En el carrusel del petrodólar comparecía el Madrid en tierras sauditas para disputar una Supercopa. De España, dicen, pero resulta que Mesopotamia está más cerca. Para más inri, ante un antiguo adversario, el Valencia, acérrimo enemigo desde que Pedja cambiara Chufi por Mahou; hoy presidido además por un señor de Singapur que lo más parecido que ha visto a una paella es un arroz basmati.
Así es el tío vivo #ForTheFans que han diseñado desde Motril y Zúrich pasando por reservados cataríes. Y así llegaba el Madrid en este 2023 frenético donde prácticamente cada partido que disputa corresponde a un torneo distinto mientras los popes del balompié se frotan las manos de avaricia. Los de Ancelotti llegaban a Riad aparentemente cansados. Con Tchou, Mendy y Alaba fuera de combate, pero con viejos pretorianos madridistas como Lucas o Nacho llamados a filas. En frente, el Valencia de Genaro Gattuso, otrora fratello de Carletto cuando compartían correrías y Copas de Europa en Milanello, pero hoy distanciado de Ancelotti, después de sustituir a este último en el banco napolitano. Fredo, fredo.
Un duelo en los banquillos entre discípulo y maestro que bien pudiera recordar a Albus Dumbledore y Lord Voldemort, también llamado Tom Rydle, cuya fonética recuerda vagamente a Rino —entendemos que Rinoceronte— apodo por el que se conocía a Genaro en Lombardía. Con estos antecedentes, todo hincha merengue esperaba esta noche un Valencia intensito. Al menos tanto como su entrenador, del que contó Carletto en su libro Arbore di Natale (Árbol de Navidad) que se comía caracoles vivos para amedrentar compañeros y rivales en San Siro. No fue así, sin embargo.
Gattuso dispuso un Valencia contra natura, casi ofensivo, valiente incluso. Como un belga por soleares, que decía Sabina, un colchonero. Una cosa rara. Como el chorizo en la paella.
En consecuencia, el Madrid se mostró cómodo en Oriente Próximo. Rodrygo malgastó con un control excesivamente largo un buen pase interior de Fede y una frivolité de Karim Ballon d´Or dentro del área —bicicleta y caño sutil incluidos— levantaron al madridismo de sus asientos. Como hizo inmediatamente después otro habitual en el arte este de tocarnos el pito: Hernández al cuadrado. Vini recibió un empujón cristalino en el centro del campo, pero el canario de pelo zanahorio decidió que la amarilla sería para Camavinga 10 minutillos más tarde. Los pitos de los sauditas al trencilla se escucharon en todo el Golfo Pérsico.
Fíjense si fue claro el penalti sobre Benzema que Hernández Hernández lo pitó a la primera
Mientras tanto, un veterano del Nam como Cavani vino a recordar que lo del Madrid tampoco iba a ser fácil en absoluto. Lo hizo a su manera; con un violento testarazo al que replicó Courtois como suele. A lo Superman. Tamaña es su aureola, que hasta los rivales, como Lato, se desploman fulminados, solitos, cuando recortan en el área al tallo valón. Inspira terror.
Súbitamente este Madrid trantrán de 2023 se veía achuchado. Y súbitamente puso remedio. Militao sacó el periscopio al estilo del almirante Kroos y envió un balón largo a Karim que fue arrollado en el área che por Cömert, que cömerte penalti. Perdón por el chiste.
Fíjense si fue claro que Hernández Hernández lo pitó a la primera. Karim. Gol.
1-0 minuto 39.
Nos las prometíamos muy felices.
Fue salir del vestuario y un envío largo cruzado de Lato acabó en la bota de Lino, que se anticipó a Lucas y batía, esta vez sí, a Courtois. 1-1. Empataba el Valencia. Modric había sustituido a Camavinga, con un golpe en la rodilla, pero también con una amarilla impetuosa. No le dio ni tiempo de sentarse en la bancada de Edén.
El sorpresivo gol insufló energías al Valencia ante un Madrid timorato y ramplón, como últimamente donde sólo Karim emitía de tanto en cuanto fogonazos dorados de calité. Los brazucas, poca cosa por el momento.
Al menos los sauditas no soltaban improperio intolerable alguno al bueno de Vini.
El sorpresivo gol del empate insufló energías al Valencia ante un Madrid timorato y ramplón
A pesar del empuje de los de Genaro, sólo Militao, achicando agua y ganando carreras aquí y allá, se bastaba para contener las imprecisas acometidas del Valencia. El Madrid trataba mientras tanto y a duras penas de recuperar un control del partido que había perdido ya desde el primer cuarto de hora de juego. Mediado el segundo tiempo lo que perdía era a Lucas por lesión, después de una muy dolorosa a la vista torsión de su rodilla.
Otro habitual de la enfermería, Dani Carvajal, entraba en su lugar, un instante antes de que a Rodrygo le dieran una patada en la espinilla en el balcón del área con Hernández al cuadrado, al pito, tarareando Habibi. No había acabado de silbar y también caía, aparentemente mareado, Militao en el verde, el mejor futbolista sobre el campo. Nacho se trasladaba al eje de la defensa junto Rüdiger y sus pintorescos andares. Mendy, entre algodones, recuperaba su sitio en el lateral izquierdo.
Último cuarto de hora y los blancos ofreciendo paupérrimas sensaciones. Pero el Madrid es el Madrid, la zona Cesarini es cosa suya y este Valencia de Genaro ha perdido un torrente de puntos ligueros en los últimos minutos. Parecía no obstante bajo la luna de Riad que íbamos enfilados hacía la prórroga
Así fue, sin ocasiones —apenas un testarazo de Karim y alguna aventura loca de Vini— desde que empatara Lino —también lesionado al final— Madrid y Valencia llegaron perezosos a los siete minutos de descuento. Tras un rebote pudo desequilibrar Vini, fallón en esta ocasión, en un mano a mano con Mamardashvili, que el arquero georgiano de grafía imposible desbarató con eficacia y confianza. También lo intentó Valverde en el último minuto con un misil tierra-aíre desde Socuéllamos que también tapó el portero che.
La doble ocasión merengue cuando el partido agonizaba pareció el preludio de los primeros compases de la prórroga. Muy pronto Kroos centró al corazón del área donde se había quedado Rüdiguer en una falta anterior. El fornido germano de ébano bajó el balón con el pecho. Vini controló y disparó con maldad —y con rosca— para nuevo lucimiento de Mamardashvili, definitivamente postulado ya para protagonizar la portada de Superdeporte y desatar algún delirante juego de palabras en el titular de portada para deleite del Portanálisis galernauta.
Poquito a poquito parecía recuperar tino el Madrid. Dominaban los de Carletto, los de Gattuso permanecían agazapados esperando una oportunidad a la contra. Alguna tuvieron, pero se nublaron (mucho) dentro del área. Mientras tanto, Asensio se animaba y el equipo lucía colmillo. Al filo del fin de la primera mitad, Kroos, peleón y combativo cada minuto, disparó uno de sus clásicos y letales latigazos al que, una vez más, respondió Mamardashvili con una fenomenal estirada. Segundo tiempo. Penales en el horizonte.
Pudo evitarlo primero el Madrid, pero Hernández al cuadrado aguardaba su momento. El balón salió rebotado de Asensio tras una tarascada y Vini controló con el hombro —aparentemente, tampoco pudimos verlo mucho— para servir a Karim que abatía a un Mamardashvili rendido tras escuchar el silbato del árbitro. “Mano”. Sí, lo de siempre. En todos sus formatos. El enigma. El misterio. La incógnita. La verdadera Mano Negra. Eso sí lo vio. Con el pescozón que minutos después recibiría Kroos, cortesía de Foulquier, no vio nada.
Más allá de los once metros, otro que aguardaba los focos del partido fue Courtois cuando inmediatamente después salvó, también con el hombro, un disparo franco y desde cerca de Fran Pérez. La tuvo el Valencia. Penaltis.
Cavani marcó el primero del Valencia. Respondió Benzema. Falló Cömert. Modric adelantó al Madrid con suspense. Ilaix, el díscolo canterano culé, marcó para los che sin carrerilla. Con calma, Kroos recuperó la ventaja. Guillamón, gol, neutralizado por Asensio. Al borde del abismo, Courtois paró el penal decisivo del capitán Gaya. Mal y al centro.
El Madrid espera rival en la final.
Sufriente, sin brillo, grisáceo, pero difícil de matar.
Eso no cambia.
Getty Images.
Mal partido de los dos. Muy mal jugado por parte del Madrid que transmite pobres sensaciones físicas y tácticas. Sin intensidad, sin presión, sin velocidad. Esta vez no se encontró un equipo que le presionara arriba y eso facilitó las cosas pero no será así con FCB o Betis. Ancelotti tiene mucha culpa porque no aporta soluciones pero la mayoría de los jugadores están por debajo de un nivel aceptable. Vinicius, Rodrygo, Modric, Carvajal, Rudiger… incluso Valverde. Y luego está la planificación de un equipo sin laterales y sin opciones ofensivas en el banquillo. Lo peor no son los resultados, lo peor es el juego que no invita a ser optimista. Gracias a La Galerna por dejarnos opinar.