Si hay algo que debería sacar en claro el seleccionador nacional de esta Eurocopa que acaba de terminar para España es que en el fútbol de élite no existen las transiciones dulces, al menos no en los equipos que aspiran a ganarlo todo. En la cúspide del deporte más apasionante, seguido y disputado de cuantos existen hay un momento en que hay que desprenderse de las grandes estrellas que tanto nos dieron para dejar paso a otras que nos darán más. En el fútbol no hay hueco para la remembranza, para la evocación del pasado glorioso o para homenajes permanentes; el balompié, como decía el creador de esta Selección española que un día enamoró al mundo, sólo hay lugar para una palabra: ganar, ganar y volver a ganar.
España saltaba al césped de París con la misma alineación titular que lo había disputado todo hasta el momento. Nuestro entrenador no varió un ápice ni en el apartado técnico ni en el táctico, como viene haciendo desde que uno tiene memoria. Vicente del Bosque pasará a la historia del fútbol por sus innumerables títulos, pero está claro que no lo hará por sus valiosas lecciones prácticas dentro del terreno de juego. Antonio Conte aprovechó a la perfección el inmovilismo español y tejió una tela de araña en el medio del campo que significó, al menos en la primera parte, la eliminación total y absoluta de La Roja en Saint-Denis. Durante esos cuarenta y cinco minutos Italia, esa que no tenía equipo y era absolutamente inferior a nosotros, nos dio un baño de juego glorioso, dominando defensiva y ofensivamente el encuentro y destrozando una y otra vez la defensa española. Si decíamos hace menos de dos semanas que una de las bazas con las que contaba España de cara a alzarse vencedora en Francia era la seguridad que aportaban Ramos y Piqué, hoy pudimos constatar que no era más que ilusiones nuestras. Los dos centrales y Juanfran se vieron superados en todo momento por el rival. Y ahí, en la defensa, comenzó el adiós de nuestro país.
Iniesta volvió a ser anulado con faltas y Silva no terminó de aparecer. Busquets, probablemente uno de los jugadores más sobrios del continente, disputó el que para mí ha sido el peor partido que le visto. No dio un pase decente, perdió tantos balones que a uno le es difícil de enumerar y fue un estorbo casi constante para la creación del ataque. Lo único salvable de la parte trasera del equipo fue De Gea, que evitó con al menos cuatro paradas brutales la goleada italiana en la primera mitad.
Arriba las cosas no fueron mejor: Nolito no da la talla y Morata hoy se disfrazó de Higuaín una vez más: entrega y pelea, pero tuvo dos ocasiones clarísimas para cambiar el sino del equipo y las desperdició. Aún le queda mucho por crecer y, según he podido leer en los últimos días, el chico tiene prisa por hacerlo; cosa que no debería ser mala si no fuese porque las exigencias que pide están muy por encima de lo que hasta ahora ha demostrado.
Con el desorden por bandera el gol de Italia llegó en una falta lejana que De Gea no pudo blocar y que cuatro italianos se pelearon por rematar ante la absoluta pasividad de todo el combinado nacional. Chiellini fue quien la empujó para adelantar a la azzurra. A mí, como español, me da envidia ver la manera en que una selección que demuestra siempre tan poco gana tanto, es algo que todos deberíamos aprender de Italia. Eso, y no creernos los dioses del mambo antes de levantar los títulos.
Del Bosque, viendo que todo estaba perdido, se decidió a sacar a Lucas Vázquez. “Toma, chaval, hoy te toca a ti sacarme las castañas del fuego aunque yo he pasado de tu cara durante todo el torneo”. El chico salió y fue el mejor, como viene haciendo todo el año aunque nuestro entrenador no haya querido darse cuenta. Buscó centros en un equipo que abusaba del medio, inquirió en el regate dentro de un conjunto inmóvil y vio espacios allá donde ninguno de sus compañeros los encontraba. Lucas se dejó la piel y aportó calidad como lo pudo haber hecho desde el primer momento de esta Eurocopa si le hubiesen dejado. Sin embargo, no tuvo la oportunidad y cuando ésta llegó ya era demasiado tarde.
Hoy, La Roja tiene lo que se merece: un equipo envejecido, una renovación parcial y mal hecha, un entrenador sin voluntad o capacidad de liderazgo y claro, una eliminación en octavos por un pésimo partido y un exceso de confianza que comenzó el día contra Croacia y terminó con el pitido final contra Italia. Urge un cambio de entrenador, es necesaria una reforma casi total de este equipo y, sobre todo, hay que comenzar a asimilar que esa España que nos embelesó entre 2008 y 2012 ya no existe y hay que comenzar a trabajar en crear una nueva. Del pasado no se vive, a ver si comenzamos a enterarnos ya.
Mejor no se puede explicar... para publicarlo en MARCA y ASco, es ironía, porque no lo hacen ni de coña, y así les va, ... a ver si de una puñetera vez se caen del guindo... después de ganar a Rep. Checa y Turquía, que no son nadie, pero éso a diferencia de cuando el Madrid eliminó al Wolsburgo, por ejemplo, no conviene decirlo, parecía que ya se había ganado la Eurocopa.... era el momento de refrescar el equipo y dar cancha a jugadores que eran tan válidos como los que habían jugado los dos primeros partidos, bellerín, koke, thiago alcántara, lucas vázquez.... se han ido, salvo el gallego, sin debutar en la Eurcopa....así nos ha lucido el pelo, en cuanto ha habido una selección que sabe en qué consiste el fútbol de España... nos han sacado los colores, tanto croatas, sin Modric, como, fundamentalmente, porque era el día clave, los italianos.