A estos bolos de verano les ocurre como al cine francés: uno no sabe lo que va a ocurrir, pero tampoco le importa (afortunadamente en el fútbol, a diferencia de lo que ocurre en el cine galo, raramente aparece un personaje con el nombre de Gastón, y eso que llevamos ganado). Pero lo cierto es que en el partido jugado esta noche en el Soldier´s Field de Chicago entre el Real Madrid y el All Stars de la Major Soccer League norteamericana se han producido escenas y lances asombrosos que no han escapado del observador perspicaz; por no escapar, no han escapado siquiera de quien perpetra estas líneas. Así que paso a relatárselos por si acaso, incompresiblemente, anoche decidieron irse a la cama en lugar de quedarse pegados al televisor para presenciar tan magno espectáculo. No me lo agradezcan, alguien tiene que hacerlo; al fin y al cabo también los críticos de cine escribían reseñas de las películas de Eric Rohmer sin quejarse ni nada.
Lo primero que llamó poderosamente la atención es que, mientras que el Real Madrid salió del túnel de vestuarios como es habitual, el All Stars lo hizo del túnel del tiempo. Allí estaba un ex-barcelonista y ex-colchonero, un hombre seguro de sí mismo, un hombre que pisa fuerte, un hombre amigo de sus amigos llamado David Villa, pero sobre todo un señor vestido de futbolista con un remoto parecido a Kaká. Uno se restregaba los ojos incrédulo y miraba la tele con cierto estupor, como el señor que va al banco a sacar dinero y se lo encuentra cerrado. El resto del equipo americano parecía extraído de un bar de moteros hípster. Una cosa de bastante miedo, o sea. Apareció también Florentino moviendo los hilos para saludar a los jugadores antes del partido y seguramente después de cerrar con Trump el fichaje de Altidore a cambio de una autopista en Arizona. Todo según lo previsto.
Seguramente Florentino Pérez cerró el fichaje de Altidore a cambio de una autopista en Arizona
Lo que no estaba previsto, y si lo estaba no se entiende, es que el preceptivo himno nacional americano lo interpretase un tal Jencarlos Canela, un tipo muy relamido que según todos los indicios acababa de llegar de un polígono de extrarradio, aunque este extremo no se ha podido confirmar al cierre de estas líneas. Cantó el himno con un notable estilo cani y una sobresaliente capacidad para desafinar. Que ningún espectador rompiera en ese momento su pasaporte y pidiera asilo político en Suazilandia dice mucho del patriotismo de los americanos. Pero claro, fue acabar el bueno de Jencarlos su portentosa versión del "Barras y estrellas" y romperse el cielo en dos. Cayó un aguacero torrencial, una lluvia a manta de Dios que yo interpreté como una señal por la que el Señor Todopoderoso venía a advertirnos de que a la siguiente bromita con Jencarlos, ni arca de Noé ni Jesucristo crucificado.
La cosa del fútbol, pues qué quieren. Si aquello hubiera sido un partido de fútbol, uno podría haber sacado algunas conclusiones positivas, como la solidez de Theo-que-no-llegó-a-debutar-con-el-Atleti, el empuje de Achraf, el descaro de Asensio, la alegría chispeante de Lucas Vázquez. Hubo hasta un gol de Borja Mayoral para solaz del editor de esta revista, a quien no se le cuece el pan hasta ver a nuestro canterano triunfar como merece. Poco más. Una jugada de Kaká en la primera parte, en la única ocasión en que se desprendió de la guitarra con la que juega y canta en misa los domingos, dejando un balón franco a Villa para que Keylor sacase una mano prodigiosa. Las ganas de Bale en la segunda parte, y minutos a Vallejo y a Ceballos. Benzema, que siempre juega desde detrás de sí mismo, intentó hacerse un nuevo saloncito en el área rival, pero era un día más de brocha gorda que de filigranas. El Madrid hizo gala de su legendaria pegada malogrando innumerables ocasiones de gol, y así fue pasando la tarde, entre bostezos y miraditas impacientes al reloj por el rabillo del ojo. Ya digo, aquello no era un partido sino una película francesa.
¿Y el resultado? Pues como la trama de las cintas de Rohmer: inexistente. Al final hubo unos cuantos penaltis y se otorgó el premio al jugador más valioso del partido. En medio de una delirante expectación, con todo el público conteniendo el aliento y mesándose los cabellos, el locutor anunció que el premio era para Borja Mayoral, no tanto por sus méritos, pese a tenerlos y ser estos notables, sino porque Bengoechea, que como todo el mundo sabe tiene mano con Florentino, llamó a éste para que llamara a Trump para que llamara al comisionado de la MSL para que llamara a quien quiera que decida quién se lleva tan importante galardón. Lo que sea por el triunfo del chaval.
Pero no fue esto lo único positivo de la noche. Tampoco apareció ningún Gastón.
Cumbre
De dónde los sacaron a todos ustedes, escribidores de La Galerna ¿? Leer estas páginas me alegran y me dan fuerza para comerme la rutina diaria. Gracias por tan magníficas líneas !!!! Un saludo del tamaño del mar, desde La Mayor de las Antillas.
Ps: Un apunte, a mi entender. Los artículos, extraordinarios ya, comunicarían más con imágenes de lo que se escribe. Disculpe mi opinión si acaso fuera mi navegador o mi conexión que no me permiten verlas si las hubiera. Un abrazo madridista.
Genial, como de costumbre.
Viendo la primera pretemporada de un jugador como Achraf y comparándola con la que en su día tuvo Danilo, se llega a comprender perfectamente por qué uno está ya fuera, y el otro no tardará mucho en estar dentro. Y para quedarse.
Mucho más, pero mucho más divertida la crónica que el partido de esta madrugada, que pese a haber amenazado con no ver al final no pude negarles a mis sobrinos ese capricho, así es que lo vimos y hoy una está pagando las consecuencias de esos excesos.
Pocas conclusiones que no hayas comentado tú. Lo de la famosa pegada se está convirtiendo en una maldición.
Saludos