El Real mantiene el pulso por la segunda plaza
El Real Madrid femenino derrotó (1-3) al Real Betis Balompié en la jornada 25 de Liga F gracias a los goles de Caroline Weir, Caroline Møller y Olga Carmona. En un partido aletargado y soso de inicio, y con el Levante pisando los talones al equipo de Alberto Toril, las blancas aprovecharon el tramo final del encuentro para rescatar tres puntos de importancia.
De vuelta del parón de selecciones, con el título de liga sentenciado y con el termómetro alcanzando los treinta grados de temperatura en la capital andaluza, pronto quedó claro para el Real Madrid femenino que su vuelta a la competición nacional no sería coser y cantar. Sevilla en primavera invita a pasear junto al Guadalquivir cuando cae el sol, a rebujito en la Feria y a caña de cerveza fría en una plazuela, no a jugar al fútbol a media tarde y sin sombra bajo la que cobijarse.
En esa tesitura, y frente a un Real Betis en apuros desde el comienzo de temporada que de buen grado firmaría un reparto de puntos, sobre el Madrid recayó el peso de buscar un manantial del que brotase el fútbol. Sin Claudia Zornoza disponible, Alberto Toril mantuvo su esquema de seguridad, dando el doble pivote a Sandie Toletti y Teresa Abelleira. Por delante, Caroline Weir actuó como enlace de Athenea del Castillo, Naomie Feller y Esther González.
Cualquier esfuerzo fue estéril durante una primera parte para el olvido. Sevilla era un desierto. Del lado local, el plan de mínimos consistió siempre en buscar al espacio a una solitaria Rinsola Babajide, a la espera de hallar una pepita de oro a espaldas de las centrales. Por parte del Real, la escocesa Weir pareció concentrada en sobrevivir sin sufrir una insolación, mientras Athenea y Feller intentaban por bandas hacer la guerra por su cuenta. Las blancas, incapaces de asentarse en tres cuartos de campo, y menos aún de pisar área con sensación de peligro, fueron cayendo en la apatía con el paso de los minutos. Únicamente por medio de la desgracia, como mandan los cánones del club, conseguirían entrar en el partido.
Únicamente por medio de la desgracia, como mandan los cánones del club, El Madrid conseguió entrar en el partido
El momento llegó superada la hora de juego y con el carrusel de cambios de ambos equipos en marcha. En uno de los pocos robos adelantados del equipo verdiblanco, el enésimo balón en largo cargado de fe hacia Babajide llegó a la extensísima zona que las centrales madridistas habitualmente reservan a Misa. Y allí acudió la canaria, temeraria y confiada como siempre, en busca del balón. Sin embargo, la inglesa aprovechó su larguísima zancada para ganarle medio segundo a la portera, tocar el cuero antes, y encontrar la meta vacía para poner el 1-0. A la vista de que ni las unas ni las otras merecían los tres puntos, a las madridistas les hirvió la sangre lo justo y necesario para, ahora sí, buscar el gol con interés.
Con Maite Oroz, Linda Caicedo y Caroline Møller ya en el campo, el empate fue puesto en bandeja por un Betis al que delata su posición en la tabla. Bastó una falta de entendimiento entre la defensa Nuria Ligero y la portera Gaëlle Thalmann para que Weir, más lista que nadie, recuperase la igualdad en el marcador recogiendo un balón sin dueño en el área. Las sevillanas no habían tenido tiempo de aprovechar el subidón de su gol cuando hubieron de lidiar con el mazazo del empate inmediato. Fue demasiado para la estabilidad de un conjunto sobre el alambre.
En el tramo final de duelo se vio al Real Madrid que huele el miedo del rival y que conoce su efectividad de cara a gol. En esos minutos destacó Naomie Feller, quizás la mejor madridista de la tarde, incansable en su insistencia hasta conseguir el premio de forzar la segunda amarilla de Violeta Quiles. Por esa misma banda derecha, pero en una fase de juego en la que Caicedo había ido a parar allí, nació el tanto de la remontada. La joven colombiana se zafó de su marca tirando de clase y potencia, puso un fantástico centro al corazón del área, y el balón lo mandó a la red de cabeza una Møller encantada de rescatar a su equipo desde la posición de delantera centro de urgencias.
Solo entonces, con los tres puntos a buen recaudo, el Levante de nuevo a una distancia de seguridad y el sol empezando a esconderse, pudo respirar el Madrid. Aún tendría tiempo Olga Carmona, fresca y con ganas, para aprovechar su vuelta a casa forzando con sus quiebros un penalti con que el que abrochar en primera persona el resultado final. Más de una madridista habría soñado con otro tipo de fin de semana de viaje a Sevilla en abril, con música, baile y buen ambiente, pero no quedó más remedio que jugar noventa minutos de fútbol. Aun así, podría haber sido peor.
Getty Images.
La Galerna trabaja por la higiene del foro de comentarios, pero no se hace responsable de los mismos