El Real Madrid femenino doblegó (0-3) al Vålerenga FD en su visita a Noruega y certificó su clasificación, por tercer año consecutivo, a la fase de grupos de la Champions League femenina. Los goles de Sandie Toletti, Naomie Feller y Athenea del Castillo permitieron respirar a las blancas poniendo el definitivo y abultado 1-5 en el global de la eliminatoria.
El crecimiento a la carrera del fútbol femenino pilló a contrapié a mucha gente, y entre ellos se encuentra la mismísima UEFA. Cuando hace un par de años presentó su nuevo formato para la Champions femenina, el modelo nació obsoleto: a comienzos de cada temporada, un altísimo número de clubes se ven obligados a pelear por una de las pocas plazas libres que completan su fase de grupos. Las plantillas todavía saliendo de la pretemporada y los cruces entre equipos de nivel convierten las rondas previas en emboscadas propias de callejones estrechos y mal iluminados.
Desde hace tres años, ese es el escenario en el que arrancan las temporadas del Real Madrid. Y esta vez, aunque enfrente no estaba el Manchester City como en las dos anteriores, la consecución del billete europeo volvió a necesitar de un esfuerzo importante. Y es que el Vålerenga FD, sin hacer ruido, mantuvo bajo tensión al Madrid durante 120 minutos sobre el total de 180 a disputar. Al igual que en el choque de ida en Valdebebas, las noruegas plantearon un repliegue en 5-4-1, paciente y laborioso, que les permitió minimizar la creatividad blanca a la espera de buscar la sorpresa en el otro área.
Hasta que el Real se aclimató al fresco de Oslo y al césped artificial de un Intility Arena al que acudieron más de 6.000 aficionados, las intentonas blancas no pasaron de los disparos de media y larga distancia: unos, bien dirigidos aunque sin fuerza; otros, potentes y desviados. Tanto Naomie Feller como Olga Carmona se mostraron insistentes por sus costados, pero el área local seguía asemejándose al corazón frondoso de una selva tropical. Signe Bruun, cual templo maya, apenas alcanzaba a sacar la cabeza de entre la maleza. La claustrofobia en aquel lado contrastaba con la laxitud en la otra orilla: el Vålerenga, sin su atacante Mimmi Löfwenius, apenas necesitaba medio regalo en forma de indecisión de la defensa madridista para rondar los palos de Misa Rodríguez.
Hasta en tres ocasiones pudo adelantarse el equipo nórdico antes de rebasar la media hora de juego. La más clara, mediante una falta directa en el balcón del área que Olaug Tvedten mandó al larguero. Un gol podría haber dado pie a vivir la misma pesadilla que a estas alturas ya han vivido equipos como el Arsenal, el Levante, el Wolfsburgo o el Manchester United, todos eliminados en sus duelos de fase previa. Resistió el Madrid en ese momento crítico, en esos minutos decisivos que a la postre definen el rumbo global de los partidos, y tras llegar a la cumbre se encontró un cielo despejado al otro lado: la siguiente ocasión de gol blanca fue a la red. Linda Caicedo cuerpeó en el área para intentar ganar un balón alto y el rechace pareció querer alejarse de la portería, pero en su dirección se interpuso una Sandie Toletti en racha para rematar sin belleza pero con efectividad.
Ahí terminaron los 120 minutos de sufrimiento para el Real Madrid; bastantes más de los previstos sobre el papel. A un tanto de distancia hasta ese momento, al Vålerenga lo movía la fe en el resultado más engañoso del fútbol para el equipo en ventaja. Dos a uno. El gol de Toletti que permitió doblar la renta rompió esa ilusión, abrió un mar donde antes había riachuelo y la meta de Misa quedó ya demasiado lejos. Si bien el Madrid nunca llegaría a brillar, las jugadoras de Alberto Toril supieron esperar a que las noruegas terminaran de desinflarse.
El Real Madrid viajó a Noruega por trabajo, sin un respiro para el turismo, y volvió con el objetivo cumplido. la disputa de una nueva fase de grupos de Liga de Campeones es todo lo que este Real necesita
Fue entonces cuando la eliminatoria quedó definida. Lo que al comienzo había sido una muralla defensiva local fue perdiendo consistencia, en busca del gol del consuelo, y los robos adelantados se convirtieron, al fin, en la felicidad madridista. En el minuto 67 fue Olga Carmona quien supo leer las intenciones rivales para anticiparse, recuperar la posesión y proyectar a una Athenea del Castillo recién ingresada al campo. La cántabra pasó con intención a quien entraba desde segunda línea y, aunque ni Caicedo ni Hayley Raso pudieron alzar los brazos, fue Naomie Feller quien interceptó el rechace en boca de gol. Y finalmente, ya en el descuento, sería Carla Camacho la encargada de conducir, contemporizar y asistir a Athenea, que esta vez resolvió magistralmente en primera persona firmando un quiebro ante la guardameta propio de Vinicius.
El Real Madrid viajó a Noruega por trabajo, sin un respiro para el turismo, y volvió con el objetivo cumplido. No quedará ninguna anécdota que contar a los nietos, ni merecerá la pena enseñar fotos a los amigos, pero la disputa de una nueva fase de grupos de Liga de Campeones es todo lo que este Real necesita para que, quizás en pocos años, puedan a empezar a imprimirse pósters con recuerdos memorables en ciudades europeas.
Hay que dar apoyo al equipo femenino. Son Real Madrid. Me gustó como jugaron, aunque deben y pueden mejorar. Hay buen equipo, pese al hándicap que supone la ausencia de Caroline Weir, por lesión.