1-1: El Real Madrid femenino también quiere ser leyenda en Europa

El Real Madrid femenino debutó en la Women’s Champions League firmando un empate agónico (1-1) ante al Manchester City. Las blancas, que disfrutaron de buenos tramos de fútbol en su histórico primer contacto con la competición europea, tuvieron que remar a contracorriente durante la segunda parte tras un gol de Caroline Weir. En el 91 de juego apareció Kenti Robles y rescató el empate para el Real.

Las noches de Copa de Europa son siempre especiales. Cae la tarde, el césped brilla bajo los focos y el fútbol se desprende de su componente terrenal. Sigue siendo el mismo deporte que de niño practicas en la calle o el colegio, pero el escenario lo convierte en algo diferente; por momentos inexplicable. Y a regañadientes o no, todo aficionado al fútbol ha asumido que la leyenda del Real Madrid, su idilio con la orejona, escapa de cualquier argumentación lógica.

Lo que pocos podían imaginar es que hoy, en el verano de 2021, una nueva sección del club blanco pudiese agarrar la misma bandera hilada a lo largo de décadas para hacerla ondear como si nada fuese diferente. En parte es cierto: son once camisetas blancas, el mismo escudo redondito y una actitud reconocible.

En el estadio Alfredo Di Stéfano, por primera vez en la historia, fueron once jugadoras las encargadas de aceptar el envite y defender el prestigio del Real en Europa. De inicio, David Aznar resolvió la baja de tres de sus jugadoras capitales (Asllani, Cardona y Oroz) dibujando un 4-4-2 con Aurélie Kaci y Teresa Abelleira en el centro del campo. La chispa por fuera quedó a cargo de Olga Carmona y Athenea del Castillo, mientras que Nahikari García y Esther González se repartieron la dupla atacante.

La primera embestida del Manchester City hizo temblar al Real, que debutaba en la competición y en el estadio bajo la mirada de Florentino Pérez, pero Misa Rodríguez sostuvo a su equipo con un par de intervenciones clave. Vistiendo de negro impoluto bajo palos, la canaria aportó el soplo de calma necesario sin Oroz –el verdadero timón del equipo– en el campo.

Fue un aviso característico, reconocible, del fútbol continental: no hay margen de error. El Madrid, en su atípico papel de primerizo, resistió al inicio de la primera parte pero no al de la segunda. Entre medias, las blancas consiguieron dar la vuelta a la superioridad inglesa gracias a una presión adelantada que constantemente resultó en robos de balón. En esa lid destacaron Abelleira, Kaci e Ivana Andrés, hasta el punto de desactivar el peligroso contraataque del Manchester City. Rebasada la media hora de juego, el arreón ofensivo del Real conectó por vez primera a los aficionados madridistas con su equipo, ya sólo uno.

Se encendieron las autopistas de Olga y –sobre todo– Athenea, comenzó a pisar área Esther y las ocasiones se sucedieron una tras otra. Por mera insistencia, y ya al borde del descanso, la capitana Ivana encontró un balón muerto en el área y en su intento de remate consiguió forzar el penalti de Khadija Shaw. El destino o el fútbol, no obstante, parecieron querer poner a prueba a este Real Madrid femenino recién nacido: nada de adelantarse de penalti. La ’10’ lo mandó alto y a la vuelta de la pausa el reto subió aún más en dificultad.

Al igual que al inicio del choque, las citizens apretaron y el Madrid dudó en área propia. De un balón sin dueño, entre la maraña de piernas blancas y azules, apareció la visitante Caroline Weir para mandar el cuero a la red. Superadas en el plano físico, en el marcador y en la experiencia en la competición europea, David Aznar se vio obligado a comprobar qué respuesta daba su equipo al test de estrés.

El primer instinto reverberará entre los madridistas: supervivencia. Con el verde abierto de par en par tras el bajón físico, las eliminatorias se juegan en el plano psicológico. Las futbolistas del Real se agarraron al partido, por momentos sobre el alambre, pero siguieron en pie. Nahikari y Abelleira, al igual que Kenti Robles y Lucía Rodríguez en los laterales, siguieron desgastándose en cada acción; y Athenea, por su parte, persiguió cada balón largo servido desde la medular.

Así se alcanzó minuto 91, con un Manchester City convencido de que las locales, en su primerísima toma de contacto con la Champions, no les darían caza. Entonces llegó la enésima internada por la derecha de Athenea y el quinto remate frustrado de Esther en el corazón del área. Aquí debería haber terminado el partido y esta narración, siguiendo el cauce natural de los acontecimientos.

Ocurrió que a Kenti Robles aún le quedaba un soplo de fe para pisar área desde su demarcación defensiva, y que por qué no chutar a gol en cuanto vio el balón llegarle manso a los botas. Su remate raso se fue alejando en busca del palo largo y allí, a cámara lenta, tocó la red. Con todo por decidir en Manchester, las futbolistas blancas demostraron a los aficionados madridistas que también ellas son dignas de representar a su club. Y que, en noches europeas, claro que pueden cantarles desde las gradas el “Hasta el final, vamos Real”: están a la altura.