La primera acción del partido fue una durísima entrada por detrás de Geromel a Cristiano Ronaldo. Una roja bastante clara salvo si juegas contra el Real Madrid. Ahí entras en el territorio de una noche en Las Vegas donde todo vale y al día siguiente sólo queda la resaca y una voz rasgada y ronca. "Era demasiado pronto para sacar tarjeta", dijeron en TVE. Es la excusa más absurda que conoce el mundo del fútbol. Si es roja, lo es en el minuto tres y en el setenta. Qué peligroso es ir a comentar un partido con monólogos prefabricados. Sólo sirve para engañar al espectador y pasar de puntillas.
El Real Madrid superó el duro inicio del Gremio y se hizo con el control del partido. Sin alardes, pero efectivo. Los brasileños seguían parando todo con faltas, aunque el primero en ver amarilla fue Casemiro. Nada nuevo bajo el Sol. Un chiste tan malo que no tenía gracia en sus primeras semanas y todavía menos ahora que se repite de forma sistemática. Varane rondó el gol varias veces y Cristiano Ronaldo perdonó el suyo cuando lo tenía todo de cara para mandar el esférico a la red. La mejor noticia fue la exhibición de un Luka Modric imperial. El croata estuvo fino, eléctrico y, a la vez, elegante. Gambeteó como pocas veces y resolvió con naturalidad situaciones complicadas. El Real Madrid se apoyó en él como si la solución a cualquier problema estuviera en sus botas.
la mejor noticia de la primera parte fue la exhibición de un modric imperial
A diferencia de otros días, el 0-0 que dibujaba el marcador al descanso no resultaba preocupante. Faltaban más ocasiones y que algunos futbolistas crecieran al son de Modric, pero la imagen del equipo era seria, no se concedían facilidades atrás y existía la sensación de que se estaba madurando el choque. La diferencia, una vez más, la marcó un chispazo de Cristiano Ronaldo, un futbolista cuya eterna obsesión por retar a la historia lo ha acabado convirtiendo en uno de los más grandes de siempre. Fue con una falta directa, como si tuviera una cuenta pendiente con el destino y esos detractores que piden que no vuelva a lanzar una acción a balón parado. El balón se coló entre la barrera y acabó entrando pegado al palo. 1-0 y el mundo rendido a los pies del hombre insaciable y el club inmortal. Y a Modric, que no paró de bordar el fútbol. Como si eso fuera fácil.
Minutos después de abrir el marcador, Cristiano volvió a marcar, pero el árbitro lo anuló por fuera de juego inexistente de Benzema y nadie recurrió al VAR, que acabará convirtiéndose en una herramienta peligrosa si no se le da el uso adecuado. Modric intentó vengar esa acción, algo que el palo evitó injustamente.
Lucas Vázquez sustituyó a un visiblemente cansado Isco, que fue de más a menos. Lo corto del resultado no atraía el nerviosismo porque el Real Madrid, templado y sereno, se encargó de no complicarse la vida. El Gremio, muy tibio, tampoco hizo méritos para meterse en el encuentro. Bale entró por Benzema y la primera que tuvo casi acaba en la red. Tiene ganas y le sobra fútbol.
El partido murió sin sobresaltos y el Real Madrid conquistó su quinto título de un inolvidable 2017, el mejor año en la historia del club blanco. Ojalá esta inyección de moral sirva para que 2018 tenga, al menos, un aroma parecido a este mágico año.
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