0-2: El régimen del Madrid es la Champions

Respondió Carletto al London Calling blue con su once de gala, el de las grandes ocasiones, el mismo que podó de ilusión copera el césped del Camp Nou. Enfrente, el viejo Chelsea de Frankie esperaba The Clash agazapado cual oscuro antro londinense atestado de punkis dispuestos a vibrar con los Sex Pistols y New Order. El Madrid, no obstante, pisaba Stamford Bridge como acostumbra, de punta en blanco. Sólo un detalle, las medias negras. Decía el gran Fantantonio en Twitter, precisamente como nos fundaron dos muchachos de Barcelona en un trastero de la calle Alcalá de Madrid.

Cerca de Kensington, por el contrario, un enérgico Chelsea quería su oportunidad en los clásicos primeros compases contemplativos del Madrid en el Viejo Continente. Rugía el Bridge cada córner y la Pérfida Albión acosaba. Hasta Vini tenía que arremangarse en defensa y proteger un balón en el fondo merengue mientras un lord inglés le dedicaba un polite fuck-off, que, qué quieren que les diga, amigos galernautas, suena mejor que los apestosos muérete que le dedica la gente con valors por los campos de España.

En pleno frenesí, Kanté, que tiene tres pulmones, sí, pero un tronco en la pierna izquierda, desaprovechó, solo, un balón muerto en el área para mandarla fuera para sorpresa de un Thibaut preparado para el milagro. Llegaría más tarde.

Fue sin embargo el aviso que necesitaba el Madrid para ponerse a carburar. Nueve minutos después de la de Kanté, en el 19´, Goes astilló el palo de Kepa por fuera. Y es que cuando el Madrid se ponía a tocar no había brío ni energía inglesa que pudiera arrebatarles el balón. Presión lo llamaba el locutor, cuando en realidad quería decir coces. Sólo así recuperaba el Chelsea la pelota. Mientras tanto, el italiano Daniele Orsato, un desastre de árbitro Modric dixit, mostraba la amarilla a Militao por un plantillazo inocente en la suela de Havertz, cuando nada más comenzar el partido el mismo Havertz hizo lo propio en la espinilla de Carvajal. Lo consultaremos con Negreira e hijo en informe verbal, por escrito o DVD a razón de kilo y medio por párrafo.

El Madrid funcionaba en torno a un magistral Fede, ave de rapiña o águila imperial cuando tocaba, frente a la resistencia que oponía un dinámico Kovacic

Lo intentaron al filo de la media hora primero Modric y después Vini, en fuera de juego, con sendos disparos con apenas ángulo a los que respondió bien Kepa. Hubo incluso tiempo para una nueva aparición del fantasma de Karim, tan terrorífico como el de Baskerville por aquellos lares, en una pifia de Arrizabalaga que no pudo aprovechar, milagrosamente, ningún futbolista blanco. El Madrid funcionaba en torno a un magistral Fede, ave de rapiña o águila imperial cuando tocaba, frente a la resistencia que oponía un dinámico Kovacic.

Sin embargo, esto es la Champions.  Cuando el primer periodo agonizaba, la enésima incorporación de Reece James, decidido a hacer pagar a Camavinga en su lateral el suplicio infringido por Vinicius en el Bernabéu, cruzó raso y tenso para dejar, más sólo que la una que diría Michael Robinson, a Marc Cucurella en el segundo palo. Apareció gigantesco un nuevamente descomunal Courtois para evitar un dañino gol psicológico que, quién sabe, podría haber cambiado el partido y la eliminatoria. 0-0 al descanso.

Repitió el guion la reanudación con un Madrid de nuevo timorato y un Chelsea de agresividad creciente, sabedor de lo desesperado ya de su situación. Tanto es así que James se jugó la expulsión con una entrada salvaje sobre Camavinga que pintó a naranja casi roja. Se quedó en amarilla, como la que reclamó un iracundo y enajenado Cucurella ante una falta inexistente de Militao. Apuntaba con su habitual sabiduría Falstaff en el chat de La Galerna que, efectivamente, lo extraordinario de Cucurella no es que se llame Cucurella, sino que tenga cara de llamarse Cucurella. Pasó un mal rato el Madrid, con achuchones de nuevo de Kanté y un tal Gallagher, un ariete voluntarioso, pero tronquete, con pinta de ser el hermano de Brandon y Brenda en Beverly Hills 902010. Y suele pasar que cuando se zarandea al Madrid es cuando el Madrid marca. Así fue. Un fenomenal pase profundo de Militao para Rodrygo, que partió desde su campo, permitió a la perla brasileira penetrar en el área blue like knife on butter.

Benzema no llegó por un palmo a su pase de la muerte, pero sí Vini, que, tranquilo, volvió a asistir Goes para que culminará en gol su propia jugada. 0-1 en el 60´ y un gol clave para finiquitar la eliminatoria, aunque el destello mágico de la noche estaba aún por llegar.

A partir de este instante siempre que los ingleses buscaron el tanto del honor se toparon con la muralla de Thibaut. Había tiempo para Tchouaméni, que entraba en lugar de un cansado Benzema, y para Rüdiger que lo había hecho al descanso por un Alaba con problemas físicos.

La pasión turca del Madrid es la Copa de Europa. Habrá que recordarlo de nuevo

A los 70 minutos, si antes no había deleitado Militao, ahora lo hizo el otro central, el suplente además, Rüdiger, con una sensacional apertura para Vini con kilómetros por delante. Penetró fulgurante el carioca en el área para descargar sobre un omnipresente Fede. El Halcón sorteó con un toque sutil a su marcador para plantarse ante Kepa, antes de regalar el gol Goes prácticamente sobre la línea. Rodrygo podría haberse tomado un te con pastas en Portobello con las amigas antes de decidir anotar. 0-2.

Sin mayor sufrimiento el Madrid apuró cual turista en chanclas y calcetines blancos su escapada en Londres. Pep calling espera en el horizonte si no arden árboles antes en Baviera, que diría el bueno de Rummenigge. Mientras tanto, Estambul espera.

La pasión turca del Madrid es la Copa de Europa. Habrá que recordarlo de nuevo.

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