensivos de mucha clase.
Tras esta intentona, el gol no tardaría en llegar. Un sensacional pase en profundidad de Rodrygo (la profundidad como fijación) lo gestionó Brahim con sabiduría. Esperó a que llegara Lucas, porque Lucas siempre llega. El remate mordido del gallego lo empujó en boca de gol Ceballos, a quien la organización no quiso dar el gol al no estar segura de que la hubiese tocado. Lo hizo. Quizá se haya infravalorado la aportación de Ceballos en estos partidos. Un par de minutos después del gol, se preparó con eficiencia un gran disparo desde fuera del área que rozó la cruceta.
El Real Madrid cerró su pretemporada con una convincente victoria ante un Chelsea algo desangelado. Lo hizo merced a un fútbol alegre, vistoso y obsesivamente vertical
El Madrid dominaba de forma fulgurante, sin concesiones a una posesión morosa, y los tímidos intentos londinenses eran fenomenalmente abortados por Militao, que ha cerrado todas las dudas tras su lesión entre Copa América y estos primeros compases: está de vuelta, como demostró abortando una buena ocasión de Sterling tras pase de Nkunku.
La pujanza blanca no tardaría en ser retribuida con un segundo tanto. Vini vio el desmarque de Brahim y le metió un caramelo que no habría podido rechazar ni el diabético más recalcitrante. Díaz regateó a Jorgensen y marcó casi sin ángulo. Cabe preguntarse por qué no pugnó por sacarla de la línea un indolente Badiashile, que quizá habría llegado de lanzarse en plancha. La celebración de Brahim es ya un pequeño clásico y hay que ponderársela: ese encogimiento de hombros, ese “qué le voy a hacer si soy bastante bueno”, debería patentarlo. 2-0, y pudieron ser tres de haber buscado Rodrygo el desmarque adecuado en otro contragolpe comandado por Brahim.
Era un partido de ida y vuelta, grato al ojo, despojado de precauciones defensivas, un correcalles gentil cuya falta general de cuidados propició el recorte de ventaja del Chelsea. Un balón llovido fue incomprensiblemente mal gestionado por Courtois, que no salió. Madueke agradeció el detalle con un sencillo remate de cabeza. Vimos a Courtois fallar. Podemos pedir un deseo porque es como un trébol de cuatro hojas, trébol que siempre será preferible encontrar en las verdes praderas de los partidos amistosos.
Lunin, en cambio, no falló a los pies de Nkunku en la reanudación. Sería una pena que se marchase el ucraniano, héroe improbable de Leipzig y el Etihad, pero sería la pena más lógica del mundo. En el segundo tiempo de este partido de agradecible laxitud táctica vimos al propio Lunin y a gente como Nico Paz o Latasa. La temporada se cierra con una victoria, tan anecdótica como las dos derrotas anteriores, y las espadas, como decían los clásicos, están ya en todo lo alto para la final de la Supercopa europea, donde tal vez veamos el debut de cierto jugador francés.
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Ayer apuntaban desde Realmadrid TV la posibilidad de que Modric pudiera jugar éste año de mediocentro al estilo Pirlo en los últimos años de su carrera pasando así desde mediapunta a interior a mediocentro en el caso del croata, sería interesante verlo y más si se tiene que tirar de Tchouameni para ser central ésta temporada.