Al final del primer cuarto, con 27-23 para el Real Madrid, parecía que el guion del partido que abrió las semifinales el miércoles se iba a repetir. Otra vez, un nombre sobresalía por encima del resto: Sergio Llull, quien con 10 puntos comandaba a los suyos, en la continuación de su noche mágica del miércoles. En ese momento, Jaycee Carroll había estado sólo 46 segundos sobre la pista del Palacio de los Deportes. Diez minutos después, el estadounidense se iba a los vestuarios entre el éxtasis de los presentes en Goya. Acababa de resolver él solito la papeleta. La culpa, sus 21 puntos en el segundo cuarto, con 6/7 en triples y un 2+1 que cerraban la cuenta. Parcial de 30-10 para los de Laso y 57-33.
El segundo éxito de las semifinales ya era cosa merengue. Había bastado un sólido inicio, siempre lo es si te acercas a la treintena de tantos en un cuarto, para disipar las dudas que había dejado el trabado duelo del miércoles. Una de las virtudes del Madrid es que, con una calificación de notable durante todo el partido, le puede valer no sólo para ganarlo, sino para apuntar directamente hacia la Final de la ACB. Y si a ese notable se le suma una explosión puntual de Carroll, diez minutos demoledores, poco más que añadir. Ni por parte del Madrid, que se dedicó a gestionar esos 24 puntos de ventaja con los que regresaba de los vestuarios, ni del Unicaja, que asistió impotente a otra exhibición rival.
Unicaja asistió impotente a otra exhibición del Real Madrid
Decía Joan Plaza, tras el 1-0, que centrarse exclusivamente en parar Llull sería un error, una cantada, porque igualmente el actual campeón de la ACB te la podía liar de otra manera. También apuntaba Laso, en esa línea, que sería absurdo pensar que el Madrid era sólo Lull, a pesar de su inmensidad. Uno y otro llevaban razón, porque no sólo fue el balear con un arranque de los suyos quien atemorizó al Unicaja; también apareció Carroll para mandar la serie a Málaga con brutal y clarificador 2-0, que despeja incógnitas y carga de moral y desazón, a partes iguales, a uno y otro bando.
Sí, hoy fue Carrol, 21 puntos en el segundo cuarto. Hoy le tocaba a él, 29 tantos como servicio definitivo, ocho triples como cosecha. La noche del viernes fue suya, del mismo jugador que el miércoles no había dado una pero que tiene el suficiente arrojo y personalidad como para insistir e insistir en la batalla siguiente. El Madrid no sólo es Llull. Y le va mejor cuando al mejor jugador de toda la plantilla le socorren sus compañeros. Se vive diferente.
El domingo, en Málaga, lo blancos tendrán la primera de tres oportunidades para colarse en su sexta Final consecutiva de la ACB. Sin fallo desde 2012. Todas con Laso, todas con Llull, todas con Carroll. Nada es casual. A 40 minutos de seguir donde, como mínimo, debe estar un club como el Madrid, en el escenario último de la pelea por los titulos.
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Después del extasis del fútbol, a preparar el tercer partido. Ver los vídeos con las canastas de Carroll de ese segundo cuarto es brutal. Qué clase!! Qué envidia, sana, cuando ves las caras de los aficionados, Jayce contigo empezó todo (ja, ja) Equipo, equipo, equipo a que me suena